La pequeña Marwa, de 7 años, recibió a los futbolistas del Terrassa FC con lágrimas en los ojos y agradeciéndoles sin parar los regalos que le entregaron en la planta número 11, la de pediatría, del Hospital de Terrassa, en Torrebonica. Sinceras lágrimas de agradecimiento salían de unos ojos grandísimos y resbalaban por sus mejillas, no por la emoción de ver a los futbolistas, que también, sino porque el día anterior había tenido fiebre, todavía no se encontraba bien y no sabe cuando podrá volver a casa. Junto a ella, su madre asistía emocionada a la escena. Fue ayer, pasadas las doce del mediodía, durante la tradicional visita navideña del Terrassa FC a los dos grandes centros hospitalarios de la ciudad, el Hospital de Terrassa y el Hospital Universitari Mútua de Terrassa.
Marwa no olvidará con facilidad ese 4 de enero de 2018, no sólo porque los ingresos hospitalarios no suelen olvidarse con facilidad sino también porque olvidamos pocas cosas de las que nos pasan a los 7 años. Y también porque ese día un grupo de jóvenes futbolistas hicieron magia: cambiaron su dolor por ilusión. Le enseñaron que la felicidad era eso, o que podía ser eso, o que también era eso, o que era algo muy parecido a eso. Sincera e indisimuladamente, Marwa seguía agradeciendo la visita cuando los jugadores ya se habían marchado.
La mañana de ayer fue un auténtico carrusel de emociones para los futbolistas del Terrassa que visitaron, como es tradición por estas fechas, a los niños enfermos. Fueron Àlex Fernández, Carlos Martínez, Sergi Valls, Joan Pallàs, Jorge Carreón, David Virgili y Nils Puchades. Estuvieron acompañados por su entrenador, Cristian García, a quien estas visitas no le son ajenas, ya que las vivió en su etapa de futbolista de la entidad. También estaban presentes el preparador físico Guillem Almirall, el directivo Carlos Calasanz y el responsable de comunicación del club, un Juanma Medina muy atareado en distribuir los regalos comprados por los propios jugadores en función de la edad de los pequeños.
Sorpresas y emociones
Tanto los niños como los jugadores estaban entregados en esta víspera de la cabalgata de Reyes. Muchos de ellos no podrán salir a las calles a ver las carrozas. Pero los Reyes fueron a verlos a ellos. A todos. A los bebés de escasos meses de vida y también a los mayores, como Jan, el niño de 9 años que juega en el benjamín "A" del club y recibió unas palas de tenis de mesa. Consciente de la visita, su padre se había traido una camiseta del Terrassa que los futbolistas le firmaron gustosamente. Arrancaron los deportistas también una sonrisa, o muchas sonrisas aliteradas a Imane, una joven de 13 años que recibió un balón de manos de los jugadores.
Tampoco fue una mañana más para Sofía, una niña de 8 años a la que acababan de comunicarle que iban a tener que ingresarla. También ella sonrió. Antes del adiós, foto de familia. Al fondo, una enfermera le decía a otra: "Será que nosotros nos hacemos viejos, porque yo a los jugadores que vienen los veo cada año más jóvenes".