El Festival Grec de teatro ha clausurado hoy su temporada con un total de 114.281 de espectadores y con 84 espectáculos, 18 menos que en 2017, pero, según el director del Grec, Cesc Casadesús, ha aumentado la presencia de público joven y, en especial, la de público local, que pasa del 76 % de 2017 al 82 %.
“El crecimiento del público local implica que éste es un festival que gusta a la gente de aquí”, ha declarado Casadesús, “y nosotros no queremos parecernos a otros festivales de teatro como Avinyó o Edimburgo, sino que queremos hacer un festival para Barcelona”.
Asimismo, las cifras compartidas por la organización indican que el público joven cada vez se siente más apegado al Grec, ya que la edad media del espectador ha pasado de cerca de 43 años a 42, un logro que el director atribuye en parte “a la oferta competitiva en la venta de entradas, con precios asequibles para muchos sectores”.
Casadesús ha asegurado que están “muy contentos y orgullosos” del rumbo “que está tomando el Grec”, ya que con la reducción de espectáculos buscan “más claridad y coherencia dentro de la programación” y que contribuya “a dar una mayor sensación de estar en un festival”.
“Cuando vemos los índices de asistencia, observamos qué propuestas interesan, así detectamos lo que gusta y los públicos nuevos a los que queremos llegar”, ha continuado el director, que pretende “combinar buenos resultados con una propuesta escénica de calidad, y aquí en Barcelona tenemos un gran tejido productivo”.
Entre otras cosas, la organización ha decidido reinvertir los ingresos del pasado año en la creación de coproducciones para el 2018, una medida que retomarán de cara a la edición de 2019, lo que asegura, según Casadesús, “un espacio para las producciones propias y hechas a medida para el festival”.
“Ya sé que no es habitual, pero no busco las cifras”, ha remarcado Casadesús, “sino que prefiero seguir cuidando a los espectadores, a los creadores y artistas, darles más tiempo para el montaje, más recursos y definir nuestra propuesta artística para consolidar al público”.
Una de las cifras más destacadas es la relación entre nuevos espectadores y público que repite, que se sitúa en un 78 y un 22 %, respectivamente, así como el porcentaje de ocupación de los espacios de Montjuïc, que ha rozado el 90 %.
Asimismo, la organización ha apreciado la buena respuesta del público ante varias de sus apuestas más arriesgadas, como es el caso de “Falsestuff” de Nao Albert y Marcel Borràs en el TNC, con un 95,3 % de asistencia, o “Una gossa en un descampat”, de la autora residente en la sala Beckett Clàudia Cedó, con un 84,1 %.
Como novedad este año, el festival ha incorporado espectáculos con una línea de trabajo de la mano de proyectos comunitarios en los que se combinaban propuestas hechas en Barcelona con algunas producciones internacionales y con la escuela de verano del festival ICAF de Rotterdam.
Además, un punto fuerte esta temporada ha sido la línea de programación “Viatgers de la ruta de la seda”, que se centraba en espectáculos que exploraban el diálogo entre Oriente y Occidente y que ha tenido una buena acogida en el público, que ha asistido en mayor medida a este tipo de obras que en ediciones anteriores.
Un elemento clave ha sido la habilitación de la barcelonesa Plaza Margarida Xirgu como punto de encuentro multicultural entre ‘amateurs’ y profesionales a lo largo de todo el festival y que ha permitido “despertar a un público de comunidades como la china o la pakistaní, que antes no se sentían apelados por el festival”.
De esta forma, Cesc Casadesús ha desvelado que el próximo destino al que quieren dedicar parte de la programación es un viaje que lleve de Melburne hasta Nueva York, por lo que asegura que si “los políticos me dejan”, la edición del año que viene contará con un panorama “desértico, con canguros y paisajes oceánicos”.