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Todo un estallido de fervor atlético

El espíritu de la intensa jornada atlética que vivió el pasado domingo la ciudad de Terrassa es eminentemente deportivo y competitivo. Los y las atletas quieren superarse, mejorar sus cronos y marcar tiempos que hace años les parecían imposibles. Pero la Mitja Marató Ciutat de Terrassa tiene cabida para otras muchas realidades. Más allá de los atletas de élite y de aquellos que corren para mejorar su propia marca, hay muchos otros participantes que perciben este reto atlético desde su punto de vista más lúdico y festivo. Para otros, asimismo, tanto la Mitja como la Santi Centelles sirven para reivindicar su diferencia y demostrarse a sí mismos y a los demás que el hecho de tener que utilizar una silla de ruedas o tener alguna discapacidad física o psíquica no debe suponer impedimento alguno. Todo lo contrario.

Como cada año, la presencia de atletas discapacitados es una de las más notables entre los participantes. La mayoría de ellos corren en silla de rueda con la ayuda de grupos de voluntarios en la Santi Centelles, la carrera de 5 kilómetros. Pero algunos, como los usuarios de Prodis José Julio Suárez y Segunda Cortés se atrevieron con la Mitja Marató. Cruzaron la meta del Passeig 22 de Juliol acompañados por los voluntarios de Prodis.

Una de las responsables de Prodis, Sílvia Casas, organizaba minutos antes del inicio de la prueba a sus compañeros. "En esta edición, un grupo de voluntarios hemos decidido acompañar a dos chicos de Prodis durante todo el recorrido de la Mitja Marató". Gracias a esta treintena de voluntarios, Suárez, Cortés pudieron disfrutar por segunda vez de cubrir los más de 21 kilómetros del recorrido terrassense convenientemente apoyados por los chicos y chicas que se iban turnando durante diferentes tramos. En muchos momentos eran cuatro quienes empujaban cada silla.

Los atletas de Prodis no eran los únicos discapacitados que corrieron la prueba. Había también un atleta ciego que completó la Mitja Marató. Acudió a la cita con un compañero del CN Sabadell que le hacía las veces de lazarillo.

Extenuación
Caras desencajadas, rostros de sufrimiento y muestras de heróica alegría quedaron también patentes en la fría matinal del domingo. Pasadas las doce del mediodía, un niño hizo un amago de desistir de la prueba, víctima del cansancio hasta que su padre le animó, lo cogió de la mano y le explicó que casi podía vislumbrarse la línea de meta. La primera reacción del chaval fue de resignación, pero pronto reemprendió la marcha.

Muy cerca de ellos transitaba José Luis, que decidió correr completamente descalzo. Su aventura acabó con éxito. Se convirtió en un "finisher" más. Y lo hizo sin sufrir excesivas magulladuras en las extremidades. Eran varios los niños que corrieron la prueba junto a sus padres. El que menos esfuerzo tuvo que realizar fue Kai, que cubrió el recorrido en una especie de cuadriciclo de lona empujado por su padre. Entre las caras conocidas se dejaron ver diferentes deportistas locales de otras disciplinas, como jugadores de básquet, de fútbol o de hockey que quisieron medir su nivel de resistencia. También corrió la Mitja el actor terrassense Òscar Muñoz.

Xavi Verdaguer, que acaba de ser padre, no quiso perderse esta decimonovena edición. Es un habitual de la Mitja Marató. "Me encanta esta carrera. Me gusta mucho correr y esta es una buena manera de hacer ciudad", señalaba este exjugador de básquet del Sant Pere que disputaba por decimoprimera vez la Mitja Marató de su ciudad. "En las ediciones anteriores salía a hacer un buen tiempo y las cosas me iban más o menos bien. Este año, con el nacimiento de mi hijo, no he podido entrenar tanto. Pero lo importante es estar aquí y participar de la fiesta", explicaba.

Dejó la Mitja Marató imágenes insólitas, como la de dos niñas que mostraban el dibujo que habían realizado para apoyar a su padre, uno de los esforzados atletas participantes. Tampoco fueron ajenas las mascotas, como los perros. Un niño ataviado con una camiseta del Athletic Club corría con un perrito en brazos que dejó en un punto del recorrido junto a sus padres.

Familias enteras
Tampoco fue extraño ver a familias enteras disputando bien la Mitja Marató bien la Santi Centelles. "Tengo pipi", le espetó una niña a su padre nada más cruzar la línea de meta. "Esto ya está hecho!", gritaba otro de los participantes en la Santi Centelles tras convertirse en lo que los atletas llaman "finisher".

Y es que la solidaridad y los constantes ánimos entre los corredores y para con ellos es otra de las constantes de la carrera. "Vamos, que ya queda poco!" o "A tope, que podemos!" eran algunas de las frases que se escuchaban cuando los últimos participantes, aquellos que no pelean contra el crono sino que simplemente quieren darse el gusto de acabar, enfilaban el Passeig 22 de Juliol camino a la meta.

Tras el esfuerzo, extenuante para muchos, saludable para otros, todos se reunieron en el village para recuperar fuerzas con un buen desayuno a base de bocadillos de butifarra y refrescos. "Esto es lo mejor de la Mitja Marató", rezaba exultante un veterano corredor con una amplia sonrisa en los labios.

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