Máxima expectación en el Auditori del Centre Cultural de Terrassa el pasado domingo por la tarde. El Ballet de Catalunya, la compañía residente en esa entidad, estrenaba “La bailarina de Picasso”, con coreografía de Remi Wörtmeyer, el creador y bailarín del HET National Ballet de Holanda que tanto éxito cosechó con una obra dedicada al pintor abstracto Piet Mondrian, estrenada el año pasado.
El espectáculo de homenaje a Olga Khoknlova, bailarina de los Ballets Rusos de Sergéi Diáguilev y primera mujer de Picasso, conquistó. La coreografía se deslizó como un cuento, transmitió sensibilidad y los bailarines se mostraron cómplices y entregados en todo momento.
El público así lo sintió. En cada escena hubo aplausos y al final fueron muchos. Hubo espectadores que corearon bravos y que se levantaron para premiar al joven elenco, a su creador, así como al equipo artístico que día a día trabaja para que la compañía se consolide como un referente del panorama de danza en Catalunya y fuera de aquí.
El hecho de que Wörtmeyer abordara primero Mondrian y después Picasso está justificado. El coreógrafo y bailarín es también pintor por lo que tiene interés por crear espectáculos donde la danza y la pintura sean protagonistas. En esta ocasión, el creador ha explorado en una etapa de la vida amorosa de Picasso. Es la que se refiere a su primera esposa, Olga Khoknlova, bailarina de los Ballets Rusos de Sergéi Diáguilev. El pintor malagueño la conoció en Roma a través de Sergei, quien le había encargado la escenografía y los figurines para el nuevo ballet “Parade”, basado en un poema sobre el espíritu de la modernidad de Jean Cocteau con música de Eric Satie.
Olga y Picasso se enamoraron y contrajeron matrimonio. Todo marchaba bien hasta que el pintor conoció a la joven francesa Marie Térèse Walter, que se convirtió en amante. La pareja se truncó. Olga, muy afectada emocional y físicamente, se retiró con el hijo que había tenido con Picasso al sur de Francia. Se cuenta que la bailarina le pidió el divorcio pero que nunca llegó a materializarse. Sobre este triángulo amoroso, Wörtmeyer ha construido la pieza estrenada. La obra traza este recorrido de amor y desamor de la bailarina y enfatiza los instantes bellos y dolorosos.
Danza y teatro
El espectáculo respira un tratamiento integral. La danza es esencial pero también lo es el teatro gestual; la expresión mímica de los bailarines acentuando las diversas situaciones. Y todo ello se completa con unos figures de un gusto exquisito y una escenografía minimalista precisa para recrear cada ambiente. “La bailarina de Picasso” aparece como un cuento y brinda composiciones preciosas, festivas y estados de ánimo emotivos. Nos presenta y nos evoca a esta bailarina felizmente enamorada que, cuando supo de la amante, hizo un descenso a los bajos fondos. Nos sumerge en una danza que recorre el clásico (el romanticismo de ensueño y el dramático más intenso) y también la contemporaneidad (el baile moderno, el de los musicales, en las galerías Lafayette de París).
Y, en paralelo , vemos apuntes de los Ballets Rusos en Europa, en París, donde triunfaron por rodearse de pintores, escritores y músicos, entonces innovadores y modernos. Y nos adentramos también en algunas pinturas de la obra Picassaniana, donde aparecen los retratos de sus dos mujeres, Olga y la amante.
La nueva creación de Wörtmeyer es singular y atrevida por su temática y composición, y los bailarines la defienden con cuerpo y alma. Esperamos que este homenaje a la bailarina, a la danza y a la pintura, tenga largo recorrido.
“La bailarina de Picasso”
Coreografía de Remi Wörtmeyer. Música: Igor Stravinsky. Compañía: Ballet de Catalunya. IntérpreteS principales: Rebecca Storani (Olga Khokhlova), Lorenzo Misuri (Picasso) y Sofia Pagani (Marie Thérèse). Día 7 de abril. Centre Cultural Terrassa