Hay cuestiones contra las que en ocasiones se nos antoja imposible luchar. La violencia de género es una de ellas. Ni leyes específicas, ni información, ni campañas de concienciación permiten frenar una situación que resulta difícil de gestionar tanto desde una perspectiva jurídica, como policial, como también social. También se hace complicada la gestión política, máxime cuando algún partido se convierte en negacionista también de la violencia por razón de género.
Algo similar podemos decir de la discriminación por razón de orientación sexual. Un informe elaborado por UGT, cuyas conclusiones publicanos en nuestra edición de hoy, dibuja una situación también preocupante en las empresas en torno a personas del colectivo LGTBI. Uno de cada tres trabajadores ha sido testigo de situaciones de acoso a personas de ese colectivo. El 68 por ciento de esas situaciones están relacionadas con bromas sexistas y el 14 por ciento, son directamente insulto por el hecho de tener una determinada orientación sexual.
Si tenemos que ponernos a extraer alguna conclusión positiva, debemos fijarnos en el hecho de que los trabajadores identifiquen las bromas como una forma de discriminación o de acoso. En las actitudes machistas también se llevan a cabo bromas entre hombre y con mujeres, relacionadas con el género, a las que no les damos importancia porque lo consideramos como una cuestión de sentido del humor. La broma es una forma de acoso, porque genera una situación de discriminación que no se puede ni confundir ni disfrazar con el humor. No todos estamos obligados a compartir el mismo sentido del humor o sin sentido del humor. El piropo es ofensivo, la bromita sexista también y el chiste de gays o lesbianas intolerable.
Lectura
La negativa de Esquerra Republicana a votar la designación como senador de Miquel Iceta ha encendido las alarmas en torno a las relaciones de los republicanos con el PSOE ante la inminente investidura de Pedro Sánchez. Al margen de cualquier interpretación que se pueda hacer sobre la decisión, ha resultado sorprendente la intervención de Gabriel Rufián, que lo ha calificado de chubasco que no va a poner en peligro la investidura de Sánchez. Todo parece indicar que la lectura debe realizarse en clave de ciclo electoral, pero tampoco hay que descartar que sea un aviso a navegantes.