Cuando vamos a un espectáculo de danza, como público, nos gusta que la obra esté sobre todo bien interpretada y que comunique. Naturalmente nos fijamos en los bailarines y en su trabajo. Y poco sabemos de si la compañía, sus miembros, tienen algún problema que, a buen seguro, puede haber pero no trasciende porque no corresponde.
Por ese motivo ha sorprendido a propios y extraños lo que acaba de pasar en el Ballet Catalunya, la compañía residente en el Centre Cultural Terrassa. A poco más de un mes del aclamado estreno "La bailarina de Picasso" (fue a principios de abril), la formación ha entrado en una grave crisis que, a todas luces, ya no remontará. Lo valoramos así porque hay reproches entre las partes implicadas e, incluso, acusaciones y denuncias en el juzgado.
El desencadenante surgió tras "La bailarina de Picasso", la última obra del Ballet de Catalunya. Acabadas las actuaciones, una parte de los bailarines firmaron una carta en la que acusaban a los responsables del ballet de un posible trato físico "incómodo". Esta carta se entregó de modo oficial al director del Centre Cultural, Adrià Fornes, pero no a los miembros de "staff": Marina Quera, directora y productora ejecutiva y miembro fundadora; Leo Sorribes, director general y Elías García, director artístico.
invitación a la salida
La misiva ha provocado una fuga de bailarines. Algunas fuentes, como Sorribes, dicen que pocos y otras, como Marina Quera y Adrià Fornes, dicen que el ochenta por ciento sobre 24 componentes. Y, lógicamente, ha puesto fin a la convivencia del terceto Quera, Sorribes y García.
Las reacciones se han sucedido en cadena y de prisa. El primero en tomar una decisión ha sido el Centre Cultural Terrassa y ha sido drástica. El director Adrià Fornes ha manifestado que "toda la información que nos ha llegado denota mala "praxis" en el sí de la compañía y en la gestión por lo que le hemos pedido que abandone el equipamiento y la hemos suprimido de la programación. Hemos perdido su confianza". Fornes añade que no quiere valorar la carta de los bailarines por entender que es " privada" pero desvela que el Ballet de Catalunya ha incumplido acuerdos económicos y artísticos. "Nos deben seis meses de alquiler y siempre ha habido cambios constantes en los proyectos artísticos". El director del Centre Cultural subraya que "se ha marchado el ochenta por ciento de la compañía" y que "no podemos poner en riesgo 36 ediciones de una temporada de prestigio. Ya sufrimos antes de la presentación de "La bailarina de Picasso". Ahora los que no toca es intentar llegar a un acuerdo para que deje el Centre Cultural".
¿Qué pasó antes del estreno de "La bailarina de Picasso"? Pues pasó que el director general, Leo Sorribes, presentó su renuncia y luego rectificó. El hecho ya alertó de que las cosas no iban bien y que se habían agravado las diferencias entre el equipo gestor.
Sorribes entrevé que todo lo qué sucede es una "estrategia" para poner punto final al proyecto artístico. "El propósito era acabar con el ballet, echarnos fuera, pero los juzgados dirán quien tiene la razón. De momento hemos puesto una denuncia por difamación y calumnia en el juzgado contra los bailarines (algunos rectificaron después) que nos acusan de un tratamiento físico incómodo. Y, por lo que respecta, a la deuda, no nos pueden reclamar nada puesto que nosotros no tenemos poderes".
El director general se ha mostrado a la defensiva. "Vamos a continuar en el Centre Cultural hasta que el juez diga lo contrario y este fin de semana hemos convocado audiciones para completar la compañía y seguir ensayando para la nueva obra sobre Beethoven".
Nuevo proyecto
Sorribes sigue, pues, en el Ballet de Catalunya junto con Elías García, el director artístico. Se ha ido Marina Quera, fundadora, directora y productora ejecutiva. Quera, de Terrassa, admite que la relación laboral con Sorribes no era cómoda. "Habíamos perdido la confianza. Éramos un matrimonio que se había distanciado y que ahora estaba mal avenido". Quera recuerda, como Fornes, que el estreno de "La bailarina de Picasso" ya fue un reto. "Hubo momentos complicados. Sorribes se fue y volvió. Estrenamos y después llegó la carta de los bailarines explicando sus quejas y su trato. Se sumaron tantas cosas que había que tomar una decisión". Esta llegó cuando un grupo de bailarines que se habían ido recurrieron a Quera. "Me comentaron que querían continuar, que se formaban en un espacio en Rubí, dondé está el Esbart Dansaire de Rubí, y que buscaban otra salida profesional".
En esta tesitura, Quera optó por formar una nueva compañía, el Ballet de Barcelona, que se estrenará los próximos días 14, 15 y 16 de junio en el Teatre Condal de aquella ciudad. La dirección artística está a cargo del estadounidense Chase Jonsey. La ejecutiva egarense confía en que esta segunda iniciativa tengo más suerte. "Me gusta la danza y seguiré defendiendo el proyecto. Mi deseo es volver a Terrassa pero ahora todo es incierto".