NOEL DUQUE, tinent d’alcalde de Drets Socials
Nos hemos alejado demasiado de la razón de ser de los servicios sociales. Éstos deberían ser un sistema dotado de programas y recursos para atender problemáticas sociales.
Un conjunto de recursos y/o prestaciones de promoción y acción social que atendieran las necesidades sociales. Pero llevamos mucho tiempo acostumbrados al colapso, a ir con la lengua fuera y a responder a la emergencia a un ritmo inhumano. Puede que sea por culpa de las dos recientes crisis, o puede que el sistema en sí sea una crisis.
No es la primera vez que escribo acerca de cuidar a quien nos cuida, y no dudéis de que, si lo hago, es porque me he reunido con todos los equipos para prestarles atención, para obedecerles. No pretendo ser ningún gurú. De esos ya tenemos muchos.
Tampoco he dejado de escu- char y leer a la ciudadanía más vulnerable, en su angustia ante ese difícil momento en el que piden ayuda a la administración.
Desde que el sistema empezó a fallar de esta forma tan salvaje, mandando al 30% de la población a los servicios sociales, todo el mundo se dejó la piel en contener. Se trata de un esfuerzo increíble y admirable, pero también insostenible, por ser un modelo continuista atendiendo a una sociedad cada vez más desigual.
Aumentaba levemente el personal de servicios sociales (aunque nunca lo suficiente), se habilitaban más espacios de trabajo (aunque siempre estaban saturados) y, sobre todo, recaían en los equipos y profesionales más funciones y más presión.
Nuestras profesionales atienden realidades que nadie ha podido o sabido mejorar en el camino. Ellas gestionan, atienden y acompañan. Y lo hacen con un reglamento de ayudas obsoleto, de 2010. Con listas de espera larguísimas, y con una macedonia de temas y procesos que te hace imposible enfocarte. Lo hacen con la presión que ya llevan de por sí las situaciones dramáticas, pero también con la presión social y política de los tiempos que estamos viviendo.
Lo hacen sin que los ayuntamientos tengamos recursos suficientes en cuanto a vivienda y sin que nadie haya separado sus funciones. Todo lo que no funciona, a servicios sociales.
Y eso lo sufren también los usuarios del servicio.
Además de nuestro grito de socorro dirigido al Estado y la Generalitat para que nos ayuden a huir del colapso, teníamos que escuchar a nuestros equipos y actuar. Porque, aunque el ingreso mínimo vital del gobierno no funcione y nadie regule el mercado de la vivienda en este país, la emergencia llama a la puerta de los ayuntamientos, y a la de nadie más.
Esta legislatura tenía que ser, desde su inicio, la legislatura en la que descargáramos a los servicios sociales de labores puramente administrativas y burocráticas, para conseguir que volvieran a la razón de ser de su trabajo: el acompañamiento y los proyectos.
Para ello era imprescindible acabar con la saturación y buscar un nuevo modelo. Y, aunque es cierto que la pandemia no ha ayudado, no valen excusas.
Es un orgullo explicar que un gran trabajo interno nos ha traído el nuevo reglamento de ayudas, aprobado inicialmente en el pleno y adaptado a los tiempos que corren, tras más de 10 años. Con él en la mano, hemos creado un equipo que estará al mando de la nueva oficina de prestaciones sociales. Una oficina que nos ayudará seguro a aligerar la carga de nuestros equipos. Para volver a la esencia.
A esta oficina virtual podrá acceder la ciudadanía para tramitar sus ayudas de forma ágil. Además, gracias a las entidades del territorio y los 10 puntos de orientación social que hemos puesto en marcha, lucharemos contra la brecha digital y llegaremos a más rincones de la ciudad. El plan es claro. Aumentar la cobertura y repartir la tensión que ahogaba a nuestros servicios.
Este cambio en la forma de trabajar ha de separar las ayudas y trámites burocráticos del acompañamiento, las ha de objetivar, y ha de desahogar a nuestros servicios sociales. Porque merecen no vivir reaccionando, y merecen ver y ofrecer un poco más de luz en situaciones con tanta oscuridad.
Tras meses de trabajo y ajustes, tras años soñando con este momento, tenemos motivos y datos para creer en ello, y la ilusión de que conseguiremos mejorar las cosas para nuestros equipos y nuestra ciudad.
Ya tendremos tiempo de valorarlo.
Nota de l’editor: Diari de Terrassa obre les pàgines a les opinions dels grups amb representació a l’Ajuntament, que es publiquen segons ordre d’arribada.