Opinió

Covid-19 y aprendizajes

finales del mes de marzo, en pleno confinamiento, en este diario y en un canal de televisión aconsejé como abogado: ” Hablen, medien entre ustedes€”. Me dirigía a todos los que, divorciados o no, tienen un régimen de visitas con su hijos o una guarda compartida€, y no sabían como compaginar esas visitas y guarda alterna con el riesgo de la Covid-19 para la salud de menores y adultos.

Pensé que tras meses de confinamiento, y juzgados inoperativos para la mayor parte de asuntos, tod@s habríamos sacado una lección. Y que ante la retaíla de brotes, rebrotes y angustias vividas en Julio y en Agosto pasados ese “hablen” habría sido un buen antídoto, o al menos un “after sun”, para limar los cantos sobrevenidos en esta sobrevenida pandemia.

Pues no. No se ha aprendido€ o no del todo.

Caso real.

Estando de vacaciones y en pleno agosto me contactó a mi móvil personal un cliente de confianza que estaba angustiado. Muy angustiado. Me necesitaba para ir a los juzgados, me dijo, y que se encargaba de todo lo que necesitase para facilitarrne mi llegada desde donde yo estuviese de vacaciones. Añadió que su ex le había informado que de los 20 días de vacaciones que estarían los hijos de vacaciones, iría 2 semanas a 2 destinos nacionales concretos.

Pensé que de todos los lugares posibles la elección no podía ser más€ insólita. Hijos menores en 2 territorios de los más gravemente impactados por los rebrotes.

Concretó el cliente que durante esas semanas compartirían casa con abuelos y primos veinteañeros e incluso con un familiar que trabajaba de cara al público. Y concluyó que se negaba a dejarle ir con los hijos fuera donde fuere.

Mi mente como una ametralladora no paraba de ver peligros, personas vulnerables y de riesgo alrededor de los menores, descuidos y despropósitos, temeridad legal e… incomunicación.

Le dije que hasta el 1 de septiembre no estaba disponible. Pero le aconsejé. Un consejo más como persona que como abogado:

“Hablen, por favor, entre ustedes porque ni el uno ni el otro se están escuchando. Se oyen pero no se están escuchando”, le dije.

No necesitan un abogado. Necesitan ser adultos consecuentes y responsables.

Aconsejé no negarse a que se fueran los menores de vacaciones con el, cierta y objetivamente, irresponsable y temerario ex, pero sí dejar constancia de la negativa a que fuesen a esas zonas de riesgo. Una llamada a la responsabilidad y la prudencia.

No se puede pretender acudir a los juzgados para solucionar cualquier desencuentro de opiniones y comportamientos. Apliquemos la lógica, por favor, en beneficio de los menores. Expongamos la opinión de manera cordial, aunque no lo sea la otra parte.

Detallemos nuestros argumentos y acompañémoslos con hechos que respalden nuestros temores, como en el caso real expuesto, o nuestras discrepancias. Seamos empáticos, asertivos y busquemos el momento más calmado para evitar la tormenta€ judicial.

¡Y despéguense de la mano ese móvil de una vez!. Está causando incomunicación, valga la paradoja. Audios inaudibles. Textos hiperabreviados. Emoticonos ofensivos. Enviar un hacha en un chat para decir que no estamos de acuerdo con algo€ nos puede llevar ante un juzgado de lo penal.

Nos enfrentamos en los meses venideros, con sus grises y astenias “otoñales”, a la incógnita de qué pasará con la pandemia y si habrá recortes de menor o mayor alcance a nuestra libertad de movimientos en pro de la salud de todos. Y volverán a surgir las mismas consultas fruto de conflictos respecto a si es prudente o no desplazamientos de los hijos, fines de semana con uno u otro, posibles puentes y riesgos para la salud. Y se cruzaran en las redes “No te dejo ir con los hijos€ no te los llevas€” un etc de lo más desolador.

Mediemos entre nosotros mismos. Y hablen, por obligación legal. Sí, sí, obligación por ley.

El 31 de julio en Catalunya se ha dado el respaldo definitivo a la obligada sesión previa de mediación. Se publicó la Llei 9/2020 de 31 de juliol. A partir de 1 de Noviembre que entrará en vigor esta ley se deberá acreditar ante el juez que antes de acudir a su auxilio para solucionar temas como el explicado, las partes han intentando hablar, aproximar posturas, ceder, compensar a cambio. Reitero, hablar, con mayúscula.

Al margen de que sea otra cuestión que las conversaciones entre despachos de abogados en nombre de sus clientes son confidenciales y amparadas por el Código Deontológico de nuestra profesión, por mucho que un juez requiera acreditar que se intentó un acuerdo, lo importante es que por fin será obligatoria, al menos, una sesión previa de mediación. Si luego las partes no quieren mediar por el motivo que estimen a bien, o si al final de varias sesiones se rompe la entente, se seguirá el asunto ante el juez.

Es triste tener que obligar a ello pero es bienvenido que se imponga la gestión mediada de un conflicto en pro del derecho al bienestar de los hijos y por encima de la chulesca expresión de “nos vemos en el juzgado”.

Y si no es posible tener un diálogo sosegado, hablen con su abogado o abogada, y canalizará, previo tamiz legal necesario, sus peticiones.

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