Explica el mito de Narciso cómo un hermoso joven, incapaz de enamorarse de las mujeres que le pretendían, acabó ahogado después de quedar prendado de su propia imagen reflejada en las aguas de un estanque al que cayó. Narciso murió ensimismado por su propia belleza y enamorado de sí mismo. Algo similar le sucedió el domingo al Terrassa, absorto ante sí mismo por la admiración que su fútbol y su trayectoria habían generado en el entorno y observándose durante toda la semana en el espejo de la promoción de ascenso, a la que había accedido tras el triunfo en Vilafranca. Tanto se miró a sí mismo que olvidó observar al adversario, seguramente porque el Vilassar, colista del grupo y equipo menos goleador del campeonato, despertaba poca curiosidad.
Ese ataque de narcisismo penalizó al Terrassa con un empate que le devolvió a la realidad de un campeonato donde está prohibido observarse tanto, donde cada punto se le arranca al contrario por debilitado que esté en la clasificación y en el que nadie gana sin despeinarse. El conjunto de Cristian García sabía antes del partido que un triunfo le situaba tercero en la clasificación debido a la derrota del L’Hospitalet, pero se pasó tanto tiempo haciendo cuentas que se le acabó el partido sin hacerse cargo de su tarea, incrédulo de que un Terrassa tan admirado fuese incapaz de ganarle a un Vilassar de futuro tan comprometido.
El expediente del Terrassa había sido tan espléndido en los últimos tiempos que el borrón de esta semana dejó perplejo, incluso, a su entrenador. No sólo por el desenlace del partido, sino por el modo en que su equipo afrontó el juego. Conectar y desconectar al antojo propio el interruptor del fútbol que un equipo necesita para ganar ni es sencillo ni depende siempre de la voluntad del protagonista. Es más, acostumbra a resultar imposible hacerlo cuando esa acción se produce después de un período de excesiva relajación. El Terrassa se manejó a un nivel inferior del requerido durante gran parte del partido y cuando necesitó pasar al modo habitual por las urgencias del reloj se encontró con un rival que se había crecido en la tarea defensiva y que ya había generado la suficiente desconfianza en las filas locales.
Relajación
Que la jornada podía representar un accidente para el Terrassa se temió desde el primer momento. Con un ritmo de juego inferior al habitual, el conjunto egarense estuvo poco productivo en todos los sentidos. Elaboró poco, buscó en demasiadas oportunidades la espalda de la defensa con acciones directas y anduvo lejos de la velocidad que su fútbol precisa para aportar sorpresa en sus acciones. A excepción de un par de buenas apariciones del reaparecido Guti desde la banda izquierda, la búsqueda del gol se basó en lanzamientos desde fuera del área: uno de Guti a las manos del portero, otro de Dani Sánchez también con relativo peligro y el último de Guzmán que Imanol envió a córner. Las acciones se concentraron en el campo del Vilassar (los visitantes únicamente generaron intranquilidad en una falta al borde del descanso que Ourmar no aprovechó), aunque con poca trascendencia y sin el desequilibrio necesario. Fran Piera fue el más insistente, aunque su perseverancia no se vio acompañada de acierto en esta oportunidad.
En el descanso Cristian decidió agitar el partido. Hizo dos cambios en la alineación (Carreón por Nils y Ferrerira por Guzmán) y varió el dibujo de su equipo, pasando a jugar con tres defensas al adelantar la posición de Dani Sánchez. Pero el problema iba más allá de soluciones tácticas y de dibujos, trascendía al modo en que se había afrontado el compromiso. Con el paso de los minutos el Terrassa intentó cambiar el ritmo del partido, aunque para entonces la ansiedad y el miedo a tropezar contra el colista ya eran patentes. Otra acción de Fran Piera en el minuto 64 generó, esta vez sí, una buena oportunidad de gol. Pero Raúl Torres envió el balón fuera en una buena posición.
Presión tardía
Cristian García recuperó el dibujo inicial con cuatro defensas a los veinte minutos, viendo que la variante táctica tampoco había activado el partido. En el minuto 68 el Terrassa volvió a disponer de otra excelente ocasión, esta vez con Guti como generador de una buena acción ofensiva que acabó con un remate de Raúl Torres que rechazó Imanol con el pie.
La incredulidad creció al mismo ritmo que pasó el tiempo, con un Vilassar ya afianzado en defensa y una alarmante falta de respuesta del Terrassa, en cuyos planes no estaba quedar fuera de las plazas de promoción justo el día que pensaba asaltar el tercer lugar. A siete minutos del final se reclamó un penalti sobre Fran Piera. Pero ni esa acción alivió la decepción y el desconcierto que generó el peor partido del ejercicio.
TERRASSA FC 0
UE VILASSAR 0
TERRASSA FC. Ortega, Dani Sánchez, Amantini, Pallás, Guti, Guzmán, Àlex Fernández, Raúl Torres, Nils, Carlos Martínez y Fran Piera. Carreón y Ferreira suplieron a Nils y a Guzmán en el minuto 46; Daisuke a Àlex Fernández en el 66.
UE VILASSAR. Imanol, Molina, Oumar, Pep, Iván, Dani, Pitu, Nando, Eric Jiménez, David Castellanos y Rovira. Pol Ros suplió a David Castellanos en el minuto 51; Arnau a Moliona en el 61; y Matamala a Eric Jiménez en el 78.
Árbitro. Carlos Ferrero Mansilla. Amonestó a Dani Sánchez, Amantini, Àlex Fernández, Guti, Ferreira, Imanol, Dani, Pitu, David Castellanos, Rovira y Arnau.
Público. 765 espectadores.