Diari de Terrassa

VÍDEOENTREVISTA: Isaac Albert, candidato de Esquerra Republicana a la alcaldía

¿Se ve usted alcalde?
Me presento precisamente para eso.

Valoremos los resultados de las generales ¿Aunque no sean extrapolables pueden dar pistas?
Los resultados de las generales son muy buenos. También es cierto que Esquerra ganó las elecciones europeas de 2014 y desde entonces está en una dinámica que entendemos muy positiva. Fuimos terceros con un muy buen resultado en las municipales de 2015; en diciembre de 2017, en las catalanas, obtuvimos también un buen resultado con una fotografía muy esperanzadora puesto que nos consolidamos en nuestros espacios y conseguimos una excelente respuesta en barrios de la segunda corona. Este proceso se consolida en estas generales.

¿Cambiará mucho el voto en las municipales?
Somos conscientes de que en las municipales se vota diferente y de que no hemos ganado nada. Esos resultados nos motivan y nos dan esperanza, pero también no responsabilizan mucho. Pensamos que cualquier partido de los que se presentan se cambiaría por nosotros, excepto el PSC, y aunque eso no quiera decir que se deban repetir esos resultados, no le negaré que nosotros nos encontramos en un buen momento.

¿Tienen ustedes mucho voto prestado? El bloque independentista se presenta fragmentado ¿Teme un debilitamiento del voto de Esquerra por esa circunstancia?
Aunque suene a tópico, pienso realmente que el voto no es de nadie. El nuevo tiempo te lleva a ganarte el voto en cada convocatoria sin pensar en la renta de la anterior. No hay voto prestado, porque el voto no es de nadie. También es cierto que en las municipales baja la participación y el votante se mueve por impulsos diferentes. La abstención también es una posición política. Esquerra es un actor político presente en la ciudad de forma permanente, incluso cuando no ha estado en el Ayuntamiento, nosotros lo percibimos, nos sentimos parte importante de esta ciudad, más allá de que se nos vote o no.

Usted asegura que Terrassa será gobernada por Esquerra o por el PSC, pero ¿tendrán apoyos suficientes para una mayoría estable uno u otro?
Parece claro que gobernará Esquerra o el PSC. Pensamos que nosotros somos el relevo, pero, en cualquier caso, seremos actores protagonistas en la construcción de la ciudad desde el gobierno o desde la oposición. No lo podemos hacer con el PSC porque hay un bien superior en la ciudad que es el cambio. No pactaremos con el PSC; ahora bien, también estoy en disposición de decir que no enviaremos al PSC a manos de Ciudadanos. Somos el cambio, pero si se da la circunstancia debemos ser el muro para que no llegue al gobierno la extrema derecha o la derecha extrema. Desde la oposición, por tanto, podemos incidir. De todas formas, pensamos que habrá una mayoría alternativa y que nosotros podemos liderarla.

Hace muchos meses que usted asegura que será imposible en Terrassa un gobierno de menos de tres partidos. Se está generando un escenario complicado.
Eso no pasará si los terrassenses nos votan en masa a nosotros (sonríe). Es cierto, el plenario está muy atomizado y la previsión es que siga estándolo o incluso lo esté más. Pero cuidado, porque es posible que haya mucho voto que no acabe yendo a ningún sitio. Para tener representación en el Ayuntamiento se necesita un cinco por ciento de los votos. Hay doce candidaturas de las que creo que hay diez que podrían tener opciones, pero hay que llegar al cinco por ciento. Dicho esto, pensamos que esta ciudad se debe gobernar con catorce concejales y que esa cifra sólo se conseguirá con tres partidos.

¿El hecho de que usted reivindique un gobierno estable y sólido quiere decir que salimos de cuatro años perdidos por un gobierno en minoría?
Por supuesto, pero es que creo que salimos de ocho años perdidos. Con ello tampoco quiero culpabilizar a los gobiernos que ha habido. El mandato en 2011 empieza con una crisis importante, con una reducción del presupuesto, con muchas necesidades sociales que se debieron priorizar, etcétera. Pero el problema es que no se ha sabido explicar a los terrassenses hacia dónde va la ciudad y si eso ocurre, la ciudad no va a ninguna parte. Eso es responsabilidad del equipo de gobierno.

