"Manolo, mañana os vamos a meter cuatro". Esa lapidaria frase del empresario Antonio Asensio a Manuel Lao, presidente del Grupo CIRSA, en las horas previas al partido entre el Málaga y el Terrassa FC de la promoción de ascenso a Segunda División "A" de la temporada 97-98 planeó sobre la expedición egarense antes, durante y después de aquel recordado encuentro. Asensio, presidente del Grupo Zeta y buen amigo de Lao, uno de los principales apoyos de Josep Vall en el Terrassa FC, controlaba la propiedad del Málaga y del Mallorca. A la luz pública el reparto accionarial no visualizaba su participación en el club andaluz dado que una misma persona no podía disponer de la mayoría accionarial de dos entidades futbolísticas. En Málaga, por ejemplo, el empresario Fernando Puche era quien ocupaba la presidencia del club mientras que en Mallorca Asensio era quien aparecía como propietario.
Aquella sentencia de Asensio alertó a la expedición terrassista. ¿Era una premonición? ¿Una chulería entre amigos? ¿Una advertencia? ¿O una certeza? Fuese lo que fuese, el Málaga acabó haciéndole cuatro goles al Terrassa unas horas más tarde. Aquel desenlace elevó las sospechas en relación a la intención de la frase de Asensio. Y muchos relacionaron su afirmación con la denuncia, meses más tarde, de Manuel Lao en relación a una presunta venta del portero egarense, Sergio Granados, que fichó por el Mallorca, uno de los clubs de Asensio, tras recibir cuatro goles del Málaga, el otro club controlado por el empresario de la comunicación.
En alerta
Lo cierto es que aquel episodio, anecdótico para algunos pero relevante para muchos, no cayó en saco roto. Y fue el detonante de la posterior salida del club de Lao, que entendió que le habían tomado el pelo en la distancia corta. Asensio y Lao compartían las horas previas al decisivo partido en un reservado del Casino de Marbella, junto a otras personas cercanas, entre ellas algunos directivos del Terrassa FC y algún futbolista del Real Madrid como Fernando Sanz y Alfonso Pérez. Se cruzaron retos entre ambos, fruto de su buena relación y confianza. "Voy a precintar las puertas y voy a llenar el Casino de cava para celebrar el ascenso", le dijo Lao a Asensio. El empresario del mundo de la comunicación le respondió con el conocido "Manolo, mañana os vamos a meter cuatro".
En el Casino de Marbella estaba alojada una parte de la expedición del Terrassa FC, fundamentalmente los componentes de la junta directiva y algunos medios de comunicación. La plantilla se aisló en la población de El Rincón de la Victoria, quizás buscando el cobijo de un nombre que no resultó premonitorio. Aunque los egarenses partían como claros favoritos para conseguir el ascenso fruto de su privilegiada posición en la clasificación de su grupo del "play off" (incluso una derrota podía darles el ascenso), la desconfianza fue creciendo a medida que se acercaba el partido. El Málaga necesitaba ganarle al Terrassa por un mínimo de tres goles de diferencia y esperar a que el Talavera no ganase en el campo del Beasaín. Pese al favorable escenario, en el seno de la expedición egarense se instaló un clima de intranquilidad ostensible. Sea por el temor que despertó la advertencia de Asensio o por otras razonables dudas que manejaban los dirigentes del club terrassista, en la noche previa al partido el presidente, Josep Vall, se esforzaba en quitar hierro a un posible descalabro en La Rosaleda. "Si no subimos este año, subiremos el próximo", explicaba a algunos enviados especiales de los medios de comunicación de la ciudad en el Casino de Marbella a la hora de la cena. Durante la semana, Vall ya adoptó un discurso prudente en todas sus intervenciones. "Si no subimos no será un fracaso, lo volveremos a intentar", insistía ante quien le preguntaba por tanta bonanza previa.
¿Qué razón invitaba a aquel desconcertante discurso? Era conocido el poder de influencia que un club histórico como el Málaga podía tener en las más altas instancias del fútbol español, pero la ventaja del Terrassa era más que sustancial. Y el mensaje del presidente rozaba el pesimismo más absoluto, superando la frontera de la prudencia.
Reunión con Gaspart
Que Manuel Lao no se tomó la advertencia de Asensio como una simple broma fue visible de inmediato. El domingo por la mañana, en las horas previas al encuentro, el presidente del Grupo Cirsa estuvo nervioso, muy pendiente de contactos telefónicos, receloso de que el partido encerrase algún detalle incontrolado por una directiva del Terrassa con alto poder económico pero con una gran inexperiencia en los entramados del universo futbolístico. En ese sentido, el Málaga tenía una ventaja sustancial. De hecho, durante la semana algunas alertas habían llegado a los responsables del club egarense. Unas sospechas que generaron intranquilidad y desconfianza. Tanto es así, que Manuel Lao y Josep Vall pidieron consejo y ayuda al entonces vicepresidente del FC Barcelona, Joan Gaspart. Con el empresario hotelero, también amigo de Lao, mantuvieron una reunión en Barcelona con el propósito de saber qué movimientos podían realizar para que nada estuviese fuera de control. Gaspart les dio algunos consejos, algunos de ellos inconfesables aunque hayan transcurrido veinte años.
