Todo comenzó con un niño golpeando una bola primero con la mano y después con una pala de madera. Lo que comenzó como un juego de niños acabó alcanzando las cotas más notables a las que puede aspirar un deportista: una medalla olímpica. El nombre de Pere Fité (que cumplió 60 años el sábado) está indisolublemente asociado al deporte del frontenis y a la ciudad de Terrassa. La aparición y la eclosión de esta práctica deportiva en nuestra ciudad está íntimamente ligada a la figura de este deportista olímpico, que el pasado sábado cumplió 60 años. El CD Terrassa ha querido reconocer la labor pionera de Fité con una exposición que podrá visitarse durante los seis próximos meses en las instalaciones de Les Pedritxes, el club en el que Fité desarrolló una larga y fructífera carrera deportiva de más de medio siglo. El otro fue el Epic Casino del Comerç, donde ejecutó su formación.
"Cuando miro hacia atrás y veo todos los recuerdos de mi carrera, parece que no sea yo, que pertenezcan a otro. Para elaborar la exposición he desenpolvado cosas que ni sabía que tenía. Estaban en mi casa, formaban parte de mi paisaje cotidiano, pero hasta que no las he visto expuestas en unas vitrinas no he sido consciente de la dimensión real que tenía todo aquello. de todo lo que hice. De todo lo que hicimos, de todo lo que éramos y todo lo que representábamos", apunta Fité, que dejó el frontenis tras dieciséis años como integrante de la selección española absoluta, con cuatro Mundiales a cuestas (un oro, una plata, un bronce y un cuarto puesto) y unos Juegos Olímpicos, que pudo festejar en casa en 1992 y en los que se colgó la medalla de plata.
Una retirada rotunda
Desde que finalizaron los Juegos de Barcelona, Fité no ha vuelto a pisar un frontón. Hace ya casi 23 años. No acierta a dar una razón. Comenzó a jugar con 9 años y se retiró con mayúsculas y para siempre a los 37. "Para mí, el frontón es algo que ha quedado diluido en el tiempo. Forma parte del pasado. Nunca me ha interesado volver a jugar. No he vuelto a coger una pala. Pasó. Acabó". Lo dice a media voz, con las dosis justas de convicción, emoción y sensibilidad de quien sabe que ha sido muy grande. Un ídolo, o lo más parecido a un ídolo que podía ser un chico que creció pegándole duro a una bola en el viejo frontón del Natació Terrassa, un frontón que tampoco existe.
Pero sí está su recuerdo, el de Pere Fité, uno de los pocos olímpicos egarenses que pudieron ser profetas en su tierra. La suya es una historia invisible para muchos. Porque su deporte era minoritario. Y además ha pasado de moda. Su medalla de plata en los Juegos de Barcelona es algo así como una medalla fantasma para muchos. No la ganó jugando a hockey, como muchas de las que han convertido Terrassa en la ciudad más olímpica del mundo. Pero no por olvidada o minoritaria merece menos reconocimiento. Estará expuesta en los próximos meses en su club, el Club Deportiu Terrassa. Junto a mil y un objetos más de un deporte que en la Terrassa de los setenta y los ochenta fue un auténtico "boom", algo así como lo que sucedería años después con el pádel.
Pero como relata el propio Fité, con él acabó esa pasión por el frontenis. El "boom" acabó, coincidiendo con su retirada. Y las paredes de los frontones comenzaron a caer. "Yo pertenezco a otra época. Antes practicábamos muchos deportes. Jugábamos en la calle al salir de la escuela y continuábamos los fines de semana. Yo jugué a casi todo y me quedé con el frontón. Había muchísimos frontones en Terrassa y la afición era enorme. !Ganábamos dinero con el frontón! Ahora quedan sólo dos en la ciudad, que yo sepa", lamenta el campeón del mundo y subcampeón olímpico al echar la vista atrás.
Rodillas castigadas
Medio siglo de entrenos y partidos incesantes le han pasado factura, especialmente en las rodillas. "Nunca he sufrido lesiones de importancia, pero las rodillas las tengo muy castigadas. Tanto que ahotra que tengo tiempo libre, no puedo salir ni a correr. Lo único que no he dejado es el tenis. El motor lo tengo perfecto. Mi problema es el chasis", explica quien, paradojas del destino, dejó de lado en su momento un deporte al que ha acabado volviendo. "En mi época sólo jugaban a tenis los ricos. Entonces, tener una raqueta, para jugar a lo que fuera, era un auténtico lujo. Hasta los 14 años, yo jugaba con una pala de madera. Mi primera raqueta me la compró entonces mi madre. Le costó quince pesetas.
Camino de vuelta al CD Terrassa
Y allí empezó todo. Cruzó del Club Natació Terrassa, donde comenzó aprendiendo a nadar a los 3 años, para enrolarse en las filas del CD Terrassa, que estaba justo delante. Sus inicios, sin embargo, los pasó en el Epic, donde jugó entre los 14 y los 24 años. A partir de los 25 y hasta día de hoy pertenece a la disciplina del CD Terrassa.
Pere Fité destacó pronto y fue quemando etapas a una velocidad de vértigo. A los innumerables campeonatos de Terrassa y de Catalunya ganados pronto comenzarían a unírseles los Campeonatos de España. Llegó a disputar un total de diez finales. Se adjudicó cinco y perdió las otras cinco. Curiosamente, las cinco que ganó lo hizo formando pareja con Xavi Sellarès, mientras que las cinco que perdió fue jugando junto a Ferran Velasco, quien en 1992 sería su compañero en esa mítica final olímpica de Barcelona que acabaría en plata.
Este ingeniero técnico químico téxtil ha compaginado durante 25 años su pasión por el frontenis con su trabajo. Su tenacidad y esfuerzo le llevó a lo más alto dentro de un deporte en el que Terrassa llegó a ser una potencia. Los años previos a la cita olímpica de Barcelona fueron en los que Fité estuvo más cerca del profesionalismo. "Tuve una beca ADO durante tres años. Los Juegos se celebraban en casa y el nivel de exigencia era máximo. Es cierto que en Barcelona’92 había mucho dinero, pero estaba acompañado de muchísimo esfuerzo y dedicación. Y se recogieron excelentes frutos en forma de medallas", dice. La suya no es ninguna de las 22 que aparecen en el medallero oficial, pero la llevará grabada en el corazón durante toda la vida.