Hoy, las amenazas a las que se enfrenta Europa y el mundo globalizado en su conjunto, no son sólo de paz, sino también sanitarios, provocados por el Covid-19, pero también económicos y sociales sin precedentes; peligros que sin duda alguna pueden contribuir a la desestabilidad mundial también en términos de seguridad y disfrute por tanto de la paz. Ante una situación así, se hace hoy más que nunca necesaria que la Unión Europea trabaje de una manera coordinada y unida para afrontar estos nuevos desafíos a los que nos enfrentaremos en los próximos años. Una Europa, que ha cambiado y que ya no es la que nació en 1957 con el Tratado de Roma formada por 6 Estados, sino una Unión Europea integrada por 27 Estados miembro a la que otros países europeos se quieren unir.
La crisis actual nos ha demostrado que a pesar de que la Unión Europea tiene un proceso de toma de decisiones complejo y lento; no menos cierto es, que cuando ésta ha tomado decisiones para dar una respuesta coordinada a la crisis (por ejemplo: coordinando la compra de material sanitario, la repatriación a sus países de ciudadanos europeos, etc), así como, decisiones económicas encaminadas a paliar los efectos económicos y sociales y enfocados a la reconstrucción lo ha hecho y de qué manera. Además, ha sido solidaria creando fondos especiales de apoyo a otras regiones del mundo para la lucha contra el Covid-19 como el fondo especial para los Balcanes occidentales.
Y es que, el proyecto europeo cuyos mimbres comenzaron a entretejerse el 9 de mayo de 1950, no sólo ahora se ha demostrado que es más necesario que nunca, sino que además, si no existiera debería de inventarse.