En el Terrassa existía recelo hacia el colectivo arbitral. El club egarense no estaba satisfecho con algunos de los arbitrajes sufridos durante la promoción y el propio presidente se quejó de forma pública al respecto. La actuación de Megía Dávila, el colegiado que dirigió aquel encuentro, y las visitas de algún árbitro malagueño de primer nivel al vestuario antes del partido alimentaron aún más esas suposiciones. Pero en el club egarense estaban tranquilos en ese aspecto, dado que se habían hecho contactos en los círculos adecuados para que no se produjesen sorpresas. Aunque esos movimientos pudiesen ser más ficticios que reales a cargo de algún aprovechado que sacó rendimiento del recelo de la directiva.
Manuel Lao, con la mosca tras la oreja durante muchos días, viajó a Málaga acompañado de su familia. Vivió las horas previas con la expedición y siguió el partido desde la tribuna, visiblemente feliz tras el empate a uno que marcó Méndez en la primera parte e incrédulo ante la posterior remontada del conjunto andaluz y los errores del portero egarense Sergio Granados. Abandonó el estadio casi a la carrera, nada más finalizar el partido, y no se le volvió a ver ni en el hotel ni en las actividades posteriores del equipo. Mientras, Josep Vall y algunos de sus allegados cenaban sin apetito en un chiringuito de Puerto Banús, sin nada que celebrar ya y sin dar crédito aún a lo ocurrido.
Manuel Lao desapareció del Terrassa FC a partir de ese instante. Hasta que unos meses después, durante la celebración de la prueba ciclista que organizaba en memoria de su padre, el Memorial Cándido Lao, hizo unas explosivas declaraciones a Diari de Terrassa en las que acusó al portero Sergio Granados de haberse vendido en Málaga. Aquellas palabras dieron la vuelta al país, ocuparon horas de programas de radio y televisión y páginas de diarios. Personas del círculo más cercano al presidente del Grupo Cirsa intentaron, sin éxito, que las manifestaciones no saliesen a la luz. Sergio denunció al empresario y semanas más tarde las dos partes alcanzaron un acuerdo extrajudicial que resolvió el problema después de que se publicase una nota de prensa de disculpa.
Una gran oportunidad
Aquel partido y todo lo que rodeó aquel partido cambió la historia del Terrassa FC. Y también la del Málaga, que un año más tarde subió a Primera División. Hay quien sostiene que la trayectoria de ambos hubiese sido inversa en caso de un ascenso del Terrassa. "Si hubiésemos subido, ahora mismo estaríamos en Primera División", se aventura a asegurar el entonces presidente del club egarense, Josep Vall. "Manuel Lao y otras personas estaban dispuestas a hacer una inversión muy importante. Pero después de lo sucedido se retiraron del club." Vall se quedó prácticamente solo. Apenas le quedaron algunos apoyos, como el del empresario Jesús Cortés, amigo personal de Vall, persona cercana también a CIRSA y presidente del CN Terrassa, el director de Ràdio Terrassa, José Manuel Salillas, y algunos directivos como Antonio Sánchez, Miquel Bertrand o Lluís Mitjavila. "Fue un disgusto enorme, mi peor experiencia como presidente", rememora Josep Vall. Lao, al regreso de Málaga, le invitó a tomar la puerta de salida tras lo ocurrido. Pero Josep Vall rediseñó el plan ante la nueva realidad económica y se mantuvo en la presidencia. "Nunca me arrepentí de la decisión de continuar en el Terrassa. Yo tenía un pacto con Manuel Royes para dirigir el Terrassa mientras él fuese alcalde. Es verdad que después de Málaga el ambiente era de desánimo por la gran oportunidad perdida. Pero nunca pensé marcharme."
Vall constata que la advertencia de Asensio a Lao ("Manolo, os vamos a meter cuatro") encendió todas las alertas. "Desde hacía días estábamos escuchando cosas. Y me fui a dormir nervioso", admite ahora. De ahí que su discurso previo al partido fuese de mucha cautela, previendo el desastre que se le avecinaba al club. "Algunas de las cosas que veíamos no nos parecían normales." Aun así, sus palabras no señalan a nadie ni existe en ellas ningún tipo de acusación. "Sergio estaba nervioso. No pienso nada malo ni de él ni de nadie".