Jordi Cuesta ha finalizado su cuarta temporada al frente del Terrassa FC. Y lo hace con el mal sabor de boca de una clasificación inesperada, lejos del "play off" que se había propuesto como meta. Si en los dos últimos años el equipo acabó entre los cuatro primeros, en la temporada de mayor inversión ha acabado lejos de las expectativas. Pese a ello, trabaja ya en su quinto proyecto.
¿Qué balance hace de la temporada que finalizó el domingo?
Hay que ponerle un suspenso, sin duda. Ha sido el año en que hemos hecho una mayor inversión económica y lo acabamos con el peor resultado deportivo. Por tanto, un suspenso y con nota muy baja.
¿La palabra fracaso excede su vocabulario?
No me gusta utilizar esa palabra, es demasiado dura.
¿Qué errores se han cometido para haber estado tan lejos del objetivo inicial?
Por lo que respecta a nuestra gestión es evidente que se ha invertido mucho dinero en jugadores que tenían que ser diferenciales y no lo han sido. Esos futbolistas no han marcado la diferencia y con ellos no hemos dado el salto adelante que esperábamos. No han mejorado la plantilla, la del año anterior con menor presupuesto dio un mejor resultado.
¿Ha tenido la sensación de haber tirado el dinero?
Sí, porque haces un esfuerzo muy grande y no sirve de nada. Tenga en cuenta que, aunque no hemos cerrado aún el balance económico, va a ser negativo y eso afectará al presupuesto de la próxima temporada. No esperaba que los números rojos fuesen tan elevados.
Siempre se dice que el dinero no lo es todo en el fútbol.
He aprendido eso este año. La inversión no es igual a resultados. Es indiscutible que ayuda, porque sólo hace falta mirar la clasificación, pero siempre hay un caso que rompe la regla como en esta ocasión el Horta. Debemos utilizar los recursos que podamos, sin demasiadas aventuras. Y eso no nos permitirá cometer errores. Competimos con clubs que tienen ayudas de las que nosotros carecemos y eso nos obliga a ser más cuidadosos a la hora de invertir.
Se le acusa de haber presionado al equipo muy pronto hablando del título como objetivo indiscutible.
Me equivoqué en eso, debo admitirlo. Salí diciendo que quería ganar la Liga en un buen momento deportivo y apoyándome en que los jugadores estaban muy convencidos. Te envalentonas y con esas palabras lo único que hice fue presionar más al cuerpo técnico y a la plantilla. Debí haber sido más prudente y no verbalizar lo que pensaba.
¿Le encuentra explicación al hundimiento que sufrió el equipo después de catorce jornadas invicto?
No, ninguna. Los equipos de Cristian daban su mejor tono físico y futbolístico en la parte final de la temporada y esperaba que fuese así. Pero ha sido al contrario. Cada día entiendo menos de fútbol.
Dijo el entrenador que, probablemente, hubiese sido acertado marcharse en la séptima jornada después de la primera bronca con la afición. ¿Qué cree?
El primer año cambié tres veces de entrenador y usted mismo me bautizó como devorador de entrenadores. Aprendí que hacer tantos cambios es una política equivocada. Lo mejor es empezar y acabar con el mismo técnico si no es que estás con el agua al cuello. Lo que no tiene sentido es que una parte de la afición ya pidiese su cabeza tan pronto. Ahora es el momento de hacer los balances, no entonces, cuando, incluso, el equipo estaba bien clasificado.
¿Usted también entendía que la etapa de Cristian en el Terrassa estaba acabada?
Deberíamos comparar la situación con la de un matrimonio que se debe separar por el bien de los hijos. A mí me hubiese gustado que continuase, que hubiese tenido más años de recorrido en el club. Pero el ambiente estaba muy crispado y era imposible prolongar esta situación. Los dos lo teníamos claro.
¿Se equivocó apostando por la figura compartida de director deportivo y entrenador en la misma persona?
Yo pienso que no. El primer año el resultado fue muy positivo. y creo que en Tercera División es una figura que se puede compaginar. Sabemos que a Cristian el hecho de negociar primas, sueldos o fichajes le ha erosionado mucho y eso me lleva a pensar que, posiblemente, estábamos equivocados. Por eso cambiamos ahora el esquema y separamos las funciones.
En esta nueva etapa han apostado por Miquel Ezequiel como director deportivo, aunque aún no se ha hecho oficial el fichaje.
Entendemos que su trayectoria en Tercera División le califica para un cargo como este. Conoce muy bien la categoría, tiene ADN Terrassa y es socio del club desde que nació. Es la persona adecuada pero aún pertenece al Granollers.
¿Quién será el entrenador?
Eso aún hay que decidirlo. Nos gustaría que tuviese un perfil similar al de Cristian, pero eso no es fácil.
¿Habrá recorte económico la próxima temporada?
Estamos a la espera de saber si entra algún patrocinador importante. El club genera unos 150.000 euros anuales, que es un presupuesto elevado porque cuando entramos el nivel de ingresos era cero. Eso es lo que tenemos, aunque no renunciamos a mejorar porque el Terrassa interesa a mucha gente. Yo soy optimista y no descarto que podamos invertir más dinero. Últimamente acostumbro a pedir paciencia y eso a la gente no le gusta, porque siempre me recuerdan que llevamos diez años en Tercera. Pero lo digo en el sentido de que hay que buscar más recursos, que el club sea autosuficiente y sostenible, sin estar pendiente siempre de lo que pueda aportar el consejo de administración.
Al principio me ha hablado de un suspenso a la temporada. ¿Hay que pensar que ese análisis conllevará una revolución en la plantilla?
