El actor Pere Arquillué, de Terrassa, está de estreno. El lunes sube al mítico anfiteatro del Grec para dar a vida a Johnny, “el Gallo”, el protagonista de “Jerusalem”, una obra que habla sobre la libertad del individuo.
¿Cómo llegó a sus manos la obra “Jerusalem” de Jez Butterworth?
A través de la productora Focus y en la primera lectura me enamoré en seguida. La historia que cuenta este autor, relacionada con el individuo y la sociedad, es maravillosa. Tiene muchos puntos de conexión con la obra de Shakespeare. “Jerusalem” tiene mucha magia, misterio; tiene épica, poesía…Es un texto enorme. Es una reflexión sobre los viejos mitos y cómo buscar de nuevos.
¿Es la primera que se estrenará en Catalunya?
Sí. Es una obra que se ha representado en Inglaterra, de donde es el autor, y en Estados Unidos, pero no aquí. La estrenamos el día 1 en el marco del Festival Grec, en el anfiteatro (un espacio mítico y me hace mucha ilusión), y después la representaremos en Barcelona y Madrid y haremos gira por Catalunya y otras comunidades autónomas.
Estreno por todo lo alto
Sí, estamos muy ilusionados. Hemos trabajado muy duro pero estamos satisfechos del resultado. Esperamos que el público lo reciba con máximo agrado.
Usted encabeza el montaje interpretando al protagonista, Johnny Byron, apodado “el Gallo”
Es un personaje muy especial. Vive en un bosque, con su autocaravana, ganándose la vida como puede como, por ejemplo, pasando droga a gente joven. Un buen día le comunican que tiene que abandonar el solar porque van a levantar una urbanización. Y este hecho, pura anécdota, servirá para reflexionar sobre muchas cosas. Johnny se resiste a irse; prefiere enfrentarse al sistema y mantener su apego a la naturaleza. Es un personaje fascinante porque tiene mucho para ser rechazado y amado. Es un Falstaff del siglo XXI; un pinta, un camello, un farsante, un genio, un rebelde, un poeta… Es una obra que ahonda en cómo vivimos y de cómo cambiar la manera de vivir. Es un clamor a la libertad individual.
Pero su libertad está condicionada a la colectividad y a las normas sociales. ¿El objetivo que persigue es una utopía?
Sí, la libertad plena del individuo no existe. Lo que intenta él es buscar nuevas utopías. Es una historia muy divertida y lírica. Si “Ângles a Amèrica”, de Tony Kushner, es el texto de referencia del siglo XX, “Jerusalem”, es el del siglo XXI. Al menos están entre los más representados.
¿Su personaje rebelde y poético en “Jerusalem” tiene algo de otros que haya protagonizado con anterioridad?
Es una mezcla de muchos porque es un ser muy complicado. Yo creo que tiene bastante de “Cyrano de Bergerac” porque es un personaje misterioso y poético como él.
¿Cómo ha sido el trabajo previo al estreno?
Con Julio Manrique, el director, ya había trabajado en “L’arquitecte”, de David Greig, que se estrenó en el Teatre Lliure. Fue en 2011. Hace tiempo pero teníamos muchas ganas de unir fuerzas otra vez. Nos conocemos desde que éramos niños y coincidimos como actores en el Teatre Lliure durante mucho tiempo. Pensé en Manrique porque es el director idóneo para “Jerusalem”. Está en su mejor momento profesional. Tiene ese punto de madurez necesario para afrontar un texto de esta dimensión. Ha cargado la mochila, cuenta con experiencia, pero al mismo tiempo, tiene espíritu joven; es una combinación ideal. Y qué decir del equipo artístico. Hay actores de gran calado, como Víctor Pi, y hasta dos niños de 7 años. Funciona como un reloj.
Esta es una obra que viajará mucho y que se representará en catalán y en castellano. ¿Le han pedido dedicación exclusiva?
Sí. Es una producción de un año de duración. Tras los tres días del Grec, del 1 al 3 de julio, nos vamos a septiembre, cuando empezaremos una gira por Catalunya hasta finales de octubre. Después nos instalamos en el Teatre Romea hasta Reyes de 2020. Y a continuación nos vamos a Madrid, con el Centro Dramático Nacional, y desde allí de gira por el Estado español.
Un compromiso de meses
Antes no me gustaba tanto. Prefería producciones más cortas, de dos meses, y cambiar. Pero ahora me complace más una producción de vida más larga como hemos hecho con “Art” y “Els veïns de dalt”. Esto te permite disfrutar más de la obra y del personaje.
El personaje de “Jerusalem” invoca libertad. ¿Que pide usted a su profesión?
Yo no me puedo quejar porque tengo trabajo. Lo que si pido para el colectivo es recuperar el canal entre el teatro y el espectador. No hay la asistencia de espectadores que necesitamos para materializar los proyectos. Hay que restaurar esta conexión. Y a nivel personal pido seguir con personajes como los que interpreto, que me ayuden a crecer como actor. Y quiero volver a la dirección a medio plazo. Ya estoy revisando lecturas.