Esta es la principal hipótesis de investigación sobre la explosión y el incendio que quemó ayer a un hombre en Can Roca: el hombre, se presume, provocó la deflagración con gas butano y el fuego devoró la vivienda. Él quedó en estado crítico. Una veintena de personas desalojó el edificio. Todas fueron atendidas, pero ninguna de ellas sufrió intoxicaciones de gravedad. Dos padecieron cuadros de ansiedad.
Se oyó el estrépito de una explosión y saltaron pedazos de objetos a la calle de Sabadell. Eran las 8.22 de la mañana cuando llegó la alerta al 112. Siete patrullas de la Policía Municipal fueron a Can Roca. La carretera de Matadepera se llenó de sirenas. Había un incendio en un edificio de viviendas de la calle de Sabadell, en la esquina con la avenida del Parlament. Arribaron ocho unidades de Bombers. El edificio tiene seis plantas, 34 viviendas. En la última planta surgían lenguas de fuego por las ventanas. Un pedazo de bombona de butano había caído justo a la acera de enfrente, despedida a través de una ventana.
El humo se adensaba en la comunidad. El herido estaba tumbado en el suelo del rellano, con el cuerpo invadido de quemaduras. Balbuceaba algo. Los vecinos que se dieron cuenta de lo que ocurría abandonaron sus hogares escaleras abajo. Otros ya habían salido. Unos policías municipales ayudaron a los bomberos a desplegar mangueras para atacar el fuego desde dentro de la finca mientras un camión escalera hacía lo propio desde la calle de Sabadell. Unos agentes golpearon puertas para avisar a los residentes que aún no habían salido. “Vimos mucho humo”, explicaba un vecino poco después.
Unos policías agarraron la silla de ruedas de una mujer para bajarla a peso a la calle.
El 80 por ciento del cuerpo
El herido, de 35 años, pudo pronunciar su nombre, pese a su limitado nivel de conciencia. Álex. Luego perdió el conocimiento. Bomberos, policías, sanitarios, estaban con él. Primero intentaron estabilizarlo en el rellano. Luego, en la acera, antes de trasladarlo a la unidad de quemados del hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Tenía el 80 por ciento de su cuerpo con quemaduras. Su estado era crítico. Como atravesado por relámpagos de lucidez, se incorporaba de súbito y soltaba alguna palabra indescifrable. Luego volvía a caer, extenuado.
El incendio fue voraz. Al parecer, se inició en el comedor del piso, donde se produjo la ignición tras la presumible acumulación de gas. Cuando los bomberos entraron en el domicilio, las llamas lo devoraban. La onda expansiva atravesó la vivienda, a un lado y a otro, desde el epicentro del comedor. Destrozó las ventanas de un costado y del contrario, las de la calle de Sabadell y la que dan a la otra calle. En este lugar la baranda estaba doblada.
El desalojo afectó a veintiuna personas. Personal del SEM las evaluó. Había ocho ambulancias. Dos víctimas sufrían un cuadro de ansiedad, pero no hizo falta trasladarlas a ningún hospital. Los afectados esperaron con paciencia frente al edificio, atendiendo a la información que facilitaban los mossos.
¿Se puede entrar ya?, preguntó una mujer a un policía municipal. Sí, puede usted entrar. Tenía que tomar su medicación. Faltaba poco para el mediodía y el operativo se había desmontado. Duró unas tres horas. A las 11.20 los bomberos informaron a los vecinos reunidos frente al bloque: ya podían regresar a sus hogares. La Policía Municipal restableció la circulación, que había cortado en el tramo de la calle de Sabadell comprendido entre la avenida del Parlament y el Parc de les Nacions Unides.
Aún seguía acordonada la acera correspondiente al bloque. No se podía pasar a pie por allí.
Sin servicios
Las cuatro aberturas del piso arrasado que daban a la calle de Sabadell estaban sin ventanas. Sólo se veía el hueco negro, y manchas de humo en la fachada. “Ten cuidado, no resbales”, dijo un hombre a su compañera mientras ascendía los primeros peldaños de una escalera con restos de agua y suciedad. La finca estaba sin luz, sin gas y sin agua corriente, cortes de servicio que afectaron tanto al vecindario como a la media docena de comercios ubicados en los bajos, en la avenida del Parlament.
Ni la potente deflagración ni el devastador incendio causaron daños estructurales en el bloque, a tenor del examen técnico realizado por los bomberos y por un arquitecto municipal. Los Mossos d’Esquadra investigan las causas del fuego. Ayer mismo, agentes de una unidad especial de incendios estructurales, de la división de policía científica, inspeccionaron el piso. La hipótesis primordial apuntaba a un intento de suicidio.
“No asumía el divorcio”, contó una vecina. Un mosso portaba un fragmento de bombona recogido en la calle. Un residente se asomaba desde la ventana de un quinto y miraba hacia arriba, hacia el hueco ennegrecido del sexto.