Cultura i Espectacles

El artista Jordi Fulla fallece en su mejor momento creativo

Un auténtico mazazo recibió ayer el mundo de las artes plásticas en Catalunya al saberse del repentino fallecimiento de Jordi Fulla (Igualada, 1967, terrassense desde su primera infancia). El artista había participado el jueves en una mesa redonda del Museu de Can Framis de la Fundació Vila Casas, de la capital catalana, que actualmente acoge su celebrada exposición "Llindar i celistia". La madrugada del domingo le fue detectado un ictus que ayer al mediodía, y tras dos días en estado de coma, causó su fallecimiento en un hospital barcelonés, informó la Fundació Vila Casas.

Fulla residía desde hace muchos años en Barcelona, junto con su compañera, la también artista Jo Milne. Tenía su domicilio y un taller en el barrio del Poble Nou, que compartía con Jo Milne, y otro en la localidad de Hostafranchs (la Segarra), aunque seguía manteniendo su viejo estudio en Terrassa.

De mirada conceptual
La Fundació Vila Casas calificó ayer a Jordi Fulla de "destacado artista de la generación de los años noventa, que ha reivindicado la pintura desde una mirada conceptual", y de "prolífico creador del panorama artístico contemporáneo", y su desaparición, de "gran pérdida en el panorama artístico catalán". La muerte, además, le ha llegado "en un momento de madurez y máxima proyección creativa".

Can Framis tiene en exposición, hasta el 16 de junio, su extensa muestra "Llindar i celístia",culminación del proyecto itinerante "Llindars en el punt immòbil del món que gira". Había sido un "work in progress" con piezas presentadas desde 2015 en cinco espacios de Catalunya y Andorra. En Can Framis llegó a su punto final convertido en un conjunto de 34 obras que incluyen acrílicos y técnicas mixtas sobre soportes muy diversos e instalaciones. Concluye en una sala con dos grandes pinturas que sintetizan el proceso creativo del artista en torno a las cabañas de piedra seca como espacios de reflexión, refugio, pensamiento.

Prolífico y cosmopolita
Fulla ha sido uno de los artistas terrassenses más relevantes de su generación, y en la memoria de la ciudad es un nombre clave de la modernidad pictórica y cultural que emergió en la década de 1980. Trabajador incansable, su obra comenzó pronto a exponerse y a interesar muchos kilómetros más allá de Terrassa. Ya entre 1992 y 1997 vivió y trabajó en París, y en 2002 realizó varias muestras en Estados Unidos. Tres años después visitaría Japón, un viaje que en buena medida marcaría su pensamiento posterior. "Un artista de osamenta occidental fascinado por la mirada oriental", le definió Albert Mercadé, comisario de una de sus exposiciones más importantes de los últimos años, "Anatomia d’una illa a ulls clucs", realizada en 2017 en el Museu de Montserrat.

En Terrassa, Fulla había expuesto, entre otros espacios, en las salas Muncunill, Amics de les Arts, Soler/Casamada, Art Ricard y Espai G d’Art (donde hizo, en 2008, su última individual en nuestra ciudad). En 2001 y 2009 ganó accésits del Premi Ricard Camí, en otras de cuyas ediciones su obra fue seleccionada para la exposición.

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