Los ancianos que ingresan en un geriátrico reducen en un 6% su consumo de fármacos, según un estudio que ha elaborado la Asociación Catalana de Recursos Asistenciales (ACRA).
“Los medicamentos cuyo consumo baja más son los que se utilizan para tratar enfermedades que están relacionadas con los hábitos de vida de la persona, como por ejemplo la diabetes o la hipertensión”, ha explicado hoy, en la presentación del estudio, el coordinador de la investigación y director de estrategia de ACRA, Toni Andreu.
Andreu ha destacado que “este es un análisis pionero, es el primer estudio a nivel mundial que analiza el consumo de medicamentos de la población geriátrica de una forma tan exhaustiva”.
La investigación ha comparado la cantidad de fármacos que tomaban al día un total de 1.007 personas cuando vivían en sus casas y después de entrar en una residencia, una vez transcurridos seis y doce meses.
Los grupos de medicamentos estudiados son los que la población geriátrica consume más, como los fármacos para la diabetes, hipertensión, el parkinson, antitrombóticos, ansiolíticos, diuréticos o antipsicóticos, entre otros.
En el estudio han participado 21 residencias asociadas a ACRA, distribuidas entre las comarcas del Alt Empordà, Bages, Barcelonès, Garrotxa, Montsià, Segarra, Tarragonès, Vallès Occidental y Vallès Oriental.
“Hoy en día, el 70% de la población de más de 65 años consume al menos un fármaco de forma crónica, lo que puede derivar en una medicación inapropiada (cuando la dosis es demasiado elevada o insuficiente) o innecesaria”, ha advertido Andreu, que ha explicado que “cuando los fármacos no se consumen de la forma correcta, el paciente puede desarrollar una resistencia a sus efectos”.
Un factor de riesgo que puede conducir a una toma errónea de los medicamentos es la polimedicación, es decir, consumir más de tres o cuatro fármacos al día, “lo que puede llevar a equivocaciones con la hora, la dosis o incluso con el tipo de medicamento”, ha comentado Andreu.
El coordinador del estudio también ha apuntado que “frecuentemente, los ancianos que viven en sus domicilios, sin personas que los acompañen o cuidadores, no siguen de una forma tan restrictiva sus hábitos nutricionales, mientras que en los centros residenciales hay profesionales que controlan hasta los gramos que deben ingerir de cada alimento”.
Andreu ha añadido que “la toma a la hora correcta y con la dosis adecuada de los medicamentos, especialmente en los casos de polimedicación, también puede verse afectada sin un control externo”.
La Digoxina, usada para tratar la insuficiencia cardíaca, es uno de los medicamentos cuyo uso se reduce más entre los mayores cuando ingresan en una residencia.
“En las casas, la dosis habitual suele ser de 0,75 miligramos al día, mientras que, tras un año en la residencia, el consumo cae hasta los 0,2 miligramos al día”, ha explicado el director del estudio, que ha alertado de que “la digoxina es tóxica si la dosis es muy elevada, por lo que es muy importante que se consuma correctamente”.
La presidenta del ACRA, Cinta Pascual, ha explicado que con el estudio buscan “eliminar algunos estigmas de los centros residenciales, como la sobre medicación”.
“Ahora tenemos la evidencia que no es así, y, además, hemos podido conocer el estado de salud de la población geriátrica, porque se carecía de un control de los indicadores de salud de la gente que está en residencias”, ha recalcado Pascual.