Terrassa ha recuperado este año la manifestación local por el Primero de Mayo, reconducida a las movilizaciones de Barcelona durante mucho tiempo. Este año se ha querido recuperar para conmemorar el cincuentenario de la histórica manifestación de la Font de les Canyes, un popular espacio natural a la salida de Terrassa, en la carretera de Castellar, que se convirtió en lugar de encuentro clandestino del obrerismo y la oposición al franquismo terrassense y desde donde se forjó la reivindicación local del Primero de Mayo con una manifestación que acabó, como solía ser habitual en la época, con carreras, cargas y heridos.
La recuperación de la manifestación terrassense, a la que se han sumado entidades sociales y partidos políticos, además de las centrales sindicales, es una buena noticia por diferentes aspectos que van desde la pertinencia social a la política porque la reivindicación en pro de mejoras laborales tiene plena vigencia en un momento de precariedad laboral evidente, de dificultades de acceso a trabajos dignos por parte de los jóvenes y especialmente por parte de mayores de cincuenta años. No olvidemos que el Primero de Mayo conmemora la movilización obrera de 1889 en Chicago en favor de la jornada de ocho horas, que finalmente se consiguió hace ahora un siglo. Se trata el icono de la lucha obrera hacia una dignificación del mercado laboral que todavía hoy es necesaria.
La precariedad laboral que vivimos tras la grave crisis económica de 2008 hace plenamente actual la reivindicación, después de haber convertido a los trabajadores y las clases medias en el soporte de la economía para iniciar una salida de la crisis de la que no todos son partícipes todavía. Esa precariedad evidente, que se hace palpable en el descenso manifiesto de los salarios y en los contratos temporales de hasta una hora semanales, genera desigualdad y problemas de extrema gravedad como, por ejemplo, la emergencia habitacional que toma cuerpo en la imposibilidad de acceso a la vivienda para un importante segmento de la sociedad, que queda literalmente fuera del sistema al no poder acceder ni siquiera a un alquiler, refugio tradicional de familias que no pueden acceder a viviendas de propiedad.
Es por ello, que la poesía de Celaya, que presidía ayer la manifestación terrassense tiene también absoluta vigencia: “¡A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo”.