¿Quiere decir que la ciudad se ha paralizado?
Quiero decir que es cierto que el PSC ha sido el motor de transformación de la ciudad, pero ahora es el freno. Mire, en este momento tenemos un presupuesto que supera al mayor que tuvimos antes de la crisis. Se sobrepasan los 40 millones de euros en el presupuesto de inversiones, recuérdeme usted algún proyecto significativo que se haya emprendido en estos cuatro años; dígame sólo uno. No hay ideas, no hay proyectos y eso tiene que ver con el liderazgo.

Se habla mucho de ideas y de proyectos ilusionantes, pero se concreta poco. ¿A qué se referiría usted?
La política va de eso, va de dibujar proyectos, es una lucha de intereses, en el buen sentido, de ideología, de proyectos. Getionar los conflictos que pueden generar esos intereses o esos proyectos es la política. Todo el mundo sabe defender sus intereses, lo que no se sabe tanto es gestionar ese conflicto. En política se dibujan caminos para llegar a los proyectos, y estos caminos no siempre son los mismos. Hablo de relato, de recursos económicos y de priorizar. Durante mucho tiempo, en esta ciudad no se ha priorizado, porque con la crisis ha sido imposible; ahora ha llegado el momento de tener criterio, de priorizar, de hacer política.

Por ejemplo.
Pues la inversión en cultura está en esta ciudad un cincuenta por ciento por debajo de la mayoría de ciudades importantes de Catalunya. En política deportiva, la inversión está muy por debajo de lo que dedican ciudades similares a la nuestra. Es cierto que se hicieron muchos equipamientos, pero no ha habido planificación en torno a la actividad que en ellos se desarrollan. No se han llenado de contenido. La ciudad vive de renta en política deportiva, en política económica, en política educativa, en política cultural€ Es cierto que en un tiempo Terrassa fue líder en Formación Profesional o en guarderías, pero ya no lo es. En cultura vivimos de decisiones tomadas en los años ochenta, que no han evolucionado. Urbanísticamente no se ha afrontado un gran proyecto desde hace veinte años, desde la conversión del parque de Vallparadís. No se ha transformado nada en la ciudad. Tenemos un centro que sigue siendo de una ciudad de cincuenta mil habitantes. Hablamos de tener objetivos concretos.

¿Estamos ante el fin de una época?
Yo prefiero decir que estamos en un cambio de época y ello, más allá de quien gobierna. Hemos llegado hasta aquí fruto de las políticas que se han implementado, las que sea, pero ahora hay que cambiar, hay que buscar nuevos liderazgos. Si no hay nadie que busque consensos, si no hay nadie que lidere, la ciudad no progresa y eso no nos lo podemos permitir.

A usted le gusta hablar de liderazgo y de elites. Esos conceptos, en otro tiempo, se personalizaban en los grandes empresarios de la ciudad, los que se denominaban prohombres ¿Quienes son las élites hoy en día y cómo hay que ejercer el liderazgo?
La palabra elite genera una cierta prevención, e incluso rechazo, pero es indiscutible que toda sociedad tiene una elite extractora. Terrassa ha tenido esas elites. Te puede gustar más o menos lo que se ha hecho, pero es evidente que se ha producido un impulso de esas elites. No quiero sacar el tema, pero si hemos tenido agua, o sanidad o espacios culturales potentes, ha sido gracias a esas elites. Podemos discutir la forma, pero el impulso se ha producido, sin duda. Hay elites económicas, sociales, culturales que impulsan cosas, como el festival de jazz, por ejemplo. Necesitamos regenerar ese impulso

¿Y cómo se recupera eso?
Las elites existen. Seguramente están en otros ámbitos, como la cultura, el mundo científico, la innovación. Hace unos años estaban vinculadas a la burguesía y a los recursos económicos, pero hoy en día quizás no necesitamos esas elites o sí, pero de otra manera. Necesitamos ideas, proyecto, entusiasmo y liderazgo. Cuando hablo de elites hablo de personas que sean capaces de ejercer ese impulso tractor. Xavier Marcet habla de talento. Me da igual en concepto. Hay que buscar ese impulso.

