El problema demográfico y de envejecimiento de la población española queda patente con algunas cifras. En tan sólo un año, a fecha 1 de enero de 2016, España tiene 63.289 niños menores de 10 años menos que un año antes y 60.207 personas mayores de 80 años más.
De modo que, mientras disminuye la población menor de 40 años, aumenta, y a mayor ritmo, la que supera esa edad, según refleja la última Estadística de Migraciones, correspondiente a 2015, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Las cifras negativas, las que reflejan pérdida de población, prácticamente sólo afectan a las capas más jóvenes de la sociedad, datos que se explican por la baja natalidad española y por el progresivo retorno a sus países de las familias de inmigrantes que han tenido que abandonar España desde el inicio de la crisis económica.
Así, según los últimos datos, en España hay 46.438.422 ciudadanos, de los que 8.701.380, ya han superado los 65 años, la edad de jubilación, y 37.737.042 están por debajo de esta edad.
Pero, de los menores de 65 años, los que están en edad de trabajar (entre 18 y 65 años) se reducen hasta los 28.529.027.
España ya sólo tiene 2,2 millones de niños menores de 4 años; 2,5 millones de entre 5 y 9 años; 2,3 millones de entre 10 y 14 años y 2,2 millones de adolescentes de entre 15 y 19 años.
Una población que tendrá muy difícil hacer frente a todas las necesidades económicas y sociales de los mayores.
Porque ya hay 2,8 millones de mayores de 80 años (de ellos 100.700 superan los 95) y 6 millones de entre 65 y 80 años.
En 2015, en comparación con 2014, hay 55.800 niños menos menores de 4 años, una caída del 2,47 % y 7.486 menos de entre 5 y 9 años (0,30 %).
Y sólo crece el grupo que los de 10 a 19 años en 68.771, el 1,48%.
También se reduce la población de entre 20 y 24 años, con 39.226 menos (1,69 %) y los de 25 a 29 años (77.458 menos, el 2.93 %).
Lo hacen de manera más acusada el grupos de entre 30 a 34 años, que son 171.120 menos, con una caída del 5,23 %, y el de entre 35 y 39 años, que pierde 101.858 ciudadanos, el 2,58 % menos de los que eran hace un año.
Estas cifras demuestran el envejecimiento de la población y la falta de relevo generacional, algo imprescindible para cosas tan simples como el pago de las pensiones, el funcionamiento del mercado laboral, la productividad o el propio crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB).
Porque al tiempo que se producen estos descensos, el número de personas mayores de 95 años ha crecido en 6.442 (6,83 %); el de entre 90 a 94 años en 14.121 (3,95 %); el de entre 85 y 89 años en 34.109 (3,99 %); el de 80 a 84 años en 5.535 (0,39 %), el de 75 a 79 años en 31.475 (2,03 %) y el grupo de 70 a 74 años en 26.814 (1,38%).
Entre los mayores, sólo reduce se el grupo de entre 65 y 69 años con 9.129 ciudadanos menos (0,39 %).
Porque también crece la población de entre 60 y 64 años (60.680 más (2,42 %); el de entre 55 a 59 (95.261, el 3,20 %); el de 50 a 54 años (51.755, el 1,52 %); el de 45 a 49 años (21.219, el 0,57 %); y el de entre 40 y 44 años (34.597, el 0,89 %).
Y mientras año tras año los niños disminuyen y los mayores aumentan continúa el eterno debate y las eternas propuestas sobre las fórmulas y medidas que deberían aplicarse para fomentar conciliación de vida familiar y laboral y natalidad.
Quizá sea el momento de abandonar el debate y pasar a la práctica.