Listo para sentencia". Con la "frase solemne" del magistrado Manuel Marchena poniendo punto y final a cuatro meses de juicio al "procés" empieza Josep Rull la undécima entrega de sus "cròniques des de la presó". En ella valora las últimas jornadas del proceso judicial y explica cómo y porqué hizo uso de su derecho a última palabra: "Decidí comparecer ante el Tribunal sin papeles (cosa que incrementaba hasta niveles indescriptibles los nervios previos) -explica-. Quería mirar constantemente los ojos de los magistrados que me estaban juzgando, no perder ni un instante de contacto visual con ellos. Decidí hablarles, sobre todo, desde el corazón".
Rull desplegó "tres conceptos" que conectan "el sentido histórico de un juicio político con lo que hemos vivido". Firme y emocionado, afirmó que "la prisión no nos hará desistir de nuestros ideales", que "la esperanza es más poderosa que el miedo" y añadió que "esto es imparable. Después de nosotros siempre vendrán más. No hay prisiones para encerrar el anhelo". Y concluyó: "El diálogo, al ultranza, como respuesta", porque "aquí hay un problema político que solo se puede resolver desde la política".
El Tribunal Supremo tiene ante sí ahora el reto de "decidir si defiende el estado de derecho (de una pretendida amenaza) recortándolo o bien reforzando el sistema de derechos y libertades".
En su "crònica des de la presó", Rull agradece la labor de los letrados de la defensa, "brillantes, técnicamente solventes pero, lo más importante, unas personas excepcionales. La amistad que hemos fraguado será para siempre".
En campo propio
El ex conseller sintió que durante la última semana del juicio los presos catalanes "jugábamos en campo propio". Con los informes de la defensa "se hizo la luz". Los letrados "construyeron un relato que desconstruyó" el formulado por la acusación de Vox, la Abogacía del Estado y la Fiscalía. La defensa actuó "como un equipo" y "quedó rotundamente claro que nos encontramos frente a un juicio político", aunque "para los cuatro fiscales las pruebas eran irrelevantes: o se ignoraban o se manipulaban".
Rull insiste en que "golpe de estado" es un concepto que "excita a la caverna mediática" pero "no existe en el Código Penal". A pesar de ello el fiscal Fidel Cadena, denuncia, se acoge al "derecho penal creativo" al afirmar que "aquí ha habido una rebelión diferente".
"¿Alguien se imagina que te puedan acusar por un ‘homicidio diferente’ donde no hay muerto -plantea Rull-, o por un ‘hurto diferente’ donde no hay sustracción de ningún bien? (…) Eso es lo que se plantea para perseguir los hechos del 1 de octubre y del 27 de octubre".
Volver a Lledoners
Finalizado el juicio, Josep Rull describe el dolor que provocó entre los presos catalanes la separación de Carme Forcadell y Dolors Bassa. También la despedida de los funcionarios del Tribunal Supremo, policías y guardia civiles que durante cuatro meses han hecho las labores de custodia. "Nos hemos conocido y, en algunos casos, nos hemos acabado apreciando". El trato dispensado "ha sido muy correcto", explica Rull, para quien en esa relación "hemos sido capaces de poner en valor la ‘alteridad’".
Pendientes del traslado a la prisión catalana de Lledoners, los presos están convencidos de que el Tribunal Supremo volverá a denegar la libertad. Esperan el trámite para desplegar todos los procedimientos administrativos que permitan el cambio de prisión. Descartan, confiesa, un dictamen de libertad. "Si se siguiera la jurisprudencia del Tribunal Supremo (elaborada por el propio Marchena), deberían dejarnos en libertad hasta que hubiera sentencia. Sería lo normal en un país normal…".
Los procesados tienen ganas de regresar a Catalunya tras la celebración de la vista. "Yo personalmente quiero abrazar a mi madre después de cuatro meses sin verla", confiesa desde Soto del Real.
Rull se perderá por segunda vez la Festa Major de Terrassa, que arranca el 29 de junio. "Pero mi corazón estará, como siempre, con Terrassa", concluye.