En el verano de 2014, Pol Àlvarez Viciana (Terrassa, 1999) ofreció su primer concierto como solista en la Seu d’Ègara, y la audiencia se vio sorprendida por la calidad de un intérprete tan joven. “Solo tiene 15 años y toca fabuloso” nos dijo entonces Jordi Figueres, organista titular de Sant Pere. El pasado domingo, Pol Àlvarez ganó, por decisión unánime del jurado, el I Concurso Nacional de Órgano Francisco Salinas, organizado en Burgos por la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Un primer premio dotado con un concierto, en otoño, dentro de la programación del Instituto Municipal de Cultura de Burgos, y remunerado con tres mil euros, y otro, en uno de los órganos históricos de la provincia castellana, en verano, remunerado con seiscientos euros.
Reside actualmente en Stuttgart (Alemania). ¿Por qué decidió concurrir a este concurso de Burgos?
Por el jurado, que formaban grandes organistas, como Juan de la Rubia [el organista español de mayor proyección internacional, titular de la Sagrada Família de Barcelona], pero, sobre todo, lo que más ilusión me hacía era la oportunidad de tocar los instrumentos con los que se realizaban las actuaciones. Cada órgano del mundo tiene una personalidad y un alma propias.
¿Las pruebas del concurso?
Hubo una preselección, realizada por grabaciones que enviamos, con las cuales el jurado escogió los cuatro finalistas. Todos actuamos tanto el sábado en la catedral de Burgos (durante quince minutos) como el domingo en la iglesia de la Merced (media hora).
¿El órgano del sábado?
Un órgano ibérico, del siglo XVII, barroco, anónimo, que está ubicado en una pequeña capilla lateral, pero que es uno de los más importantes de Europa. Órganos así, de esa época, con tantos tubos originales y que suenen tan bien, no hay demasiados. Hace unos años lo restauró en Catalunya, en el taller que tiene en El Papiol, Gerhard Grenzing. Con este órgano de la catedral interpreté dos obras de Antonio de Cabezón, importante compositor burgalés del siglo XVI.
¿Y con el que actuó el domingo, en la iglesia de la Merced?
Aún era más interesante. Construido por Aristide Cavaillé-Coll, uno de los fabricantes de órganos más importantes del siglo XIX (dejó un legado de instrumentos por todo el mundo, muchos en iglesias de París), y cuyo abuelo era catalán. Un Cavaillé-Coll es el equivalente en órgano a un violín Stradivarius. Tiene unas características sonoras que lo hacen especial, y tocarlo fue el motivo que llevó a concursar a todos los participantes. Como es un órgano romántico, de sonoridad adecuada para las piezas de este período, con él toqué la “Coral número 2” de César Frank y la cuarta sonata de Mendelssohn.
¿Esperaba ganar el primer premio?
No. Además hubo un problema: una pieza se anunció con el nombre equivocado. Pensé que había sido yo quién lo había enviado mal, error que conlleva la descalificación. Pero quién se había equivocado era un miembro de la organización, y la cosa quedó en una anécdota. Los conciertos tuvieron mucho público, el sábado con pantallas por toda la catedral. También fue un placer compartirlos con los otros candidatos, todos grandes organistas. El tercer premio fue para otro catalán, Berenguer Montserrat, de Vilafranca del Penedès.
Inició sus estudios de órgano, en el Conservatori de Terrassa, a los 7 años. Una edad muy temprana y con un instrumento muy inusual.
Es una historia curiosa. A los 6 años estuve de vacaciones en San Sebastián, donde la iglesia de Santa María del Coro tiene un órgano del Cavaillé-Coll. Oí como sonaba, y con 6 años dije que quería tocar ese instrumento. Me enamoré de su sonido. Mis padres llamaron al Conservatori, y Jordi Figueras (profesor y entonces responsable del departamento de órgano) les dijo que le parecía muy interesante mi idea, y así comencé a estudiar órgano. Figueras me ha acompañado durante muchos años y, aunque yo tenía una gran pasión, y muy claro lo que quería hacer, ha sido gracias a su apoyo que he continuado. No hay muchos músicos que hayan comenzado directamente con el órgano. Después estudié piano para complementar la técnica.
Desde hace un año estudia en la Hochsule für Musik de Stuttgart. ¿Por qué este centro para continuar sus estudios de órgano?
Cuando tenía 18 años hice un curso de verano en Alemania, y entre que conocí a mi actual profesor, Jürgen Essl, y que unos compañeros me hablaron muy bien de esta universidad, una de las mejores de Europa para órgano, me decidí.
¿Y además de estudiar?
Soy organista titular y director de coro de una iglesia, y hago los conciertos que me van saliendo, en Alemania, Italia, Francia.