La tasa de riesgo de pobreza ha vuelto a subir en Cataluña y se ha situado en el 20 % de la población, ocho décimas más que el año anterior, y son los menores de 16 años los que más han sufrido este incremento, con una tasa del 28,5 %, un total de 4,5 puntos más que hace un año.
Según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida de 2017 que ha hecho públicos hoy el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), la población de entre 16 y 64 años mantiene la misma tasa de pobreza de 2016, con un 19 %, mientras que en los mayores de 65 años también crece en medio punto hasta situarse en el 15,5 %.
El número de personas que manifiestan que llegan a final de mes con “muchas dificultades” representan el 7 % de la población, una cifra inferior al 12 % que había en 2013, mientras que el 13,6 % dice que llega a final de mes con “dificultad” y un 29 %, con “cierta dificultad”.
Los mismos datos reflejan que los ingresos medios de los hogares catalanes se situaron el año pasado en 31.411 euros y en 12.712 euros por persona, un 0,2 % y un 0,4 %, respectivamente, más que en el año 2016.
Según el Idescat, los ingresos familiares medios netos por persona han aumentado en Cataluña por cuarto año consecutivo, pero con menos intensidad que el año anterior, cuando crecieron un 3,1 %.
Para medir el riesgo de pobreza, el Idescat establece un umbral de ingresos anuales por debajo de los cuales se considera que las personas están en situación de riesgo.
Este umbral se calcula en función de la distribución de la renta entre todos los hogares y en Cataluña es de 10.097 euros por persona que vive sola o 21.203 euros en los hogares de dos adultos y dos niños, lo que significa que actualmente uno de cada cinco catalanes vive por debajo del umbral de la pobreza.
Si se aplicara el umbral de España, que es de 8.522 euros por persona, la tasa de pobreza en Cataluña descendería al 15 %.
El 60 % de los hogares catalanes reciben al menos un tipo de prestación social, nueve décimas más que en 2016, y del total el 58,8 % la ha recibido por vejez o supervivencia, el 33,3 % por desempleo y un 28 % han sido beneficiarias de otros subsidios.
El índice de desigualdad muestra que el conjunto de los ingresos del 20 % de las personas con más renta es 5,7 veces superior al total de ingresos del 20 % de las personas con menor renta, cuando el año anterior esta relación era del 5,5.
Los datos indican que el riesgo de pobreza tiene más incidencia entre las mujeres (20,7 %) que entre los hombres (19,3 %), y por edades es más elevada en los menores de 16 años (28,5 %), seguida de la de las personas de 16 a 64 años (19 %) y de la de las personas de más mayores de 65 años (15,5 %).
Según la composición del hogar, las tasas de riesgo de pobreza más elevadas están en los hogares monoparentales formadas por un adulto con uno o más hijos dependientes (35,3 %).
Los datos de la encuesta revelan que la nacionalidad es una de las variables más relacionadas con el riesgo de pobreza, ya que los mayores de 16 años extranjeros presentan una tasa de pobreza del 41,6 % (con una disminución de cuatro décimas respecto a 2016), mientras que las de nacionalidad española de la misma franja de edad tienen una tasa de pobreza del 15,7 %, idéntica a la del año pasado.
La tasa de riesgo de pobreza o exclusión social (AROPE) se ha situado en un 23,8 % de la población catalana, mientras que el año anterior era un 22,5 %.
La tasa AROPE (at risk of poverty or social exclusion rate) es la proporción de población que padece privación material severa o baja intensidad de trabajo.
La situación de privación material severa es aquella en la que un hogar tiene privación forzada en 4 de los 9 ítems considerados internacionalmente como básicos (comer carne cada dos días, una semana de vacaciones al año, poder calentar la casa, o hacer frente a un gasto imprevisto de 700 euros, entre otros).
Otros datos de la encuesta apuntan que el 8,5 % de los hogares catalanes declaran haber pedido ayuda a familiares, amigos o entidades privadas o religiosas para alimentos, ropa u otros bienes básicos durante 2017.
Concretamente, un 6,2 % manifiestan haber pedido ayuda a familiares y amigos, un 1 % a entidades privadas o religiosas y un 1,3 %, tanto a familiares y amigos como a entidades.
Un 0,9 % de los catalanes declaran que durante 2017 han sido privados, por causas económicas y al menos en una ocasión, de una fuente de energía necesaria para sus actividades de vida diaria.