Maite Blanco aterrizó ayer en Madrid procedente de Niza, donde presenció con sus dos hijas el atentado con un camión que arrolló todo lo que encontró a su paso en el paseo marítimo, mientras ellas corrían a resguardarse en la playa en cuanto escucharon los primeros gritos de alarma.
“Nosotras nos fuimos hacia el lado de la playa donde había una furgoneta aparcada y nos escondimos detrás de ella”, cuenta Maite a los medios en la puerta de llegadas del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, adonde llegó de un viaje de trabajo.
Desde la playa vieron cómo un camión “grandísimo” de color blanco entraba en el paseo marítimo -peatonal- “arrollando todo lo que había por delante y a las personas que estaban andando”. El resultado, al menos 84 muertos, entre ellos una decena de niños y adolescentes, según los últimos datos oficiales.
Cuando pasó el vehículo, Maite y sus hijas dejaron la playa y se dirigieron a un hotel que estaba al otro lado del paseo, donde pudieron refugiarse.
“Les dije a mis hijas que no mirasen porque nos íbamos a encontrar a la gente tumbada en el suelo”, según relata.
A las dos de la noche pudieron salir del hotel, donde la gente estaba “muy nerviosa”, y volver a casa.
No sabían qué podía pasar después de lo sucedido con el camión, si entraría alguien donde ellas se encontraban o si habría alguna explosión. Fuera sólo se escuchaba silencio, ha explicado, mientras los policías acordonaban la zona.
Esta mañana, de camino al aeropuerto, no han vuelto a pasar por el lugar de la tragedia porque el autobús que las llevaba ha evitado la zona.
Triste y afectada, ha recordado que fueron los primeros gritos de alarma por el paso del camión lo que las salvó, después de que cientos de personas disfrutaran pacíficamente de los fuegos artificiales con que terminaba la celebración de la Fiesta Nacional de Francia en Niza.