Rafael Aguilar vivió los Juegos Olímpicos de Barcelona como segundo entrenador de la selección española de waterpolo. Había participado como jugador en Los Ángeles’84 y posteriormente lo hizo como seleccionador español absoluto en Pekín y en Londres. Aguilar se convirtió en la puerta de conexión entre los componentes de la selección y un entrenador, Dragan Matutinovic, de cuyos duros métodos tanto se ha hablado. En la recordada final contra Italia tuvo que dirigir al equipo dado que Matutinovic fue expulsado en el tramo final del encuentro. Aguilar recuerda el sentimiento que invadió a los componentes de la selección después de la derrota y de aquella medalla de plata tan llorada. "Cuando aquello se acabó sientes una tristeza enorme", explica. "Teníamos conciencia de que aquel era un momento histórico. Aquella medalla de plata sólo la digerimos cuando se ganó el oro en Atlanta cuatro años después. Ya éramos los mejores, era el punto y final", explica aunque él no formó parte de aquel equipo campeón olímpico. "No es lo mismo perder una final en casa que a diez mil kilómetros de distancia. Si ganas en casa es apoteósico, pero si pierdes es mucho más doloroso para todos."
