Si las utopías están para soñarlas y los sueños para cumplirlos, el Terrassa FC ha ido alcanzando esos designios de un modo escrupuloso. Cuando encajó en Manlleu su última derrota, hace de ello un mes y medio, pareció adivinarse en el horizonte la bandera blanca de rendición. A cuatro puntos del cuarto y en una dinámica demasiado irregular, el “play off” se había convertido en una utopía inalcanzable para un equipo descosido por las lesiones e invadido por las dudas futbolísticas. Pero el vestuario soñó con lo imposible y una parte de la afición se colgó de ese mismo propósito bajo un lema que ha ido acompañando la trayectoria del equipo en estas últimas semanas: “Pobre del que quiera robarnos la ilusión”, reza una pancarta que resume el espíritu colectivo de este período de redención. Creyeron unos pocos, pero a fuerza de victorias convencieron a los demás. Y en pocas semanas la utopía soñada ha pasado a ser una realidad gracias a seis victorias consecutivas, la última de las cuales, en Figueres, ha dado a los egarenses la tercera posición de la tabla clasificatoria. El escenario ha cambiado a golpe de fe y a dos jornadas del final, con el Vilafranca a un punto y el Sant Andreu a dos, el “play off” está al alcance de la mano. Faltan cuatro puntos.
Durante este trayecto, el Terrassa ha construído una realidad prometedora. Se ha ordenado defensivamente de forma ejemplar (acumula seis partidos sin recibir ningún gol), ha distribuido las funciones de cada futbolista de modo racional y de cada partido ha hecho una historia propia sin miradas inapropiadas hacia el futuro inmediato.
Conocido antes del partido ante el Figueres el empate del Sant Andreu en Vilassar (después vendría la derrota del Vilafranca en Olot), el Terrassa FC afrontó este trasdencente partido con una ambición sobresaliente y cuajó un partido soberbio, impecable en cada momento del mismo. Vacas tuvo que apedazar su alineación como pudo, situando a Marc de Val en el centro de la defensa para suplir la ausencia del sancionado Joel y a Guti en el lateral izquierdo ocupando la plaza de David López. Bermu tuvo cabida en el centro del campo.
Ambición y victoria
Pese al déficit que generan ausencias tan significadas, el Terrassa demostró que su mejor virtud en el momento actual radica en el valor de su idea colectiva, por encima de los nombres propios. Marc de Val, sin ir más lejos, hizo un partido ejemplar en defensa y Guti cuajó una actuación sobresaliente. Sobre esa idea de fortaleza grupal, el Terrassa tuvo una puesta en escena magnífica, imponiendo su fútbol desde el primer minuto, mostrando una ambición indiscutible y descartando el empate como resultado aceptable en una jornada tan propicia.
Pese a la dificultad que el viento imprimió al partido, el conjunto de Agustín Vacas saltó al terreno de juego con la idea de imponer su personalidad. Arropado por más de 150 seguidores en las gradas, el conjunto egarense se hizo dueño del balón de entrada e imprimió al partido el ritmo que más le convenía. Aunque las ocasiones de gol escasearon, el Terrassa mereció ponerse por delante en el marcador en el minuto 19, después de una magnífica carrera de Nils en el carril izquierdo que Joan Grasa acabó con un magnífico remate de cabeza que salió ligeramente desviado. En el minuto 28, el colegiado anuló un gol a Amantini por fuera de juego tras un lanzamiento de falta y poco después perdonó la expulsión a Ferrón. El Figueres, por su parte, especuló de forma notable y únicamente generó peligro en una acción de Ferrón en el minuto 37, cuyo remate desvió la cabeza de Amantini.
El Terrassa salió desbocado tras el descanso, ávido de un gol que situase el encuentro en el escenario pretendido. En tres minutos se produjeron dos situaciones propicias para ello, la primera a cargo de Velillas, cuyo disparo salió rozando el poste, y la segunda de Àlex, que remató de forma defectuosa un buen balón en el área tras una excelente acción individual de Joan Grasa. Pero la insistencia del Terrassa tuvo la recompensa deseada en el minuto 51, en otra buena jugada nacida en las botas de un magnífico Joan Grasa que Nils cedió a Velillas para que éste, en una posición envidiable, marcase el tanto que acabaría siendo definitivo.
Con el marcador favorable, el Terrassa concedió tiempo de posesión al Figueres. Se ordenó de forma ejemplar en defensa, hizo de la solidaridad en el trabajo su principal argumento futbolístico y esperó que algún error del Figueres le diese metros de espacio para correr al contragolpe, donde Pol Ballesteros estaba dejando su selló personal.
Fue este jugador quien tuvo la primera oportunidad de ampliar la diferencia, con un disparo cercano al larguero en el minuto 58. Diez minutos más tarde, Àlex Fernández no pudo resolver de forma favorable una acción contra el portero Gallego.
A diez minutos del final, el Figueres se quedó con un futbolista menos por la expulsión de Masó. Y con el marcador a favor, superioridad numérica y un fútbol superior, el Terrassa gestionó el tramo final del partido con escasos problemas. Incluso en ese tramo debió haber marcado el segundo tanto en una falta que Velillas envió a la escuadra del marco del Figueres en lo que hubiese sido un magnífico colofón a un partido redondo.