Ismael Díaz se hizo cargo de la dirección técnica del Málaga en la jornada 14 de Liga, supliendo a Tolo Plaza. Ganó la Liga, aunque pasó por momentos delicados.
¿Qué recuerda de aquel "play off"?
El campo del Terrassa era de una hierba rapidísima que ellos tenían muy dominada. Nosotros hicimos un partido lamentable en la ida y tocaba la heroica en La Rosaleda. Cuando se produce algo así, la felicidad es enorme.
Ustedes tenían que golear y que no ganase el Talavera.
De aquella liguilla se hablaron muchas cosas, pero se recuerdan pocas. El Málaga se enfrentó a todos los rivales cuando tenían opciones de clasificarse. Eso hizo que fuese una fase muy dura. Y en la última jornada se podían producir muchas combinaciones. Pocas veces se ha visto tanta competencia.
Casi nadie confiaba en el milagro.
Fíjese que el estadio estaba poco poblado al principio y se fue llenando a medida que la gente iba escuchando los goles. Le dije a los jugadores que debíamos concentrar toda la energía en conseguir la remontada, confiando en la honestidad del Beasaín porque ese partido no lo jugábamos. Un partido así se vive desde mucho antes.
¿Cuales fueron las claves de aquella victoria?
Hubo muchos comentarios sobre la actuación del portero del Terrassa. Yo ví un equipo que vino muy confiado, convencido de que el margen era suficiente y que se puso muy nervioso con el paso de los minutos. Los errores del portero siempre son más decisivos, pero la especulación no cuenta conmigo de aliado porque no voy a poner en duda su honestidad. De hecho, aquel portero también salvó otros goles en aquel partido.
Usted ganó aquel "play off" y lo despidieron.
No me sorprendió. En un momento de la temporada tuve que optar entre ser un entrenador cómodo para el poder o ser una persona íntegra que defendiese a mi plantilla. Opté por este segundo camino que me granjeó enemistades que no olvidaron lo sucedido a pesar del éxito final.
