Las modernas tecnologías han irrumpido en la ancestral cultura del pastoreo, y el oficio, determinante durante siglos para la configuración del paisaje característico de muchos ecosistemas, se actualiza con el objetivo de asegurar el relevo generacional y la viabilidad de muchas explotaciones.
Para garantizar la transferencia de conocimientos y evitar que el oficio entrara en vías de extinción han proliferado las Escuelas de Pastores, que están contribuyendo a una mayor profesionalización del sector, pero sobre todo a su mayor cualificación. Son los pastores del siglo XXI, los “pastores digitales”.
El pastoreo ha sido durante siglos la actividad primaria que ha asegurado el buen estado de conservación de muchos ecosistemas, y de la supervivencia del oficio dependerá en gran medida la salud de muchos espacios naturales.
Pero los pastores son además el primer eslabón de una cadena que tiene que ver no sólo con el medio ambiente, con la prevención de riesgos ambientales o con el modelado del paisaje, sino también con la seguridad alimentaria, con el bienestar animal, con la gestión del territorio y con la conservación de la cultura y la tradición.
Nada que ver, o sí, con la idílica y romántica imagen de los viejos pastores guiando al ganado, porque Batis Otaegi, responsable de la Escuela de Pastores del País Vasco, reivindica el amor por la naturaleza y la pasión por los animales como la base del oficio.
La del País Vasco (Artzain Eskola), las más veterana de España, está localizada en el caserío Gomiztegi de Arantzazu, en la localidad guipuzcoana de Oñati, y cada año reúne a grupos de alumnos que se preparan o se reciclan para el oficio.
“Lo que no se actualiza muere”, ha señalado a EFE Batis Otaegi y ha subrayado la necesidad que se ha detectado durante las últimas décadas de incorporar las modernas tecnologías y el conocimiento científico al sector primario para mejorar la rentabilidad y la viabilidad de las explotaciones.
Otaegi incide durante la entrevista en la importancia de mantener vivo el mundo rural y en la armonía que durante siglos ha existido entre el hombre y la naturaleza.
No oculta tampoco sus recelos, y entre ellos que los parques y espacios protegidos hayan centrado sus esfuerzos en la protección de la fauna y de la flora, “pero se han olvidado del eje principal, de las personas que gestionaban el territorio”, y ha observado con contundencia que “el pastor es parte de la biodiversidad”.
“El territorio sería diferente sin los pastores, distinto y nada saludable”, ha manifestado Batis Otaegi.
Escuelas de Pastores similares han surgido en Extremadura, Asturias, Cataluña, Murcia o en Andalucía, y todas con la pretensión de que sus cursos propicien una transferencia de conocimientos que aseguren el relevo generacional en el pastoreo.
Más de 400 horas invierten los alumnos de la escuela de pastores de la Asociación para el Desarrollo Integral del Tajo-Salor-Almonte, que integra a quince municipios extremeños, en adquirir conocimientos para lograr la máxima supervivencia de las crías en los partos, para mejorar la calidad higiénica y alimentaria de los productos o para asegurar el bienestar de los animales.
Fernando García-Dory, responsable de la Escuela de Pastores de Picos de Europa, ha subrayado la importancia de revalorizar la actividad pastoril para evitar su extinción y ha señalado que para conseguirlo es imprescindible mejorar los resultados económicos y modernizar el oficio, pero sin privarlo de sus rasgos más tradicionales y culturales.
A su juicio, estas escuelas cumplen la doble función de proporcionar a los pastores los conocimientos científicos y legales que necesitan en la actualidad y de que éstos compartan los saberes tradicionales con personas interesadas en iniciarse en el pastoreo.
El declive del pastoreo tradicional avanzó en paralelo al deterioro y abandono del mundo rural, y el resurgir de estas escuelas se apunta como un síntoma del renacido interés por la cultura rural o por la artesanía alimentaria.
Como un síntoma también del convencimiento que impera ya en todas las administraciones públicas de que el buen estado de salud de muchos ecosistemas y los servicios esenciales que proporciona la naturaleza van a depender en gran medida del mantenimiento de las actividades más tradicionales.
Pero todos los expertos han incidido en la importancia de que los pastores adquieran nuevos conocimientos para que su actividad sea más rentable desde el punto de vista económico e igual de sostenible desde el punto de vista medioambiental.