Salir a comer o cenar, tomar algo después de un paseo, un acto o un espectáculo, o comprar en el mercado de alimentación artesana, fue como siempre algo habitual en la ingente cantidad de personas que disfrutaron este fin de semana de la Fira Modernista de Terrassa. También la programación tuvo, además de su amplísima oferta, con muchos "menús modernistas" ofrecidos por establecimientos y entidades, actos gastronómicos propios. Como el "show cooking" que Víctor López, profesor del IES Cavall Bernat y sus alumnos, protagonizaron el sábado al mediodía en la plaza de Salvador Espriu. En lo alto del escenario, López cocinaba y a la vez iba explicando los secretos para una paella perfecta, (que después se podía comer al precio de tres euros el ticket) y respondía a las preguntas del público. Con Manel O.K. ejerciendo de dinamizador del acto, descubrimos los errores habituales en las paellas domésticas, que empiezan por el orden en que se añaden sus ingredientes, y cuando las salamos.
Los señores, a comer al campo
Prácticamente a la misma hora en que López encendía el fuego, muy cerca de allá, en la plaza de Enric Granados, la Banda de Terrassa (de negro y con sombrero de paja) se encontraba con unos cincuenta señoras y señoras (miembros de las entidades Llum i color del 1900, Bitter, La Llanterna y Amunt i Crits), elegante e impecablemente ataviados de burgueses de 1900 (sombreros, bastones, algunas damas con sombrilla, algunas bicicletas retro). El paso de la comitiva del circo Raluy retrasó unos minutos la salida de este desfile de músicos y burgueses modernistas, Rambla d’Ègara abajo, con destino al Parc dels Catalans, donde tendría lugar el tercer Pícnic Modernista.
En la plaza del parque, les esperaba el Esbart Egarenc del Social, que cerraría con el "Ball de l’estapera". Una danza propia de Terrassa "que fue recuperada por Lluís Puig, terrassense y conseller en el exilio. Siempre nos gusta recordar su figura cuando la bailamos", señaló la presidenta del Egarenc, Laia Miranda, antes de su interpretación.
El Esbart Egarenc aún estaba bailando cuando bajo la arboleda central del Parc dels Catalans la Banda de Terrassa ya había comenzado su actuación (muy aplaudida en todo momento). La formación hacía el papel de la orquesta que los ricos de antes contrataban cuando se iban a comer al campo. Y los burgueses modernistas comenzaron a poner sus manteles y a instalarse en el césped, en pequeños grupos Y unos minutos después, ya empezaron a sacar las viandas de los cestos y a comer, con la música de fondo. El alcalde Alfredo Vega, también vestido de época, llegó para saludarles. Los nubarrones que apuntaban lluvia (de consecuencias posiblemente temibles sobre la indumentaria modernista) quizás hicieron que no todas las personas del desfile se quedaran, y que el pícnic tuviera menos comensales que en años anteriores.
Los niños también pudieron aprender los rudimentos de la cocina modernista en los talleres que el Petit Xef desarrolló en el Racó de Sant Galderic de Mercat de la Independència, y el Su23 Espai de Cuina en la plaza de Salvador Espriu.
Las mesas bajo el Mercat
En el sotano del Mercat de la Independència (el "Espai de degustació del soterrani" de la fiera), que ofrece cierto resguardo del bullicio callejero , era dificil en las horas punta, como cada año, encontrar mesa para disfrutar de las variadas propuestas gastronómicas que ofrecían las charcuterías Criolla y L’Enxaneta, el Celler del Mercat, Montse Carnisseria y la empresa de platos cocinados Ricardo i Montse.
"El funcionamiento es el de siempre. Cada persona escoge lo que quiere, sin menú establecido", comentó Mariona Agut, de L’Enxaneta-Cafeteria Origen. "Y este año ha venido más gente que en el anterior, sencillamente porque el tiempo ha sido mejor. Hemos tenido lleno casi siempre, el sábado y el domingo. Un éxito total".
También durante los dos días se vio mucha gente en el mercado de alimentación artesano instalado a lo largo de la Rambla d’Ègara. Antes algunos puestos se formaban colas (larguísimas las que vimos en algunos momentos en el que ofrecía algodón de azúcar). Algunos ciudadanos ya conocen a los feriantes de cada año, y esperan la feria para comprarles hierbas medicinales, embutidos, quesos o pastelería.
No obstante, hubo quién nos dijo, el domingo a última hora de la tarde, que este año "ha sido un poco más flojo que el anterior. He vendido un poco más", señalaba Ton Tanya, del puesto de embutidos artesanos El Rebost d’Espinelles. Nil Manovens, que vendía los quesos Betana, de Olost, afirmó que "ha pasado mucha gente, pero más a pasear y a mirar que a comprar. Pero me ha sorprendido la calidad de los espectáculos y atracciones. Están muy bien montados".