En una vivienda con la fachada rosa, tres tailandeses cosen y aplican pintura a muñecos de plástico en un taller doméstico normal y corriente si no fuera porque los juguetes tienen supuestos poderes sobrenaturales.
“Me hace feliz cuidar a los muñecos”, explica a Efe Mananya Boonme “Mama Ning”, la creadora de estos muñecos mágicos llamados “look thep” (“ángeles infantiles”, en tailandés) en su hogar-taller en el norte del área metropolitana de Bangkok.
“Al cuidarlos siento que mi vida está mejorando, me siento feliz al mirarlos. Cuido de ellos y me dan energía para ir a trabajar e ir a templos y así consigo ganar más dinero”, agrega Mama Ning, sentada junto con uno de sus “look thep”.
En los últimos meses, estos muñecos mágicos se han puesto de moda y hay propietarios que los pasean en brazos, en cochecitos y hasta les reservan asiento y comida en los restaurantes.
En su mayoría son muñecas de entre 20 a 50 centímetros de alto, aunque en algunos casos construyen versiones de bebés varones, a los que lavan, cambian la ropa y tratan como si estuvieran vivos.
Una aerolínea tailandesa llegó a vender un billete a uno de estos títeres para que ocupase un asiento, decisión que fue desautorizada por las autoridades locales unas horas más tarde.
Hace cuatro años, Mama Ning se dedicaba a vender muñecos, ropa para niños y bolsos cuando se le ocurrió realizar un conjuro con uno de los juguetes para convertirlo en un objeto mágico, así nació el primer “look thep”.
Aunque se declara budista, la vidente asegura que tiene poderes para contactar con la diosa hindú Uma Devi (Parvati).
“Puse algunos granos y hierbas sagradas y un amuleto dentro del muñeco y recé para transmitirle energía positiva”, relata la tailandesa, casada y con un hijo de siete años.
Mama Ning aclara que no convoca a ningún ángel o alma errante para habitar su creación, sino que les confiere vida a partir de una energía mística.
La moda de los muñecos sobrenaturales también es un buen negocio, ya que sus precios oscilan entre unos 1.900 bat (53 dólares o 47 euros) a unos 50.000 bat (1.400 dólares o 1.200 euros).
La tailandesa Air, de 39 años y seguidora de Mama Ning, señala que no le importa que la tomen por loca y va a todas partes con su criatura, por la que pagó 40.000 bat (alrededor de 1.100 dólares o 1.000 euros) y que bautizó como Dola.
“Creo que es como un guía espiritual”, dice la mujer, y añade que en algunos casos pueden servir para ayudar a personas que han perdido un hijo.
Más del 90 por ciento de los tailandeses profesa el budismo, pero en muchos casos su fe está influenciada por creencias hindúes y animistas presentes en el Sudeste Asiático antes de que llegaran los primeros monjes budistas.
Los amuletos y la adoración de ídolos animistas o fálicos se remonta a varios siglos antes, pero la moda de los “look thep” refleja no sólo una estética del siglo XXI, sino también males contemporáneos, como la inseguridad y la soledad.
“Estos muñecos abordan el problema de la inseguridad moderna de los tailandeses”, afirma a Efe la profesora Manasikarn Hengsuwan, de la Universidad de Chulalongkorn en Bangkok y experta en animismo y temas esotéricos.
“(Las personas) cuando se sienten inseguras rezan por lo que necesitan y ofrecen a cambio ofrendas. Confían en los muñecos-niño porque sienten que pueden controlarlos mejor”, puntualiza Manasikarn.
Esta superstición se asemeja a la antigua práctica, ya prohibida, de crear amuletos llamados “kumanthong” a partir de fetos humanos muertos.
Los animistas en general creen que los espíritus son beneficiosos si se les cuida con ofrendas, de lo contrario pueden ser dañinos.