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Combate “a muerte” entre robots gigantes, la apuesta “deportiva” del futuro

Como si de protagonistas de la saga “Transformers” se tratara, robots humanoides gigantes se enfrentaron por primera vez en un “duelo a muerte” en un proyecto que pretende convertirse en una modalidad “deportiva” con millones de seguidores.
Ese es el sueño de miles de niños, y no tanto, que alguna vez jugaron en interminables batallas con sus figuras de Transformers, Robotech, Astroboy o el precursor de todos ellos, Mazinger Z y su famoso “¡Puños fuera!”.
Y a ese furor por la aportación de los japoneses al género de la animación apuestan desde Hayward (California) los responsables de la empresa de tecnología robótica Megabots, que sueñan con llenar estadios para ver a estas moles destruyéndose como si de una película, videojuego o la imaginación de un niño se tratara.
El cofundador de MegaBots Matt Oehrlein explicó a Efe que ya están en negociaciones con empresas para que patrocinen y emitan este campeonato de combates de robots manejados por humanos, que, en su opinión, ya es una “realidad” con los dos emitidos el martes por la noche a través de la plataforma Twich.
Todo comenzó hace dos años, cuando en el verano de 2015 Oehrlein y el otro cofundador de la firma Gui Cavalcanti desafiaron a los japoneses de Suidobashi Heavy Industry en un vídeo que pronto se hizo viral en el que aparecían con unas banderas de Estados Unidos a modo de capa.
“Tenéis un robot gigante, nosotros tenemos un robot gigante, tenemos un deber para con los amantes de la ciencia ficción de este mundo para que luchen a muerte”, retaron en este vídeo en el que les daban a los japoneses la posibilidad de elegir el lugar de la batalla.
Y así fue. Los nipones optaron por una planta de acero abandonada en Japón para acoger este particular duelo en el que MegaBots presentó dos robots: Iron Glory, de 6 toneladas, 4,5 metros de altura y 24 caballos, y Eagle Prime, un “monstruo” de 12 toneladas de peso, 4,8 metros de altura y 430 caballos de potencia.
Al otro lado del “ring”, Suidobashi mejoró para la ocasión su robot Kuratas, de aspecto mucho más pulido y moderno que el de sus rivales y con 6,5 toneladas, 3,9 metros de altura y 87 caballos de potencia.
El primer duelo se definió por la rapidez de Kuratas, que logró derribar de un golpe seco a un Iron Glory al que no sirvieron de nada su cañón y su lanzamisiles de pintura.
Sin embargo, el robot nipón, que presumía de un mano articulada y un arma automática de 18 milímetros, poco pudo hacer en el cuerpo a cuerpo al que le sometió Eagle Prime, manejado por Oehrlein y Cavalcanti.
El robot estadounidense hizo valer su sierra mecánica para acabar con su rival, manejado por Kogoro Kurata, en esta primera entrega de combates que se acababa si uno de los dos robots quedaba “noqueado”, “discapacitado” o el piloto se rendía.
Este combate fue emitido en diferido, pues se extendió durante varios días, porque cada vez que los robots iban a su “esquina” del ring las reparaciones iban mucho más allá de dar agua, consejos e intentar remediar una ceja abierta y sangrante como ocurre en el boxeo.
El Eagle Prime, que tiene un coste de 2,5 millones de dólares, quedó tocado en el combate, aunque Oehrlein asegura que pueden reciclar el 80 % de su humanoide.
Para futuros combates, indica, deben seguir desarrollando su robot, especialmente en áreas de “confiabilidad y seguridad”.
En este primer combate, que contó con el narrador de artes marciales mixtas (MMA) Mike Goldberg y la experta en robótica Saura Naderi como comentaristas, no hubo testigos más allá de los equipos de la competición y el personal de producción.
Se hizo así para que los robots pudieran ser tan destructivos como fuera posible sin poner en peligro a ninguna persona y sin arriesgarse a daños significativos en un estadio u otro lugar público.
Sin embargo, confían en tener muy pronto público.
“El próximo paso es programar el primer combate en vivo”, dijo a Efe Oehrlein, quien aseguró que pronto tendrán detalles de un segundo enfrentamiento.
Para su futura liga, explicó, ya han recibido a empresas interesadas en este proyecto procedentes de China, Rusia, India y Australia.

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