Cirujanos, cocineros, periodistas en prácticas, camareras de piso y policías del refuerzo estival de seguridad tienen algo en común: sufren una auténtica pesadilla para encontrar dónde residir durante el próximo verano en Baleares.
La búsqueda de vivienda se ha convertido en el obstáculo principal de los distintos profesionales que optan a trabajar en los próximos meses en alguna de las islas, un problema que no distingue de gremios y que cada cual intenta solucionar como puede.
Los policías que forman parte del habitual refuerzo de seguridad de las islas en verano, cuando la población se multiplica con la llegada de turistas, son voluntarios, pero están empezando a echarse atrás ante la dificultad de encontrar donde vivir.
Aunque perciben una dieta diaria de entre 60 y 70 euros, “en julio y agosto es misión imposible conseguir una habitación de hotel a ese precio”, según explica el secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP) en las islas, Manu Pavón, a quien acuden muchos agentes en busca de ayuda para que les consiga un alquiler.
“Nos volvemos locos buscando”, admite Pavón, que detalla que “al final se ven abocados a compartir vivienda entre tres o cuatro, si la encuentran”.
Para los policías y guardias civiles este problema lleva años produciéndose pero este año es tan acuciante que el Ayuntamiento de Ibiza hasta ha ofrecido seis viviendas en el barrio de Sa Penya para alojarles. El Consell de Ibiza insta a que se destinen apartamentos de la Residencia Militar de Descanso a estos agentes.
“Muchos compañeros ya no están pidiendo ser voluntarios para venir a Baleares”, avisa el sindicalista.
No son los únicos que se rinden. También hay medios de comunicación que no podrán acoger este verano a estudiantes de periodismo en prácticas de fuera de las islas, que han renunciado a plazas que habían obtenido porque no han encontrado un piso de alquiler.
A aquellos que renuncian a migrar temporalmente a la islas se suman los que salen huyendo por la misma razón. La junta de personal de Área de Salud de Ibiza y Formentera ha alertado esta semana de la marcha de profesionales sanitarios por falta de vivienda y de incentivos, que está convirtiendo las Pitiüses en “zona de paso”. Consideran un parche que la gerencia de Can Misses habilite doce habitaciones del hospital antiguo como residencia.
La problemática de la vivienda en Ibiza ha llegado a tal nivel que, según la federación hotelera pitiüsa, en los dos últimos años se ha reducido considerablemente la demanda de empleo y, por contra, han aumentado las peticiones de excedencias por parte de trabajadores de la isla.
“Es personal que consigue trabajo en la Península y decide quedarse un puesto con remuneraciones inferiores porque les compensa más que pagar el alquiler en Ibiza”, señala el presidente de la Federación Hotelera de Ibiza y Formentera, Juanjo Riera, quien asegura que ya “son pocos” quienes llegan a las islas para hacer la temporada.
La subdirectora corporativa de Recursos Humanos de Palladium Hotel Group, Ana Montero, explica que en los procesos de selección que realiza el grupo ya no contemplan contratar personal de fuera de la isla. “Sabemos que luego van a venir y no van a encontrar vivienda”, reconoce.
Pero como hay puestos más específicos que necesitan cubrir y para los que no encuentran personal cualificado en Ibiza, la hotelera de Empresas Matutes ha optado por impulsar tres vías “paliativas” para aminorar el problema.
Han decidido destinar a sus trabajadores un edificio de viviendas actualmente en construcción, con un alquiler asequible; además están reformando otras viviendas de su propiedad para dar cobijo a aquellos profesionales más cualificados (desde cocineros especializados en comida asiática a jefes de departamento) y además reservan los apartamentos que antes eran para trabajadores en prácticas y ahora alojan a unos 40 contratados.
Aún así, la situación hace que las plantillas “no estén formadas al cien por cien en el tiempo que toca”, precisa Montero. Y la temporada arranca.
Tampoco Menorca se libra de la escasez de vivienda. “Nos encontramos con algo que no había sucedido hasta ahora. Vemos que hay muchos trabajadores que desean venir a trabajar a Menorca pero no encuentran dónde quedarse, lo que les está llevando a buscar empleo en otras comunidades”, explica Pau Puig, maitre del Hotel Artiem Carlos III, en Es Castell.
Pablo Sánchez, trabajador de temporada en la isla desde hace 6 años, este año tendrá que conformarse con una habitación. “Por lo general, siempre había encontrado casa pero esta vez estoy a la espera de ver dos habitaciones. No puedo aspirar a otra cosa y, mientras tanto, me quedo en un hostal”, comenta con resignación.