Hoy empieza la campaña. Nos esperan dos semanas de intensa actividad política en la ciudad. Mucho más que la que se ha desarrollado para las generales. Es probable, no obstante, que esa efervescencia no tenga un reflejo directo en los índices de participación. El nivel de movilización de unas generales en las que el eje derecha-izquierda ha sido tan determinante no se va a dar en las municipales. Es precisamente esa variable la que hace incierto el resultado y la que condiciona cualquier vaticinio sobre la composición del nuevo pleno.
Desde hace meses nos repetimos como un mantra incansable que los resultados de los comicios del 26 de mayo van a fraccionar enormemente el arco político municipal. No perdamos de vista que durante los últimos cuatro años han estado representados en el Ayuntamiento un total de siete formaciones políticas, desde el PSC, que ha ostentado la alcaldía durante los cuarenta años de ayuntamientos democráticos, hasta el Partido Popular, que obtuvo el menor número de votos con derecho a asiento en el pleno. Se habla, no obstante, de que podrían ser más las formaciones con representación municipal.
¿Y si fuesen menos? Los partidos necesitan un cinco por ciento para obtener, al menos, un concejal. La traducción de ese cinco por ciento en números absolutos depende de la participación. Por ejemplo, PP y Vox, se quedaron en las generales a 25 décimas de obtener ese cinco por ciento. ¿Entrarán esos dos partidos tras el 26-M? Dependerá, precisamente de la fidelidad de sus votantes y del índice de participación. Si consiguen los mismos votos, pero se produce un descenso de votantes globales, es posible que con los aproximadamente 4.500 votos que obtuvieron tengan suficiente, pero deben mantener en esas cantidades.
Con el resto de partidos ocurre lo mismo. Hay formaciones, como Familia y Vida, que difícilmente alcanzarán una cifra de votos reseñable, la cuestión está en que partidos como Podemos-IVE, Primaries Terrassa e incluso Tot per Terrassa, que está generando ciertas expectativas, consigan un porcentaje suficiente como para arañar concejales a los partidos tradicionales cuya presencia en el pleno se da por garantizada.
Si la participación baja y los votos a los partidos no mayoritarios bajan también de forma proporcional, es probable que el pleno no esté tan fragmentado como todos prevemos. En cualquier caso, las previsiones sobre las elecciones cuya campaña se inicia hoy, sin ciertamente imprevisibles. y con fragmentación o con ella, no habrá un gobierno con menos de tres partidos.