Hasta ahora, cuando hemos utilizado la palabra fútbol, nos hemos referido indefectiblemente a fútbol masculino. No ha hecho falta especificar. Sí que se tiene que ser concreto cuando se trata del fútbol practicado por mujeres. Más pronto que tarde la especificación será imprescindible para referirnos al fútbol practicado por ambos géneros. El crecimiento que está observando el fútbol femenino está situando su practica en un escenario mediático y de seguimiento popular impensable hace tan sólo cinco años. No hace muchos meses, el partido entre el F.C. Barcelona y el Atlético de Madrid congregó a más de sesenta mil espectadores, cifra que ni si quiera se da en muchos partidos de la Primera División Masculina.
El efecto de esta eclosión lo podemos encontrar en el seguimiento que se va a realizar de la disputa del Campeonato del Mundo femenino que se va a disputar desde hoy. Se ha planteado un mundial de récord con más esponsors que nunca, (de 3 a 18), más presupuesto que nunca y más espectadores que nunca (mil millones). Se trata de un mundial esencialmente reivindicativo de un fútbol practicado por mujeres que ha venido para quedarse. No se trata de una cuestión de cuotas, ni de paridades, ni de discriminación positiva, se trata de que el mujeres deben ocupar en el fútbol un espacio por derecho propio, porque crean atención por si mismas, porque su fútbol es atractivo y porque son capaces de generar negocio como los hombres.
Vero Boquete, Jenni Hermoso, Marta Torrejón… ya empiezan a sonar los nombres de jugadoras y nos resultan familiares y los asociamos directamente a equipos y no tardarán los cromos en hacerse populares. Y entre esos nombres destacan el de dos terrassenses, Marta Corredera y Vicky Losada, que son parte de este "boom", que juegan en el Levante y en el FC Barcelona y en la selección española y que están en la cúspide de la pirámide del fútbol femenino que se ha generado durante los últimos años en Terrassa. Hoy publicamos un amplio reportaje sobre un estudio realizado por la UPC sobre el fútbol femenino en la ciudad, cómo se ha consolidado su crecimiento y, lo más importante, cómo no sólo resiste la comparación con otras ciudades españolas y con Europa, sino que las supera ampliamente.
El fútbol ha dejado de ser un deporte de hombres, especialmente en Terrassa