Un abatido Manolo Sanlúcar apenas pudo tocar cuatro canciones en el concierto que tuvo lugar anoche en el Palau de la Música y que suponía su retorno a los escenarios después de que hace tres años anunciara su retirada.
Con un semblante triste y cariacontecido, Sanlúcar comenzó la velada más de un cuarto de hora más tarde de lo previsto con unas palabras que sonaban a premonitorias: “No sé si voy a poder tocar”.
En el concierto, que cerraba el festival Mas i Mas de Barcelona, Sanlúcar estaba acompañado por la cantaora Carmen Molina, con la que tocó tres piezas: el clásico “Maestranza”; “Carta a Doña Rosita”, que dedicó a un amigo que había venido a Barcelona desde Japón; y “El poeta pide a su amor que le escriba”, inspirada en un poema de Lorca.
Acabado ese tercer tema, el guitarrista confesó: “Estoy cada vez peor, yo creo que unos medicamentos que me estoy tomando me están dejando las manos cada vez más paralizadas, más torpes”.
A pesar de los aplausos y los ánimos que recibió por parte del público, Sanlúcar abandonó el escenario, sobre el cual permanecieron sus acompañantes, que improvisaron otro concierto.
Al final del concierto, volvió a reaparecer con una cara más alegre: “Voy a intentarlo otra vez, aunque de cada diez notas dé cuatro”, y de su guitarra salió un cuarto tema, “El majareta y el serio”, que volvió a deleitar al entregado público del Palau.
El concierto de Sanlúcar fue anunciado por sorpresa el pasado mes de julio por el festival Mas i Mas para sustituir la actuación prevista de Rafael Riqueni.
Nacido en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en 1943, su nombre, junto con el de Paco de Lucía, ha sido determinante en la evolución de la guitarra flamenca desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy y ha iluminado carreras de ilustres discípulos como la del cordobés Vicente Amigo.