A los 39 años y tras 22 como futbolista, Toni Arjona ha decidido colgar las botas. Lo hará esta tarde en el último partido de Liga entre el San Cristóbal y el Lliçà de Vall. La despedida oficial, sin embargo, tendrá lugar el domingo 28 de junio en un amistoso donde el centrocampista se reencontrará con amigos como Piti (Granada), Cristian (Sabadell), Ángel, Raúl Calvo, Hassen o los técnicos Miquel Olmo y Rafa Bermejo. Sus obligaciones profesionales le absorven cada vez más y ha decidido que a partir de ahora jugará sólo para pasárselo bien.
¿Cuándo supo que había llegado el momento de decir basta?
Es algo que pensaba desde el año pasado. Pero no quería irme con el mal sabor de haber bajado al equipo como entrenador. El presidente confió en mí y en David Hinojo y opté por seguir un último año como jugador. Aún me sentía futbolista y no quería acabar mi carrera de esa manera. Queríamos subir al equipo, pero no ha podido ser.
¿Se va satisfecho con la última temporada que ha vivido?
El objetivo no era subir, pero después de la gran primera vuelta que hicimos y con la plantilla que teníamos, subir era casi obligado. Pero hemos sufrido lesiones de jugadores importantes. Y la plantilla es muy joven. La mentalidad de los jóvenes de ahora no es la misma que teníamos nosotros.
¿Tienen menos implicación?
Digamos que a algunos les cuesta mantener una regularidad semana a semana. Pero para muchos chicos esta ha sido una buena temporada de aprendizaje. El año que viene deben marcar diferencias.
¿Qué tal con su entrenador, Quique Castro?
Genial. Si he seguido jugando un año más es en parte por él. Quería seguir jugando y me ilusionaba hacerlo junto a él. Sabe que aunque deje de jugar me tendrá al lado para todo lo que necesite, pero sin ninguna responsabilidad.
Han sido 22 años ininterrumpidos.
Sí. Ahora ha llegado el momento de pensar en otras cosas y de hacer otras cosas. Seguiré jugando con los veteranos y entrenaré con el primer equipo, pero cuando me apetezca. No quiero tener esa obligación. Si me apetece salir a cenar con mi mujer un viernes, voy a hacerlo. Hasta ahora no he podido.
Habrá tenido alguna oferta para la próxima temporada.
Algo ha habido. Algún equipo de Terrassa se ha interesado en mí, pero tenía claro que iba a acabar mi carrera en el San Cristóbal. Lo que sí quiero hacer es entrenar un par de días a la semana y jugar con algún equipo de veteranos. Lo necesito. Quiero seguir disfrutando del fútbol, pero a otro nivel.
¿No le tienta la posibilidad de entrenar? En realidad ya se estrenó la temporada pasada.
Quiero sacarme el título de entrenador. Me planteo acabar entrenando, pero no de forma inmediata. Me gusta gestionar grupos. Seguramente acabaré entrenando. La experiencia del año pasado en el San Cristóbal fue muy bonita. La viví con una gran ilusión. Faltaban siete jornadas, estábamos descendidos y todo el mundo venía a entrenar. Eso dice mucho de la implicación de esos futbolistas.
Imagino que el partido de hoy ante el Lliçà será especial para usted.
Será mi último partido federado, en un club donde he estado nueve años. Con algunos compañeros llevo cuatro años jugando. Va a ser un día emocionante. Lo tengo claro.
El 28 de junio tendrá su partido de homenaje con el enfrentamiento entre el San Cristóbal y un combinado de ex compañeros suyos.
Me hace una ilusión especial. Podré reencontrarme con gente con la que he compartido muchos años de fútbol, como Piti, que juega ahora en Primera División con el Granada, Cristian, Manolo Jiménez, Ángel, Lolo, Raúl Calvo, Peke y Hassen, así como los entrenadores Miquel Olmo y Rafa Bermejo.
¿Le da miedo echar de menos el fútbol?
No tengo miedo de dejar de jugar. Lo que sí me da miedo es no saber adaptarme a esta nueva situación. El gusanillo de la competición no lo tendré, pero es algo por lo que tengo que pasar. Deberé pelearme interiormente conmigo mismo. Es un punto de inflexión dentro de mi vida. Pasaré de haber competido todos los domingos durante 22 años a dejar de hacerlo. No sé como voy a gestionarlo.
¿Le ha tratado bien el fútbiol en estas dos últimas décadas?
Estoy superorgulloso. Tengo las puertas abiertas en todos los clubs donde he estado y guardo amigos en todos ellos. No he tenido ningún problema con nadie. Mi único mal recuerdo es el del Terrassa.
¿Cuáles de los equipos en los que ha jugado siente más como suyos?
Por supuesto el San Cristóbal, que es como mi casa y tengo una excelente relación con el presidente, Miguel Ángel Moreno. Después, Premià, el primer equipo que me permitió jugar en Segunda División "B". Pero también Manresa, donde tuve un problema personal y estuvieron a mi lado. Y también en el Cornellà y el Sant Andreu.
Sorprende que el único lunar sea el del Terrassa, donde prescindieron de usted tras una gran pretemporada y sin darle explicaciones.
A mí no me sorprende. Como tampoco me sorprende la situación por la que atraviesa ahora. No es casual. Acabará bajando por impago. Es una pena. Cuando las cosas se hacen mal, tarde o temprano lo pagas. Yo tuve una mala experiencia. Me pregunto muchas veces hasta donde podría haber llegado si me hubieran dejado jugar esa temporada en Segunda "B" con el equipo de mi ciudad. Pero no me dejaron. Fiché con 24 años y una semana antes de empezar la Liga me dieron la baja.
¿Y su mejor recuerdo?
Sin duda, el ascenso a Segunda "B" con el Premià. Yo era muy joven y poder vivir eso fue increíble.
¿El peor?
Evidentemente, lo del Terrassa. Me dolió más que mi lesión en el metatarsiano, la única que he sufrido a lo largo de toda mi carrera.