El líder como motor, la movilización popular como estrategia y el terrassensismo como proyecto transversal y sin mochilas políticas. Sobre esos tres ejes ha construido Jordi Ballart su victoria y su partido, Tot per Terrassa, un proyecto que ha regirado el pleno y cuya trastienda revelamos. Esta es la radiografía del tsunami.
El candidato, la marca. En la campaña de Tot per Terrassa el candidato, Jordi Ballart, ha sido el motor y el logotipo. Su equipo tuvo claro desde el principio que, en la carrera por la alcaldía, partía como el líder más conocido y que en el proceso de "branding", el abandono de la alcaldía lejos de restar, sumaba. El portazo de Ballart al PSC tras la aplicación del 155 era percibido mayoritariamente como un gesto de honestidad.
Durante meses, Ballart ha cultivado la imagen de un proyecto político personal, genuinamente terrasense y no sujeto a jerarquías partidistas. En su empeño por romper con el estereotipo del partido tradicional, el líder ha pulverizado la agenda social de la ciudad, acudiendo personalmente a fiestas, comidas populares, inauguraciones y cumpleaños. Citas donde el mensaje ha sido uno: "lo que nos interesa es Terrassa, eres tú, al margen de lo que votes".
Ese trabajo personal, de tú a tú permanente, culminó durante la campaña con dos actos, el de presentación de la candidatura y el central de campaña en el Centre Cultural, donde el culto al líder aventuraba un tsunami electoral.
El núcleo operativo. Ballart ha contado con un núcleo operativo y de confianza integrado por 10 personas, encargado de diseñar la campaña y arropar al candidato. La clave de la victoria recae en buena medida también en este sanedrín, entre quienes figuran personas de la confianza de Ballart como los ex concejales Lluïsa Melgares y Noel Duque, su exasesor municipal Xavier Cardona y la candidata Rosa Boladeras. También un experto en comunicación política que llevó la campaña de Dolors Sabater en Badalona, un abogado, un miembro del tejido social egarense y el coordinador de campaña.
El núcleo decidió "el enfoque personalista del proyecto y un discurso positivo, optimista, alejado de polémicas, ataques y malos rollos", explican. Una estrategia que debió tomarse una pausa.
Junto a Ballart, el equipo decidió parar la campaña el pasado lunes para acusar al entorno del PSC de "juego sucio" por una noticia en un digital sobre sus ingresos en la Diputación. La junta electoral desestimó la denuncia presentada por Ballart, que a esas alturas ya había rentabilizado el incidente mostrándose como víctima de un ataque contra su partido y su persona.
Junto al grupo operativo, una segunda corona de más de doscientas personas se ha encargado del diseño, la coordinación y la ejecución de las campañas de puerta a puerta, la distribución de carteles y la organización de eventos.
La campaña, una fiesta. La campaña de Jordi Ballart ha sido concebida como una auténtica cruzada terrassensista, cargada de optimismo y en fiesta permanente. En redes sociales, en los actos políticos y en todas las actividades, la consigna era "el buen rollo. No ha habido que forzarlo -explican desde el equipo -, el 99% de la gente que integra el proyecto no tiene experiencia política y eso ha ayudado a que la propuesta sea muy fresca".
La candidatura se ha desprendido del pasado político de su líder y ha articulado un discurso abierto y transversal, progresista, ni unionista ni independentista, capaz de seducir a amplias capas de electores. Al más puro estilo "catch all" o metapartido, Tot per Terrassa logró el domingo ser la primera fuerza en la ciudad con casi 28 mil votos procedentes de todo el espectro político.
Ballart ha articulado su campaña sobre un trípode esencial de medios: en la calle, con la gente, y en las redes. El candidato se mueve con soltura y ha convertido sus cuentas en Facebook, Twitter e Instagram en su mejor herramienta de campaña política. La cifra de seguidores muestra la potencia de la marca Ballart frente a la Tot per Terrassa. Más de 16 mil personas siguen a Jordi Ballart en twitter, casi 16 mil en facebook y casi 9 mil en instagram, a años luz del resto de candidatos. El partido suma 700 en twitter, algo más de 3 mil en facebook y 1500 en instagram.
Comunidad en red. Meses atrás la candidatura de Jordi Ballart colgó en su web unos formularios de apoyo a los que en semanas se habían sumado ya mil voluntarios. El candidato recogía la primera cosecha de su ominipresencia en redes -como alcalde ya respondía personalmente a sus seguidores- y su imparable agenda social. Copiando el modelo Obama, la candidatura de TxT ha tejido una sólida red de afines que han ejercido de "voceros" en un imparable proceso viral.
Sólo en la elaboración del programa han participado más de 800 personas. Para redactarlo se celebraron 60 reuniones y más de 100 horas de debate. La red ha funcionado a todos los niveles. Cuando el reparto de espacios para banderolas relegó a TxT a lugares de escasa visibilidad, el partido activó una llamada a la cesión de balcones que se tradujo en 200 pancartas colgadas por la ciudad.
Nadie sabe en Tot per Terrassa cómo ese avance de la candidatura durante las semanas previas y los primeros días de la campaña acabó movilizando 28 mil votos, ganando las elecciones y poniendo fin a 40 años de socialismo. Hay la sospecha de que la candidatura explosionó los últimos días. "Nunca lo sabremos -confiesan desde la candidatura-. Durante la campaña pensábamos que sacaríamos 5, 6 o 7 concejales. Pero el miércoles fuimos al Mercat de la Independència y la reacción de la gente fue tan espectacular que pensamos, ¡Podemos ganar! Y así fue".
Sin los bancos.La victoria de Tot per Terrassa ha costado 23.200 euros y se ha financiado con recursos propios, sin recurrir a los bancos. Según información facilitada por el partido, el presupuesto procede mayoritariamente de microaportaciones que empezaron a llegar en noviembre de 2018, un mes después de que Jordi Ballart dejara la alcaldía y el PSC. Han sido 85 en total y han contribuido con 12.500 euros a la campaña. El partido abrió una vía para la captación de fondos a través de su web y ha completado su financiación con actividades populares y la venta de material de campaña (6.800 euros), así como las aportaciones personales de los miembros de la candidatura (3.900 euros).