La droga que llega al mercado europeo presenta unos niveles de potencia y pureza más altos que en el pasado, de acuerdo con los datos que manejan las autoridades de la Unión Europea, que alertan de su impacto en la salud pública.
Esta conclusión figura en el informe anual realizado por el Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (OEDT, con sede en Lisboa) y divulgado hoy, en el que también se advierte de la creciente popularidad del éxtasis entre los jóvenes y del potencial de internet para transformar el mercado de estupefacientes.
Asimismo, se analizan las rutas utilizadas por los traficantes de cocaína.
“Los datos de la oferta indican que la pureza o la potencia de la mayoría de las sustancias ilegales son altas o están aumentando”, reza el documento, que detecta este tipo de fenómenos en la cocaína y las anfetaminas, pero también en la heroína.
Asimismo afirma que “los niveles de potencia de la resina de cannabis y de la hierba de cannabis han alcanzado máximos históricos y son motivo de preocupación” debido al aumento del riesgo de problemas de salud tanto agudos como crónicos entre los consumidores.
En el caso del MDMA o éxtasis, como es popularmente conocido, el OEDT revela la aparición de productos con dosis más elevadas que en el pasado, y lo relaciona con un intento de los fabricantes de mejorar la reputación de esta droga “tras un período de disminución del consumo provocado por los productos de mala calidad y su adulteración”.
El resurgimiento del éxtasis es precisamente una de las principales novedades que aporta el informe, especialmente entre los más jóvenes.
Según datos recogidos en el estudio, aproximadamente 2,5 millones de europeos consumieron éxtasis durante los últimos doce meses, de los cuáles más del 80 % tenían menos de 34 años.
Las cifras contrastan con las divulgadas en el mismo informe del año pasado, cuando el número de consumidores de éxtasis durante los anteriores doce meses era de 2,1 millones de personas, 400.000 menos que ahora.
Los especialistas apuntan que la estrategia para mejorar la imagen de esta droga parece tener éxito debido a su creciente popularidad, tanto entre quienes no dejaron de utilizarla como “entre una nueva generación de consumidores jóvenes”.
En este sentido, advierten de que estos nuevos clientes pueden “estar consumiendo productos en dosis altas sin ser conscientes de los riesgos asociados”.
“Hay señales de que el MDMA ha dejado de ser una droga propia de una subcultura o minoría que consume en discotecas para ser consumida ahora por una amplia diversidad de jóvenes en todo tipo de ambientes nocturnos convencionales, como en bares y fiestas”, se alerta en el documento.
Otro motivo de preocupación es la continua aparición de nuevas drogas en el mercado europeo.
Sólo en 2015 se notificaron 98 sustancias psicoactivas no detectadas anteriormente, entre las cuáles predominaban los cannabinoides sintéticos y las catinonas sintéticas.
Muchas de estos estupefacientes aparecen y son comercializados a través de internet, herramienta a la que el estudio del OEDT también hace referencia por su potencial para transformar el mercado de venta de drogas.
Especialmente peligroso considera el auge de los llamados “criptomercados”, alojados en la “Deep Web”, la parte de internet que no es accesible a través de motores de búsqueda convencionales y cuyo control por parte de las autoridades es más difícil y complejo.
El Observatorio precisa que estos mercados actualmente sólo “representan una pequeña parte del comercio de drogas ilegales y la mayoría de las transacciones están destinadas al consumo”, aunque advierte de que “existe la posibilidad de una expansión mayor” de su uso por parte de grupos narcotraficantes.
Paralelamente a la publicación de su informe anual, el organismo comunitario divulgó hoy un documento en el que analiza los métodos y rutas más utilizados por este tipo de grupos criminales para transportar la cocaína de América Latina a Europa, con Brasil cada vez más consolidado como un puerto de salida relevante.
El informe apunta a que la cocaína es trasladada desde Sudamérica por aire y por mar (además de Brasil, el informe cita a países como Ecuador, Venezuela, Colombia y Argentina), aunque normalmente no suelen optar por envíos directos.
De hecho, lo más habitual es que los narcotraficantes muevan la droga a través de la zona del Caribe -con República Dominicana y Jamaica como focos- o a través de África Occidental.