¿Y cuál debe ser el papel de la administración, del Ayuntamiento en este caso?
La administración debe ser facilitadora, cómplice, en ningún caso competidora. El sector público es una elite en si mismo y puede aportar talento, pero necesitamos otros. Y están ahí. están en la cultura, en el ambito social, en el científico, en la universidad, en los centros de investigación.

Con respecto a la universidad, seguimos sin imbricarla en el tejido de la ciudad.
Es una responsabilidad únicamente nuestra. Mire, la Escola de Cinema es un buen ejemplo. Está aquí porque se le dieron facilidades y se trabajó por ello. Hasta ahí muy bien, pero a partir de ahí, la ESCAC está aquí como podría estar en otra ciudad. La ESCAC mira al mundo y nosotros debemos mirar a la ESCAC y hacerla nuestra. A eso me refiero cuando hablo de política. Es verdad que la universidad es una devoradora de recursos, pero hay que eliminar recelos y desonfianzas y buscar complicidades.

Nos ocurre en otros ámbitos también: somos ciudad unviersitaria, somos la ciudad del hockey y somos un referente también en el jazz, por poner algunos ejemplos. Son elementos identitarios de la ciudad, pero vivimos de espaldas a ellos. Son activos de la ciudad y debemos entenderlo así. Hay ciudades que matarían por tener el hockey, el TNT, un festival de jazz como el nuestro o una zona universitaria como la nuestra y podríamos seguir.

¿Qué equilibrios deben existir entre el sector público y el privado?
Lo que ha pasado con el agua no debe hacer pensar que Esquerra abomina de la colaboración público-privada. Nosotros defendemos la getión pública del agua como principio político. Se dice que sector público, más sector privado suma tres. Nosotros decimos que sector público más sector privado más sociedad civil suma seis. No renunciamos a la colaboración, al contrario. Lo que decimos es que las grandes empresas buscan en el sector público lo que no consiguen en el privado y se ha convertido en una jungla. Los concursos acaban todos en el juzgado y por eso pensamos que hay espacios en los que el sector público debe defenderse de esa voracidad de lo privado, para protegerse de cualquier inestabilidad. Igual viene otro tiempo en que tenemos que cambiar de modelo. Por eso defendemos también la municipalización de los autobuses, por ejemplo, que ya llevábamos en nuestro programa de 2015.

¿Sobre qué pilares basan lo que debería ser la política municipal en los próximos cuatro años?
Nosotros estamos muy preocupados por la situación de la enseñanza en la ciudad. El informe del síndico sobre la segregación nos ha hecho ver la gravedad de la situación. Se trata de un ámbito que nos permite generar políticas activas. Para nosotros es esencial la educación y la cultura y ese sería uno de nuestros ejes básicos. La educación y la cultura nos hacen más libres y hace a las comunidades más democráticas.

Pero los ayuntamientos no tienen competencias sobre educación.
Exacto y por eso existe la posibilidad de hacer política. Por ejemplo, de lo que se trata es de convertir la actividad educativa en eje vertebrador de su territorio, de transportar el hecho educativo a la calle, a la comunidad. Eso lo puede hacer el Ayuntamiento. No es un problema de competencias, es un problema de iniciativa, de política. Si eres capaz de generar proyecto, eres capaz de llegar a acuerdos con otras administraciones. Si la ciudad necesita una escuela, ¿por qué tiene que esperar ocho años a que la construya la Generalitat? Tomemos nosotros la iniciativa.

Entonces, ¿cómo debe administrar los recursos el Ayuntamiento?
A ver, desde el momento en que se han asfaltado las calles, se han construido equipamientos sociales, culturales y deportivos, cuando la ciudad está construida, la inversión se debe destinar a espacios en los que la ciudad, hasta ese momento, ha asumido un papel secundario. Nosotros llevamos en nuestro programa que construiremos la residencia de Sant Pere Nord y llegaremos a acuerdos con la Generalitat para que nos concierte las plazas, pero no discutiremos quien lo deberá construir, sino que buscaremos la forma de hacerlo. No podemos huir de la responsabilidad. Ese es el cambio de forma de hacer política.

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