Apenas quince liberados y un apoyo social en caída libre es lo que queda de ETA cuatro años después de que la banda anunciara el cese de la violencia, en un periodo en el que los sucesivos golpes policiales la han dejado casi noqueada.
Fue el 20 de octubre de 2011 cuando tres encapuchados leyeron el comunicado que ponía fin a décadas de atentados, aunque ya hacía más de dos años que la banda no mataba en España.
Su último atentado en nuestro país fue el 30 de julio de 2009 y causó la muerte de dos guardias civiles en Mallorca, aunque ocho meses después un policía francés falleció en un tiroteo cerca de París. Fue la última víctima de la banda.
Precisamente, quienes leyeron ese comunicado han sido los últimos en caer, en una operación de la Guardia Civil y la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) francesa que desarticuló hace apenas un mes la cúpula política de la organización, encabezada por Iratxe Sorzabal y David Pla.
Días después, la Policía Nacional, también en colaboración con las fuerzas de seguridad galas, detuvo a Egoitz Urrutikoetxea, el hijo del histórico “Josu Ternera” y quien, según el Ministerio del Interior, iba a sustituir a la cúpula desarticulada en la dirección de las migajas de ETA.
¿Qué queda de la banda? Prácticamente cenizas, resaltan a Efe fuentes de la lucha antiterrorista, que no observan en los restos de la organización capacidad para volver a subir al ring ni liderazgos más allá del que haya podido asumir Mikel Irastorza, único nombre en el que coinciden los expertos.
Sin estructuras operativas en España, con prácticamente todos sus aparatos noqueados -desde el frente de cárceles al logístico-, a ETA apenas le queda una quincena de “liberados”, posiblemente todos ellos en Francia, algún otro país europeo o, incluso, hayan cruzado el charco.
Y es que del “organigrama” de la ETA de hace dos años, se han ido borrando gracias a los golpes policiales un buen número de nombres. Entre ellos los de Joseba Iñaki Reta Frutos, Xabier Goienetxea o Tomás Elgorriega.
Aunque en la lista de los buscados aún permanecen Anartz Arrabarri, Mikel Barrios, Oier Egidazu -adscritos en su día al “talde de reservas” en países como Reino Unido-, José Luis Eziolaza “Dienteputo” o Eneko Agirresarobe.
Unido a estos nombres figura Juan Antonio Urrutikoetxea “Josu Ternera”, a quienes las fuentes ya ven “jubilado” y probablemente enfermo, sin papel ya alguno en ese organigrama. Su detención supondría más un golpe de efecto al tratarse de un “histórico” con “pedigrí”, que un “palo” a la débil estructura que queda de ETA.
Como ha descrito gráficamente el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ETA cabe hoy en un “microbús” sin conductor. La pregunta que se hacen los expertos es si puede haber un “ave fénix” que resucite de las “cenizas” a las que ha quedado reducida ETA.
Todo apunta a que no, responden las fuentes consultadas, que ni siquiera ven en Ibil -el grupo de la izquierda abertzale más radical que apuesta por la violencia- una gran amenaza a la tranquilidad que hoy se respira en las calles del País Vasco.
No obstante, los investigadores siguen atentos a cualquier movimiento, conscientes de que el apoyo social, aunque en descenso, sigue ahí, sobre todo en algunos municipios, y atentos a cualquier acto de enaltecimiento del terrorismo, también a través de las redes, dentro de una política de “tolerancia cero”.
Como dice a Efe una fuente, “cuando una empresa muere es difícil de reactivar”. Pero ETA, añade este experto, preferirá “morir de inanición antes que declarar su disolución”, como ocurrió con el Grapo.
Tras las últimas detenciones, ETA dejó claro en un comunicado que mantiene todos sus compromisos, aunque avisa de que operaciones como esas “ponen en cuestión el modelo ordenado para la destrucción de armas y el desmantelamiento de arsenales”.
A dos meses de las elecciones generales, los expertos creen que ETA no hará de momento ningún gesto y esperará un nuevo Gobierno.
Pero sí hay una fecha clave en el calendario de 2016: seguramente abril, cuando el líder de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi salga de la cárcel. Y lo hará a unos meses de las elecciones autonómicas, con tiempo para prepararse para esos comicios, algo que, según las fuentes, preocupa al resto de partidos, sobre todo al PNV.
Con Otegi en la calle, ETA podría escenificar un nuevo paso, un gesto “cuasi definitivo”, augura otro experto.
¿Y los presos? Todavía son