En una enfermedad sin cura como el Alzheimer, la prioridad de los neurólogos es el diagnóstico precoz que permita actuaciones preventivas para mejorar el curso de esta patología, sin embargo, en España, el 80 % de los casos leves no ha sido aún detectado.
Así lo ha destacado a Efe el vocal del grupo de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Alberto Villarejo, con motivo de la celebración hoy del Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer, una dolencia neurodegenerativa que afecta en España a unas 800.000 personas.
“Ahora mismo el concepto de diagnóstico precoz es importante por las actuaciones preventivas, ya que al no haber tratamientos que modifiquen el curso de la enfermedad, hay que tener en cuenta otros aspectos que hagan que su evolución sea mejor”, ha afirmado.
Entre ellos, este neurólogo ha destacado la importancia de adoptar estilos de vida “protectores”, como el ejercicio físico, que ralentiza la evolución, la dieta o el control de los riesgos cardiovasculares.
En este sentido, Villarejo ha aludido a estudios epidemiológicos a nivel europeo que han comparado la frecuencia de demencia en los años 80-90 y en la actualidad y han demostrado una reducción en la incidencia de la enfermedad.
Así, aunque el número global de casos ha crecido -porque hay más personas mayores gracias al aumento de la esperanza de vida- por cada segmento de edad la incidencia baja ligeramente.
“Es poca cosa, pero desde el punto de vista de salud pública es importante, ya que no es lo mismo desarrollar una demencia con 75 años que hacerlo con 80”, ha destacado Villajero, para quien, si se consolidara esa media de edad, sería “un avance enorme”.
El motivo de este descenso está en el control de factores de riesgo cardiovascular, el mejor nivel educativo de la población y los hábitos de vida más saludables.
Así lo demuestra -ha explicado- un estudio de intervención realizado en Finlandia entre personas con riesgo de demencia con las que se llevó a cabo un programa de ejercicio físico, estimulación cognitiva y de control de la tensión y la diabetes y cuyos resultados muestran datos beneficiosos.
“Los primeros datos de estos estudios apuntan a que sí hay algo que se puede hacer, pero no es tomar una pastilla, sino el ejercicio y una dieta adecuada. Medidas que, si son buenas para el cuerpo, también lo son para el cerebro”, ha afirmado.
Para Villarejo, un diagnóstico temprano es también importante dada la sensación de que “parte del fracaso” de los fármacos en los ensayos clínicos se debe a que se están usando en personas con daño cerebral muy avanzado, cuando hay que pensar no en algo que cure la enfermedad, sino que la frene o ralentice su evolución.
España, con una de las esperanzas de vida más altas del mundo, es también uno de los países con más personas mayores y, por lo tanto, con un mayor número de casos de Alzheimer, ya que esta patología está muy ligada al envejecimiento.
La SEN estima que entre un 30 y un 40 % de los casos está sin diagnosticar y que, en 2050 se duplicarán las cifras actuales.
A pesar de ello, el país carece de un Plan Nacional y Villarejo ha lamentado que los recursos económicos que se destinan a la misma son escasos.
No sólo en investigación, también en la asistencia a enfermos y familiares, como denuncia la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Demencias (Ceafa), que recuerda que el 72 % del cuidado de la persona enferma se da en el ámbito familiar.
Este año, el lema elegido por la Organización Mundial de la Salud para conmemorar el Día Mundial es “El valor del cuidador”, una figura que “nunca se valora lo suficiente” y cuya vida se ve condicionada incluso desde antes del momento del diagnóstico, “cuando se manifiestan los primeros síntomas de pérdida de memoria”.
Esto ocurre, según ha explicado a Efe Mariló Almagro, vocal de la Junta de Gobierno de Ceafa y cuidadora, hasta 10 años antes del diagnóstico y, como media, durante 10 ó 12 años después. “Es una enfermedad muy larga”.
Es además, una patología que provoca el aislamiento del cuidador, que renuncia a su vida social e incluso a su trabajo. Por eso, desde Ceafa, reclaman a la Administración ayudas para lograr la reinserción laboral y apoyo psicológico y social.
Otra de sus reivindicaciones es que se conceda un grado de discapacidad del 33 % a todos los enfermos nada más ser diagnosticados, ya que la re-evaluación del grado de dependencia lleva una media de dos años, periodo en el que los afectados pueden empeorar considerablemente.