Cristóbal Barco, membre de la Comissió Rieres de Terrassa
Denunciamos a la administración que tiene una deuda con esta ciudad, a la que llama “de las personas”, con todos sus hijos que tan caro pagaron su gran florecimiento y desarrollo, muchos de ellos con la propia vida.
Lo pagaron caro, entre otras causas, por la falta de previsión, por el abandono y la especulación en los años de un crecimiento anárquico, depredador y desordenado que todos sufrimos.
Es por ello que instamos a la misma a cumplir con el sagrado deber de velar por nuestras vidas, cuando, aún hoy, seguimos a la espera de una solución definitiva a este gran problema de las rieras que siguen siendo como ayer.
Todavía hoy, las rieras son anchos fosos que separan, dividen, alejan y disgregan la ciudad, a sus gentes, sus vidas, sus relaciones y su convivencia; profundas fosas, sepulturas de cientos de hombres, mujeres y niños atrapados por la codicia, la especulación, la falta de escrúpulos y la explotación del más débil; lechos de muerte, dolor y llantos, de lamentos ahogados unos en el pecho y otros en los sedimentos y arenas que arrastran sus aguas bravas. Son escalofríos que cruzan el cuerpo cuando, con las primeras gotas que caen, trae el olor a tierra mojada el viento que precede a la tormenta. Surcos perimetrales de ponzoña, torrentes desenfrenados de barro, troncos, ruido, miedo y olor a muerte. Son recuerdos amargos que cumplen 59 años este próximo 25 de septiembre.
Y ahí persisten las rieras, obstinadas y amenazantes, por siempre en su letargo agónico al abandono institucional, a la desidia administrativa, a la falta de voluntad política, a la apatía, al desinterés, al desaliento y al desánimo –no quisiera pensar que también a la falta de sensibilidad– cuando están en juego las vidas de las gentes, pudiendo evitar la desgracia con una solución al alcance de la mano, fácil y baja en costes económicos con relación al valor de una sola vida.
¿Hasta cuándo se gobernará sin pensar en el procomún?, ¿cuándo dejarán de abusar de la paciencia del pueblo, qué día dejará de ser el hombre lobo para el hombre?
Seguro que es posible, no puede estar muy lejos ese día. A fuerza de repetirlo hoy “como decíamos ayer” y el día anterior, no pueden menos que oír el mantra manido por el uso, gastado ya de tanto pedirlo y repetirlo una vez y otra por hombres y mujeres a todos los gobiernos desde que se perdiera la primera vida.
Pero que no les quepa la menor duda de que nadie, nadie, va a cejar ya en el empeño, y antes por sensibilidad que por hastío estamos seguros que se hará un “plan director” –que por otro lado debería estar elaborado como exige la ley de suelo– y con el que quedó comprometida la palabra del conseller de Territori públicamente en la última reunión con la administración local, la ACA y la Comisión de las Rieras, capaz de solventar por siempre esta pesadilla que quita el sueño a todos y cada uno de los hombres y mujeres de esta ciudad.
Hombres y mujeres que no van a conformarse con soluciones intermedias ni promesas incumplidas que se dilatan en el tiempo; fechas, sí, fechas y hechos a los dichos, proyectos ejecutados con partidas económicas fruto de nuestra contribución impositiva. Es eso lo que queremos, sin demora, sin excusas, sin más razón lógica que la lógica razón de esta sinrazón, así lo decimos de claro, explícito y contundente porque así lo creemos de justo, irrenunciable y urgente. No podemos callarnos por más tiempo, porque se ha de decir lo que se siente. Ya pasaron los tiempos de decir lo conveniente: hay que empezar la cuenta atrás restando días de temor y riesgo, noches de insomnio y llanto, pesadillas y zozobra, antes de que suenen de nuevo las trompetas de Jericó.