No soy el más indicado para pronunciarme sobre eso. Entiendo que hemos fallado pero también le diré que en la plantilla hay gente válida. En todo caso quien decidirá será el nuevo entrenador.
¿Qué proyecto deportivo va a dibujar?
Para hacer "play off" y con una apuesta por el buen fútbol. Tenemos un campo grande en el que no se puede jugar a otra cosa. El Terrassa no puede aspirar a un objetivo que no sea acabar entre los cuatro primeros. Mirar el "play off" de este año por la televisión me resulta muy doloroso. La próxima temporada va a ser muy dura, igual con ocho aspirantes al "play off". Pero lo vamos a volver a intentar.
Cuando llegó al Terrassa habló de un proyecto de cuatro años. Pero hace algunas semanas ya afirmó que iba a continuar. ¿Sin fecha de caducidad?
El futuro es incierto, sobre todo a la espera de ver qué Ayuntamiento sale de estas elecciones. Tenemos buenas relaciones con todo el mapa político de la ciudad, aunque será preciso hablar del nuevo convenio de cesión del estadio que se acaba ahora. Ese es un tema influyente en nuestro futuro en el club.
¿Espera una mejora en las condiciones de ese convenio?
No quiero ningún trato de favor, pero sí algo más de flexibilidad. Sería positivo tener capacidad para promover iniciativas propias que puedan generar ingresos para el club. Pienso que eso es posible y queremos que se discuta.
¿El club podría plantearse la posibilidad de asumir el cambio de la hierba artificial?
No lo descartamos. El precio del dinero es ahora mismo bajo y podríamos estudiar un renting a diez años que sería asumible. Nos lo hemos planteado, pero no en el marco actual de cesión de las instalaciones. Debería ser bajo otras condiciones que nos permitiesen recuperar esa inversión.
¿Ha tenido alguna oferta para vender el club?
Sí, alguna importante nos ha llegado en los últimos meses. Pero siempre vinculada a grupos que vienen a comprar y vender jugadores, escenarios que no vemos claros. Hemos trabajado mucho para que el club sea sostenible, lo estamos consiguiendo y si llega el momento queremos dejarlo en manos de alguien que quiera seguir el mismo camino. Queda mucho por hacer en el Terrassa y seguiremos aquí.
Hace tiempo dijo que no pararía hasta llevar al Terrassa a Segunda División. ¿Aún lo ve factible?
Ese sigue siendo mi pensamiento, aunque está claro que en cuatro años no ha sido posible. He aprendido a tener algo más de humildad y si tiene que ser en ocho años, pues así será. Se manejan presupuestos muy importantes y no es una tarea sencilla.
Hace unos días le oí decir que hay que adecuarse a una nueva realidad. ¿A qué se refería?
Hemos hecho un gran esfuerzo durante cuatro años y pienso que debería haber sido suficiente para haber subido a Segunda "B". Pensábamos que íbamos a tener una respuesta importante a través de los patrocinadores, pero tampoco ha sido suficiente para que la inversión del consejo se detenga. Somos lo que somos y en base a ello hay que apelar a la paciencia porque debemos aumentar el presupuesto por dos o por tres para estar con los mejores. El Terrassa es el Barça de la Tercera División, aunque en cuanto a recursos económicos igual somos el Espanyol.
Pero ya vamos camino de los diez años en Tercera.
Entiendo que la gente esté cansada de la categoría y de promesas. En estos momentos el club es sostenible en Tercera División con capacidad para estar luchando entre el cuarto y el séptimo lugar de la clasificación con los recursos propios que generamos. Pero no queremos eso, queremos más. Y para ello es preciso tener el doble del presupuesto. Hasta ahora ese dinero lo está poniendo el consejo de administración, pero estamos en proceso de ir equilibrando esa balanza. Entiendo que la gente esté enfadada, pero yo me encontré el club en una situación determinada, pagué la deuda que pagué y todo eso va en la mochila.
¿Es muy complicado este club?
Mucho. Aceptaría que me presionasen si tuviésemos una gran cantidad de socios y una aportación de patrocinadores que nos permitiese tener un gran presupuesto. Pero tenemos unos ingresos para estar en mitad de la tabla, por tanto no me pidan que seamos campeones cada año. La historia dice que estuvimos en Segunda División y la gente quiere volver. Pero eso no se hace de un día para otro.
El club ha crecido en fútbol base y fútbol femenino. ¿Necesitan más instalaciones?
Sí, porque vamos a llegar a los mil jugadores en nuestros equipos. Cuando pusimos en marcha este proyecto hablábamos de apostar por la calidad por encima de la cantidad pero creemos que de la cantidad sale la calidad. Hay mucha gente que quiere formar parte de este club y llegará el momento en el que no podremos aceptar a nadie más. Tenemos el acuerdo con el Bonaire, de cuyas instalaciones hacemos un uso importante, y quizás necesitaríamos otra similar. Pero eso no está en nuestra mano.
¿Qué ha aprendido este año?
A tener mucha paciencia. Como empresario pensaba que la inversión es igual a resultados, pero en el fútbol no es así.
¿Qué no volvería a hacer?
A veces nos hemos vuelto un poco locos a la hora de fichar llevados por la ilusión. Hay que encontrar un equilibrio y para ello es preciso encontrar la persona que sepa hacerlo. Hemos pagado de más a jugadores que no tenían ese valor, por la ilusión de tenerlos en nuestro equipo.
Le acusan de ser un presidente blando, de no haber intervenido en los momentos de crisis.
Mi personalidad es esa. No soy de los que gritan o se enfada. Me gusta dejar trabajar y después tomo decisiones.