Eran poco más de las nueve de la mañana del domingo día 22 de enero cuando Adrià Royes Riera (46 años) y su hija Atena (14 años) esperaban en el andén de la estación de Terrassa Rambla la llegada del convoy que debía conducirles a la línea de salida de la Mitja Marató de Terrassa. Eran unos de los participantes más especiales que iban a tomar parte en la decimoctava edición, la de la mayoría de edad, de una prueba que corrían por primera vez. Más allá de ser padre e hija, Adrià y Atena forman un equipo muy especial, el Team Atena. Lo crearon hace cosa de un año y se dedican a disputar diferentes pruebas atléticas. Han completado ya con éxito cuatro maratones y dos medias maratones, la última la de Terrassa, en que lograron un tiempo de 1.34′. Y quieren más.
Comenzaron su andadura en la maratón de Barcelona del año pasado. Siguieron con las de San Fermín de Pamplona y la de Zaragoza, para abordar a continuación la más icónica, la de Atenas. Adrià la define como "la auténtica". "Debería ser una cita ineludible para cualquier maratoniano", explica este terrassense que reside en la localidad de Sant Gregori, a 7 kilómetros de Girona. Las dos últimas experiencias del Team Atena son medias maratones, la de Figueres en diciembre y la de Terrassa en enero. Esta última les sirvió de preparación para la maratón de Barcelona, que disputarán el próximo 12 de marzo.
Tristeza, lucha y alegría
A sus 14 años, Atena es el auténtico motor del equipo. Nació en mayo del año 2002 con una malformación denominada "síndrome de la cloaca". Se trata de una enfermedad rara que afecta a menos de 1 de cada 200.000 nacimientos y la ha obligado a pasar múltiples veces por el quirófano. Se le salió el intestino, tuvieron que reconstruirle el ano, la uretra y la vagina. Después llegaron los problemas con los riñones y ahora con la columna vertebral. Tuvo que sufrir siete intervenciones quirúrgicas en la espalda. Pero se quedó en silla de ruedas hace dos años y medio.
Los médicos han ido resolviendo muchos de esos problemas, pero no el de la espalda, lo que la obliga a permanecer en una silla de ruedas. En una de estas operaciones de columna vertebral le apareció una paresia aguda en una pierna y otra parcial en la otra. Estaban ante una parálisis. El golpe fue duro: se acabaron las excursiones por el bosque, los juegos de arqueólogos y las carreras en bicicleta junto a los riachuelos con sus hermanos. Desde entonces vive en silla de ruedas.
Enfermedades no rentables
La silla es la misma que, con el añadido de una rueda delantera para ganar en aerodinámica, utiliza en las maratones. La suya es una de esas enfermedades a las que se dedican muy pocos esfuerzos, "ni en investigación ni en farmacia". Como dice Adrià, "no son enfermedades rentables". Y fue entonces, al verse en una silla de ruedas, cuando la nieta del ex alcalde de Terrassa, Manuel Royes, tomó una decisión firme: pese a todo lo que había sufrido, o sobre todo por todo lo que había sufrido, o especialmente por todo lo que habían padecido ella, sus padres Adrià y Natalia y sus hermanos Jofre, Aiant y Enees, quería ser feliz. No iba a rendirse y no lo hizo. Ni lo hará. Su sonrisa no puede ocultar ni la felicidad actual ni el sufrimiento pasado, el más íntimo.
"Esto de participar en carreras me encanta; es muy chulo. El resto de corredores nos animan. Muchas veces ayudan a mi padre cuando hay una cuesta. Mi misión fundamental es ocuparme de controlar el tiempo. Hoy no hace muy buen día. Espero que no llueva. A lo que más miedo le tengo es al frío", explica Atena Reyes Arteche esbozando una sonrisa cómplice, la sonrisa de una niña que se ha empeñado en ser feliz y lo ha conseguido.
"Después de asimilar que Atena se había quedado en una silla de ruedas, pensamos en qué hacer para animarnos y vivir la vida de otra forma. Y una de las cosas que se nos ocurrió fue correr. Correr juntos. Y lo hemos conseguido. Nos lo pasamos muy bien", comenta Adrià cuando la cabeza del tren asoma ya por el fondo del túnel.
Un café contra el frío
El tren se detiene en la estación Terrassa Estació del Nord y los dos miembros del Team Atena buscan un ascensor para llegar a la superficie. Fuera les golpea el frío y varias bocanadas de viento. Deciden tomar algo caliente en un bar para entrar en calor antes de dirigirse a la línea de salida, donde salen los primeros, antes incluso que las grandes estrellas mediáticas de la carrera. El recorrido por las calles de Terrassa, una Terrassa que Atena apenas conoce pero siente como suya, transcurre sin sobresaltos. Donde más sufren es en las cuestas. Pero la gente les anima por las calles, les aplaude.
Adrià cruza la meta con la espalda contracturada. Allí les esperan la familia y los amigos. Y es entonces cuando la sonrisa de Atena, esa sonrisa eterna de quien se ha decantado de forma innegociable por la felicidad, vuelve a resurgir.