A punto de cumplir los 37 años, la guardameta rubinense afincada en Terrassa Ana Copado es la jugadora más veterana de cuantas integran la División de Honor femenina. Llegó al CN Terrassa tras regresar de los Juegos de Londres en 2012 y está viviendo una suerte de segunda juventud en el equipo que dirige Xavi Pérez, en el que milita por quinta temporada consecutiva y es uno de los referentes de la plantilla terrassense.
¿Cómo lleva eso de ser la jugadora más veterana de la Liga?
La vida deportiva de las porteras es más larga. Al ser, con diferencia, la jugadora más veterana, en todas las entrevistas me lo preguntan. Yo entiendo que en el waterpolo la gente se retire pronto, ya que no es un deporte remunerado. Conforme te haces mayor aparecen otras prioridades. Pero yo aquí sigo, aunque sí me he planteado retirarme.
Pero ni lo ha hecho ni parece que tenga pensado hacerlo.
Es que disfruto tanto jugando que para mí no supone ningún tipo de sacrificio. Al contrario. Algunos días cuesta ir a entrenar, pero al final el waterpolo lo compensa todo.
Este verano, por ejemplo, se retiraron dos de sus compañeras de equipo, la capitana Maribel Cuesta y la goleadora Gemma Gutés.
Sí. Cada una tiene sus prioridades. En el caso de Maribel influyó mucho la lesión y a Gemma le costaba compatibilizar el waterpolo con su trabajo. Yo, por suerte, puedo combinar bien ambas cosas.
¿Ser la más veterana de la Liga implica que la retirada se acerca?
No. Es algo absolutamente circunstancial. No me planteo retirarme. Llevo como ocho temporadas diciendo: sólo una más. En realidad, en 2008, estuve muy cerca de retirarme. Lo tenía clarísimo. Fui a un Preolímpico con la selección. Las cosas no fueron bien. Jugaba en el Mediterrani y esa temporada acabé muy quemada. Pero me convencieron para fichar por el Montjuïc y recuperé las ganas de jugar.
¿Vé cerca su retirada?
Dentro de un mes cumpliré 37 años. Soy realista y sé que mi retirada está muy cerca. Pero si por mí fuera no me retiraría nunca. Seguiría jugando hasta que el cuerpo aguantara. He tenido la suerte de no sufrir lesiones importantes. No tengo 20 años y el cuerpo ya no se recupera igual. Con la edad, ganas en experiencia y pierdes en otras cosas. Pero también hay que dejar paso a las nuevas jugadoras.
¿Entrenar se convierte en una obligación muchos días?
Es que nosotras entrenamos cada día. Y algún día acabas tarde en el trabajo o te encuentras mal. Yo he tenido siempre un gran compromiso en los equipos donde he estado. Si te comprometes en algo debes hacerlo al cien por cien. Soy muy disciplinada en este sentido. Pero hay días en que preferirías ir a tomar una cerveza con tus amigas que lanzarte al agua.
¿Qué tal es la convivencia con su compañera en la portería, Sandra Domene, con quien se reparte los minutos?
Excelente. Si decidiera retirarme esta temporada, me quedaría tranquila porque sé que la portería del Terrassa queda en buenas manos. Sandra es una portera extraordinaria. Es muy joven y le queda camino por delante, pero puede asumir el reto de liderar ella sola el equipo.
El año pasado quería retirarse.
Sí. Pero Xavi Pérez me convenció de que todavía me necesitaba. Dudaba, pero él me convenció y estoy encantada de haber continuado.
¿Quienes son, para usted, las mejores porteras de España?
He tenido la gran suerte de poder entrenar siempre con las mejores. Llegué a la selección española muy joven y las porteras que tenía por encima eran muy buenas. Patricia del Soto, por ejemplo, fue una de las mejores porteras de España. He aprendido cosas de todas. Laura Ester era mi suplente en el Mediterrani y luego yo fui su suplente en la selección, en los Juegos de Londres.
¿Le hizo mucho daño que Micki Oca no le diera ni un segundo en esos Juegos? ¿Lo ha hablado con él?
No. No he hablado con él ni pienso hacerlo. Tenemos una gran relación. No puedo decir nada malo de él. Al contrario. En Londres tuvimos un cruce fácil ante Gran Bretaña. Ya ví que si ahí no jugaba, ya no iba a jugar, a no ser que la final la perdiéramos o la ganáramos de mucho.
Pero no le dio ni unos segundos cuando la final estaba ya perdida.
Sí. Todo el mundo me dice lo mismo. Yo creo que no pensó en ello. Era un momento muy delicado. Era su primera final olímpica como entrenador. Estábamos todos tan tensos que creo que ni se le ocurrió. Por otro lado, nuestra filosofía de equipo era no bajar nunca los brazos. La imagen del equipo tenía que ser esa, de lucha. Y meterme a mí por Laura era como dar la señal de que ya se podían bajar los brazos. Es por eso que no me sabe mal que no me hiciera jugar, tanto si es porque no se acordó como si es por esto último. Esa final, además, la estábamos jugando todas. Las que estaban en el agua y las que estábamos fuera. Mi rol era otro. Y quizás yo tampoco hubiera disfrutado de esos minutos. Estábamos perdiendo el oro y estaba triste.
¿Esa plata de Londres fue su mejor momento deportivo?
Sin duda. Era nuestra primera participación en unos Juegos Olímpicos y nos metimos en la final. Aún sin jugar, estar en una final olímpica es una experiencia tan brutal que lo compensa todo. Colgarse una medalla olímpica es el sueño de cualquier deportista. Llevábamos mucho tiempo persiguiendo esa medalla. Yo disputé los Preolímpicos para Atenas 2004 y Pekín 2008 y nos quedamos fuera.
¿Su mejor recuerdo olímpico?
Recuerdo sobre todo la villa olímpica, la inauguración, el momento de subir al podio. Después de la entrega de medallas nos tocó a mí y a Pili Peña pasar el control "anti-doping" con el doctor Estiarte. Al acabar fuimos los tres solos a tomar algo. Fue un gran momento.
¿A qué atribuye ese éxito fulgurante del waterpolo femenino?
Más que una selección, éramos un equipo. Éramos compañeras y amigas. No había envidia alguna.
Algo parecido pasa ahora en el Natació Terrassa, aunque sin títulos.
Exacto. Pese a la diferencia de edad, me llevo genial con mis compañeras. Es un gran placer formar parte de la familia del CN Terrassa.