Acaba de cumplir 27 años y está ya instalada en la élite del arbitraje internacional. Se trata de Sandra Adell, que en Semana Santa dirigió en la ciudad inglesa de Rochester cuatro partidos del Eurohockey Club Trophy, la segunda categoría a nivel de clubs. Consolidada desde hace años en la División de Honor, la terrassense compagina el arbitraje con su trabajo en el departamento de marketing de Munich. Y todavía le sobra tiempo para jugar a hockey con sus amigas de toda la vida en el segundo equipo femenino del Club Egara, su club de toda la vida. Lleva tres años formándose a nivel internacional a través del UDP (Umpire Development Programme)
¿Cómo valora la experiencia del Europeo femenino de Rochester que se adjudicó el Club de Campo?
Muy enriquecedora. Pité el primer partido del torneo y dos del anfitrión, el Holcombe, que perdió la final ante el Club de Campo. En la última jornada arbitré el partido por el quinto y sexto puesto.
Usted era la única española.
Sí. Cada país tenía una representante y había dos neutrales, una canadiense y una holandesa. Al jugar la final el Club de Campo no pude aspirar a pitarla.
Sin embargo, no era su primera experiencia internacional.
En 2017 arbitré el Eurohockey Challenge II en Lille. Pero hace un año me rompí los ligamentos cruzados. Me operaron y estuve nueve meses recuperándome. En febrero regresé arbitrando el Europeo de clubs de hockey sala en Hamburgo, donde el Club de Campo fue cuarto.
Usted lleva tres años dentro de un programa para talentos arbitrales.
Sí. Formo parte del Programa de Desarrollo de Árbitros, con sede en Breda. Seleccionan a árbitros jóvenes de entre 20 y 30 años. Viajamos tres o cuatro veces al año por Europa para arbitrar o ver partidos. Me graduaré en septiembre en Barcelona durante la EHL.
¿A qué edad comenzó a arbitrar?
Tenía 16 años y jugaba en el juvenil del Club Egara. Cogí el stick con 3 años. Y llevo ya más de diez arbitrando. La lesión me ayudó a tomar la decisión de tomarme el hockey más en serio. Juego para pasármelo bien y me dedico al arbitraje.
¿Se dio cuenta de que le aportaba más arbitrar que jugar?
Sí. Ya había enfocado mi carrera hacia el arbitraje, pero en el tiempo en que estuve parada tuve tiempo de pensarlo y acabé de tenerlo claro. Para mí, esos nueve meses de rehabilitación fueron un reto. Me lo tomé con muchas ganas.
Está en un momento decisivo dentro de su carrera como árbitro.
Claro. Al dar el salto a la internacionalidad necesitas una mayor dedicación. Eso te obliga a renunciar a otras cosas. Estoy en una muy buena edad. En el departamento de comunicación y marketing de Munich me permiten compaginar el trabajo con el arbitraje. Me dedico a la moda y al deporte, que es lo que más me gusta.
Su padre fue un gran árbitro internacional. ¿Qué influencia tuvo su carrera en su decisión de arbitrar?
Mucha. Yo he vivido el hockey y el arbitraje desde pequeña. He visto a mi padre durante sus mejores años en la élite. Le he visto entrenar y le hemos acompañado con la familia a los torneos. En casa hemos vivido todo esto muy unidos. He podido ver en primera persona los Juegos de Atenas y Pekín. He visto la recompensa de eso. Mi padre me ha transmitido cómo vivir el hockey de otra manera, arbitrando.
Desde luego, su familia está estrechamente ligada al hockey.
Sí. Mi padre es ahora el presidente de la Federació Catalana, mi madre es la responsable de la Lliga BBVA Hockey Plus y mi hermana Clàudia juega en el primer equipo del Egara. Yo llevo diez años arbitrando, cinco de ellos en División de Honor. Vivimos el hockey a tope.
¿Es diferente arbitrar a chicos que a chicas?
He dirigido partidos masculinos, pero de División de Honor "B", aunque no es habitual. Me encanta arbitrar juveniles masculinos. Me va muy bien para coger ritmo. Son encuentros que disfruto mucho.
¿Cuál es la principal diferencia entre arbitrar a chicos o a chicas?
Fundamentalmente el ritmo. Sin embargo, creo que la diferencia la marcamos nosotros mismos al no poner a chicas a arbitrar partidos de chicos. Es algo que habría que normalizar desde las designaciones. Es cierto que los chicos requieren un ritmo diferente, pero a la larga hay que tender a eso.
En otras Ligas las mujeres tienen mucho más protagonismo.
Sí. El otro día mi amiga Mariona Girabent, que se marchó hace unas semanas a jugar a Australia, me mandó una foto de una chica arbitrando un partido de la máxima categoría masculina australiana.
¿Llegaremos a eso en España?
Creo que se puede conseguir. Y más ahora que cada vez se está normalizando más la figura del árbitro.
¿Cómo prepara los partidos?
Me paso el día rodeada de personas que suelen tener conflictos y me toca resolverlos. Y me encanta. Lo que vivo en mi trabajo lo traslado al campo. Desde que arbitro, me he convertido en una persona que analiza mucho más las cosas. Me fijo más en los detalles. Tengo una capacidad de análisis que me permite tomar decisiones muy rápido.
¿Le ayuda ser jugadora?
Muchísimo. Estoy en los dos lados. Sé que los equipos sufren y dedican muchas horas para conseguir sus retos. Como árbitro yo también me preparo mucho para hacerlo bien.
¿Es muy estricta aplicando el reglamento?
Hay momentos para todo. A veces debes ser más estricta para no perder el control y bajar la tensión. Existen técnicas, como pitar más fuerte, obligar a colocar la bola en el sitio o llamar a las capitanas. Eso te lo dan los años y la confianza en tí misma. Pero hay momentos en que dejo jugar. Una de las cosas que me caracteriza es dejar jugar, aplicar bien las ventajas.
¿Ha sufrido actitudes machistas?
No. Todo lo contrario. El hockey es más respetuoso que otros deportes. He tenido más problemas con padres que con jugadores o entrenadores. Oigo más comentarios de fuera que de dentro del campo.
¿Se protesta cada vez menos?
Creo que sí. Los jugadores son cada vez más educados y tranquilos.
El hockey es un deporte especialmente difícil de arbitrar.
Es difícil. Siempre recomiendo a la gente que arbitre alguna vez. Es un deporte muy técnico y la bola es muy pequeña. Hay muchos jugadores en el campo y las líneas de 22 están muy pobladas. Lo más importante es la colocación. Es de las cosas que más he trabajado. Te ayuda a tomar mejores decisiones.
Habrá momentos de gran soledad.
Recuerdo que en una Copa de la Reina no me dieron un partido de semifinales. Estaba muy decepcionada y llamé a mi padre para compartirlo con él. Me dijo que estaba encantado. Me hizo darme cuenta de que realmente me importaba el arbitraje. Fue un momento clave.
¿Ha enseñado alguna tarjeta roja?
Nunca. No soy tarjetera. Pienso en qué hacer para no tener que llegar a eso. Hay muchas herramientas que usar antes de la expulsión.