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Un millar de ciclistas desafían el calor

Pasaban tres minutos de las diez de la mañana del sábado cuando cerca de un millar de esforzados ciclistas de todas las edades comenzaban a pedalear desde la plaza Ricard Camí en dirección norte, hacia las avenidas de Josep Tarradellas, Abat Marcet, Jaume I y Barcelona. Mientras la ciudad dormía, familias enteras pedaleaban juntas al ritmo que marcaba la organización.

Tras la avenida de Barcelona enfilaron la carretera de Montcada, cruzaron por la calle Vinyals y el Portal de Sant Roc para dirigirse de nuevo, como un solo hombre y sin afán competitivo alguno, hacia hacia la Rambla d’Egara y el Passeig del 22 de Juliol, donde algunos niños comenzaban ya a preguntar a sus padres si faltaba mucho para culminar esa aventura, la primera para muchos de ellos. El grupo, sin embargo, torció por la rotonda de Puig i Cadafalch y se internó en el verde frescor del Parc de Vallparadís, donde estaba instalada la línea de meta, en el Pla del Castell.

Encabezaban la comitiva el coche de la organización y varios ciclistas del Biker.cat. Se realizaron un par de paradas para reagrupar el grupo. El trayecto transcurrió sin incidentes reseñables, exceptuando algunas caídas leves, una de las cuales afectó a un ciclista que llevaba un equipo de música incorporado para dar ritmo a la Pedalada, que en esta Festa Major ha alcanzado su trigesimoprimera edición. No fue necesaria, afortunadamente, la actuación de las ambulancias que cerraban el grupo. La mayoría de ciclistas corrían enfundados en los maillots de sus clubs. Otros iban de paisano e incluso uno lo hacía con la camiseta de la selección colombiana que está disputando el Mundial.

Reponer fuerzas
Tras haber soportado un sol y un calor que no dieron tregua en ningún momento durante una hora y 18 minutos, que es lo que duró este año el recorrido, los esforzados deportistas recibieron una merecida recompensarecompensa: un desayuno que incluía mini-pizzas, barritas energéticas y croissants. Para refrescarse, agua y refrescos.

Con el orden y el civismo que acostumbran, los participantes fueron aparcando sus máquinas y se acomodaron en las zonas de sombra del Pla del Castell a la espera de que se realizaran los preceptivos sorteos de regalos. Aprovechaban para charlar con los amigos, comentar la prueba y recuperar fuerzas. En ese mismo instante, el trenecito de Vallparadís no paraba de hacer viajes haciendo las delicias de los más pequeños.

El alcalde Alfredo Vega, la concejal de Deportes Eva Candela, y el teniente de alcalde de Territori i Sostenibilitat, Marc Armengol se arremangaron para servir los desayunos a los participantes, que iban llegando de forma paulatina.

A renglón seguido, las autoridades acompañaron a los organizadores en el escenario para asistir a la entrega de trofeos. No a los ganadores sino a los participantes de mayor y menor edad, entre otros (ver despiece). Mientras la mayor parte de los ciclistas, muchos ciclistas por un día, comenzaban ya a desfilar hacia casa, algunos se quedaron para asistir a la exhibición de zumba que se ofreció a continuación. Un año más, la Pedalada Popular de Festa Major demostró que continúa teniendo una enorme tirada entre los terrassenses.

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