El Día Internacional de los Museos, el 18 de mayo, este sábado, cae en plena primavera y casi siempre amanece gris y acaba con lluvia. En esta edición, el tiempo también se mantuvo incierto y a ratos un tanto desgradable pero no frenó el ánimo de salir de casa. Lo demuestra la cifra de visitantes que, en Terrassa, superó los 3.700, la mayoría de los cuales en horario de sábado tarde y noche.
Miles de personas, pues, que salieron para disfrutar del fin de semana museístico en la ciudad. Aquí se sumaron de nuevo los tres centros de trayectoria dilatada: el Museu de Terrassa, el Centre de Documentació i Museu Tèxtil (CDiMT) y el Museu Nacional de la Ciència i la Tècnica de Catalunya (mNACTEC). Los tres celebraron jornada de puertas abiertas y el sábado, que era el día conmemorativo, prolongaron el horario hasta la medianoche en muchos de los espacios.
No hay duda de que los museos de noche ofrecen más miradas. De ello daban cuenta Carmen Prado y Xavier Ruiz, que acompañados de familia, habían ido al mNactec para dar un paseo por las "voltes" del Vapor Aymerich, Amat i Jové, el edificio industrial modernista más relevante del legado de Lluís Muncunill. "Hemos reservado una de las visitas para las "voltes" de la fábrica. El museo lo conocemos pero nos hacía ilusión pasearnos por la arquitectura de Muncunill de noche", comentó Carmen. Por igual se expresó Xavier. "Es una oportunidad para atraer público, especialmente si hay actividades complementarias. El mNACTEC ya es un museo muy interesante y subir a las "voltes" de noche me apetece mucho". En el mNACTEC, además de pasearse por la cubierta ondulada de la fábrica, se podía ver todas las exposiciones permanentes y temporales que acoge su interior. Y como novedad presentaba el "Theremin", uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos que suena sin que se toque. Es decir que no hay contacto físico entre el intérprete y el instrumento. sino que aquel aleja o acerca las manos a las antenas y estas reaccionan provocando variaciones de sonido o volumen. La demostración, a cargo de un músico e ingeniero, sonó como por arte de magia y cautivó a todas las edades.
Con la música del "Theremin" nos fuimos a otra parte, al Castell-Cartoixa de Vallparadís. Allí también iba de música pero en este caso no sonaba. El bello claustro del castillo medieval lucía su joya de la corona, una campana de iglesia del año 1638 que, probablemente, fue salvada durante los primeros meses convulsos de 1936. La pieza, del fundidor Gibert, destaca por su simbolismo iconógrafico religioso.
Mercè Garcia y Rosa Creus, disfrutando de las exposiciones del castillo (entre éstas la de "Dona i artista"), aplaudían la iniciativa. "Sería bueno que el Día Internacional fuera dos veces al año. Hay que promocionar los museos porque la gente va poco y aquí se aprende mucho", manifestaron. La campana de iglesia se observó en el más estricto silencio tal como, seguramente, pedía la visita al claustro al atardecer. Dejamos el castillo para adentrarnos en el CDiMT. Ocho siglos de historia separan los dos edificios. El CDiMT también recordaba músicas y de película. La Associació Retrofuturista Nautilus recreaba escenas del séptimo arte. El motivo no era casual. El museo tiene la muestra "Vestits de pel·lícula" por lo que ambas actividades se complementaban. Y, finalmente, la música fue de nuevo la excusa perfecta para cerrar la noche. Gipsy Nur Proyect ponía música de fusión entre la canción francesa y el jazz en la Casa Museu Alegre mientras que Paula Valls presentaba su trabajo "I M" enlazando música negra (soul, blues y jazz) y el folk más americanos.