Un total de 2.195 kilómetros de la red viaria catalana presentan un riesgo alto o muy alto de sufrir un accidente grave o mortal, la cifra más elevada de los últimos seis años, según ha advertido hoy el RACC, que ha alertado de que se ha estancado la reducción de la mortalidad viaria en Cataluña.
Así se desprende de la 17 edición del estudio de evaluación de carreteras EuroRAP, elaborado por el RACC, que sitúa por tercer año consecutivo a la carretera de l’Arrabassada (BP-1417), entre Barcelona y Sant Cugat del Vallès (Barcelona), como el tramo con mayor riesgo de accidente grave o mortal, principalmente para las motocicletas.
El estudio ha analizado 6.362 kilómetros de la red viaria catalana, que concentran el 91% de la movilidad y el 80% de los accidentes con muertos y heridos graves en Cataluña, y concluye que el 34% de los tramos analizados tienen un riesgo alto o muy alto de sufrir un accidente, especialmente en la demarcación de Lleida.
Después de l’Arrabassada, los otros puntos negros de la red viaria catalana son la BV-5001, entre Martorelles y Vilanova del Vallès, la C-37, de Alcover a Valls, la PB-2121, de Vilafranca del Penedès a Sant Martí Sarroca, y la C-14, de Ponts a Bassella.
Según el informe, el riesgo de sufrir un accidente en una carretera convencional, con un solo carril por sentido, es cuatro veces superior que en las autovías o autopistas, hasta el punto de que los diez tramos con mayor riesgo de accidente son vías de calzada única.
Además, el estudio pone de relieve que las motocicletas están involucradas en el 43% de los accidentes con muertos y heridos graves en carretera, especialmente en el área de Barcelona, si bien suponen menos del 5% de la movilidad total.
En rueda de prensa, el presidente del RACC, Josep Mateu, ha lamentado que las políticas públicas para reducir la accidentalidad, como el carné por puntos, han bajado “mucho” su eficiencia y ha advertido de que las inversiones para el mantenimiento de las carreteras se han reducido un 67% en los últimos años.
Por su parte, el jefe de estudios de movilidad del RACC, Martí Massot, ha alertado de que, tras una reducción de la mortalidad en carretera del 61% entre 2000 y 2010, la disminución de la mortalidad se está estancando y únicamente ha bajado un 29% en los últimos ocho años, lo que “pone en peligro” que se logre el objetivo fijado por la Unión Europea de reducir un 50% las víctimas en 2020 respecto a 2010.
La provincia que acumula el porcentaje más alto de accidentes graves o mortales es Lleida, en la que el 44% de sus carreteras tienen un riesgo de accidentalidad alto o muy alto.
En el resto de provincias, a excepción de Barcelona que se mantiene estable, el riesgo alto y muy alto ha aumentado en cuatro puntos este último trienio.
El director general de infraestructuras de movilidad y seguridad viaria de la Generalitat, Xavier Flores, ha reconocido que el estado de las carreteras convencionales con un único carril para cada sentido es otro de los principales focos de peligrosidad en las carreteras catalanas.
Casi todos los tramos catalanes con riesgo medio, alto o muy alto se encuentran en carreteras convencionales, un dato completamente opuesto al de las autovías y autopistas, que concentran los riesgos de accidentalidad bajo y muy bajo.
Para reducir la peligrosidad de estas vías, Flores ha destacado la importancia de aumentar la inversiones, que actualmente son de 152 millones de euros y están distribuidas en 52 obras, y modernizar los contratos de mantenimiento de las carreteras, para adaptarlas de la mejor forma posible a las necesidades de los conductores.
Junto al riesgo de accidentalidad, que tiene en cuenta la probabilidad de que un conductor sufra un accidente grave un tramo determinado, el estudio presenta el valor de “concentración de accidentes”, que recoge los tramos de vía con mayor concentración de siniestros graves.
En este caso, las diez carreteras con mayor concentración de accidentes, que cuentan con un tráfico de más de 15.000 vehículos al día, se encuentran en el área metropolitana de Barcelona: La primera de ellas es la C-58 de Barcelona a Cerdanyola del Vallès, seguida de la N-II, de la rotonda de Montgat al enlace en Mataró con la C-32.
Flores ha destacado también todas las mejoras que han podido realizar en los últimos años gracias al estudio EuroRAP, aunque ha asegurado que “nunca” están satisfechos y que no se detendrán hasta alcanzar las cero víctimas en carretera.