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Alejandro Palomas gana el Premi Nadal, y Antoni Bassas, el Josep Pla

El escritor barcelonés Alejandro Palomas ha ganado esta noche la 74 edición del premio Nadal con su novela “Un amor”, una obra que tiene como protagonista a una familia conducida por Amalia, la omnipresente y protectora madre de tres hijos.
La novela había sido presentada al premio bajo el seudónimo de Mara Salvador y el título ficticio de “Un país con tu nombre”.
El Nadal tiene una dotación de 18.000 euros y el jurado estaba integrado por Clara Sánchez, Care Santos, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello y Emili Rosales, que proclamaron el fallo entre las seis finalistas seleccionadas entre las 322 obras presentadas en esta edición.
En la misma velada, que cada año supone la apertura de la temporada literaria, poco antes del Nadal se ha fallado el 50 Premio Josep Pla de prosa en lengua catalana, ambos convocados por Ediciones Destino, y que ha recaído en el periodista Antoni Bassas por su libro “Bon dia, són les vuit!”, una crónica de su participación en el programa matutino “El matí de Catalunya Ràdio” entre 1995 y 2008.
Palomas ha revelado que su novela “transcurre en 24 horas, y el núcleo fundamental es una familia de pocos miembros preparando una boda, la de la hija mediana, una familia como cualquiera de las nuestras, en una ciudad como cualquiera, pero es un color y una intensidad muy Palomas”.
Hay una historia de trasfondo: “Cuando preparas las cosas y crees que controlas la vida, la vida juega sus cartas, y en esta novela juega muchas cartas; y los personajes tienen que reordenarse constantemente para mostrar su mejor versión”.
“Un amor” es, a decir de Palomas, “una apuesta por mostrar el mejor lado del alma humana” y no falta mucho sentido del humor, con “personajes que se ríen mucho de sí mismo, con muchas emociones muy contenidas y la voluntad de acompañar al lector”.
Aunque en la novela parece que hay una protagonista, la madre, sin embargo “a medida que se van abriendo las distintas capas y se descubren secretos que jamás se habrían imaginado, los protagonismos cambian porque las necesidades cambian”.
Palomas piensa que la novela puede ser considerada “autobiográfica”, pues “siempre hay una parte de ti, porque eres tú quien escribe” y ha puntualizado que “coinciden algunos hechos con mi vida, pero no con los personajes a los que se los atribuyo”.
Al respecto, Palomas se siente como “un ceramista que moldea a sus personajes”.
Como en novelas anteriores, Palomas trabaja con “pocos personajes”, una madre, dos hijas y un hijo, una hija que se va a casar, y una amiga de la madre que es viuda y está jubilada. “Son pocos, porque me gustan las acciones con una visión teatral”.
Preguntado por las profesiones de esos personajes, Palomas ha confesado que no le interesa demasiado su dedicación, y menos en esta ocasión, en la que la acción transcurre durante un día. “Trabajan poco pero ya los hago sudar emocionalmente, me gusta que sean muy orgánicos, como en el teatro”, ha dicho.
Para el ganador del Nadal, resulta más difícil hacer reír que hacer llorar, y sobre el “color” de su novela, ha precisado que es “una mezcla de paletazos, que en momentos es rojo, en otros hay ausencia de color, o aparece un blanco entre líneas, pero nunca es un blanco y negro, que me aburre, básicamente porque da la imagen de un Alejandro que no arriesga”.
Además de dedicar el premio a su familia y a su perro, Alejandro Palomas ha dedicado el galardón más veterano de las letras hispanas a su “familia literaria”, las dos Carmen, Kurtz y Laforet, esta última ganadora de la primera edición del Nadal, que por ser mujer y escritora fue “una bofetada en aquel momento”.

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