El Terrassa no tiene ningún debate interno esta temporada en relación a si apuesta por un fútbol de ataque y de alto contenido estético o por un resultadismo que se contraponga a los valores que defiende desde su llegada al banquillo Cristian García. El libro de estilo no es contradictorio ni tiene tachaduras, pero todavía contiene capítulos por escribir que condicionan la marcha del equipo. El Terrassa sabe que a través del buen fútbol estará más cerca de obtener resultados positivos, a pesar de que en la Tercera División hay quien defiende que sólo los temerarios acuden a ese discurso
Después de dos empates consecutivos, el Terrassa encajó en L’Hospitalet la primera derrota de la temporada. Más dolorosa por no haberla merecido que por su incidencia real, aún moderada al producirse en el tramo inicial de la competición. En todo caso, el Terrassa debe aprender a diferenciar entre jugar bien y jugar bonito. Los egarenses desplegaron un fútbol cuyo envoltorio volvió a ser impecable, en la misma línea de sus anteriores partidos: llevaron la iniciativa, fueron superiores en la posesión, buscaron el gol en todo momento y no especularon nunca pese a que delante tenían a un L’Hospitalet repleto de magníficos jugadores, diseñado también para ganar y gustar y que encabeza la tabla clasificatoria en estas primeras semanas del campeonato. Pero anduvieron mucho peor en un aspecto fundamental a la hora de entener el fútbol, el dominio en las áreas.
El conjunto terrassista no estuvo bien ni en la definición ni en la contención. Y a través de esas dos grietas se desangró de forma irremediable, arruinando un partido más que interesante en muchas otras facetas del juego. Los egarenses acumularon oportunidades de gol como pocos equipos son capaces de hacer en esta categoría, sobre todo teniendo en cuenta el escenario y el oponente. Pero fallaron una y otra vez de forma inaudita. Por si ello fuese poco, recibieron dos goles en dos saques de banda, acciones evitables y que evidenciaron una falta de concentración que deberán mejorar de forma inmediata.
Esa disfunción en las áreas tuvo como primera consecuencia el tanto de los locales en el minuto 8 de partido. El Terrassa, en cuya alineación Cristian introdujo como novedades a Dani Sánchez y Jonathan Ferreira, tuvo una puesta en escena magnífica. Salió decidido a imponer su sello, se adueñó del balón y en seis minutos produjo dos situaciones de peligro magníficas. La primera en el minuto 2, en la que Nils puso un excelente balón en el área a Daisuke para que éste rematase con escasa potencia a las manos de Sergi Puiig. La segunda, en el minuto 6, nació de un pase largo de Sergi Valls que Daisuke no pudo transformar esta vez por la buena intervención del portero local.
Mientras la afición egarense se relamía ante la excelente salida de su equipo, el L’Hospitalet cambió el guión con un gol tan inesperado como injusto. La acción se inició en un saque de banda innecesario, producto de las dudas que aún tiene el equipo en la fase inicial de su fútbol de toque. Óscar García recogió un rechace en la frontal del área y remató de forma magnífica al fondo del marco de Ortega.
Ese gol no alteró las intenciones del Terrassa, perseverante a la hora de querer el balón y buscar la portería contraria aunque con algo menos de acierto durante muchos minutos. Hasta que en el tramo final del primer período, los egarenses volvieron a andar muy cerca del gol, otra vez con Daisuke como protagonista. El japonés no llegó por poco a un balón de Dani Sánchez en el minuto 44 y en el 45 erró la mejor ocasión de su equipo, al rematar por encima del travesaño en una excelente posición al borde del área pequeña.
La situación se agravó al empezar la segunda parte con el segundo gol del L’Hospitalet. El conjunto de Xevi Molist amplió la diferencia en otro saque de banda, que David García remató de cabeza sin oposición para superar a Ortega. Un golpe que, esta vez sí, afectó en gran medida el ánimo de un equipo que aún desplegando un fútbol formidable estaba perdiendo por dos goles de diferencia como consecuencia de errores fuera de guión.
El L’Hospitalet, que en el descanso vio cómo Molist realizaba los dos cambios que le restaban por su descontento con el juego del equipo, se asentó en el terreno de juego. Sólido en su estructura, gestionando los tiempos y la diferencia, intentó aumentar la ventaja en algunas acciones a balón parado y en una jugada personal de Velillas cuyo remate se estrelló en la parte exterior del marco egarense.
Pero una de las virtudes de este Terrassa reside en su inconformismo. Empeñado en encontrar los estímulos necesarios para meterse en el partido, generó una primera situación de peligro en un disparo de Guti que se perdió junto al poste. Aunque la acción que pudo haber cambiado los acontecimientos se produjo en el minuto 70, cuando Sergi Puig sacó de forma inverosímil en la línea de gol un remate de cabeza de David Toro, que había entrado en lugar de Raúl Torres. El rechace fue a parar a Dani Sánchez, pero el remate del lateral salió desviado.
Fue el toque de corneta desesperado de los egarenses, que acudieron a argumentos más emocionales que futbolísticos para intentar lo imposible en los instantes finales del encuentro. Àlex Fernández anduvo cerca del gol en un disparo que salió junto al poste, Daisuke remató por encima del larguero en otra buena acción de ataque y Toro estuvo a punto de desviar a gol un envío al área de Dani Sánchez.
CE L’HOSPITALET 2
TERRASSA FC 0
CE L’HOSPITALET. Sergi Puig, Ñoño, Sierra, Savall, David García, Edipo, Óscar García, Ripoll, Velillas, Agi y Dani Fernández. Joan Inés suplió a Savall en el minuto 16; Eudald y Cristian Gómez a Edipo y Óscar García en el 46.
TERRASSA FC. Ortega, Dani Sánchez, Sergi Valls, Yaya, Guti, Guzmán, Jonathan Ferreira, Raúl Torres, Daisuke, Fran Piera y Nils. Toro suplió a Raúl Torres en el minuto 53; Carreón a Nils en el 62; y Àlex Fernández a Fran Piera en el 70.
Árbitro. Miguel Ángel Moreno Villaécija. Amonestó a David García, Ripoll, Sergi Valls, Guti, Toro y Cristian García (entrenador Terrassa).
Goles. 1-0, minuto 8, Óscar García; 2-0, minuto 51, David García.