Terrassa

Colas ante los colegios, conectados a la red

Cada voto cuenta. La máxima ha calado en la conciencia de los terrassenses, que han vuelto a acudir en masa a las urnas en unas elecciones generales históricas en la participación. Casi ocho de cada diez electores, un 77,98 por ciento, han votado en la ciudad, donde la jornada ha estado marcada por la masiva afluencia a las urnas, la falta de incidentes y algunas anécdotas relacionadas con la exhibición de lazos amarillos y con el celo de los apoderados de Vox.
El dato de la participación no ha sido récord, pero lo ha rozado y se codea con el de las grandes convocatorias. El 78 por ciento de participación de hoy supone un incremento de 12 puntos respecto a las generales de 2016, en que un 66,10 por ciento de los electores acudieron a las urnas en Terrassa.
Es, además, la cuarta participación más alta en unas generales en Terrassa, superada sólo por las las primeras elecciones de 1977, las de1982 (84,93 por ciento), que auparon a Felipe González a la presidencia del Gobierno, y las de 1996 (78,04 por ciento), las que dieron mayoría absoluta a Aznar. La movilización ha sido muy importante, pero no ha alcanzado la última cita con las urnas en la ciudad. En las autonómicas de diciembre de 2017, tras el 1-O y con las instituciones catalanas intervenidas, en Terrassa votaron el 82 por ciento de los electores.
La jornada arrancó con puntualidad británica. Sin sobresaltos de última hora, los colegios abrieron puertas puntualmente a las 9 de la mañana y el trajín de votantes fue constante hasta las 8 en punto de la tarde, cuando se han vivido algunas carreras de electores que han apurado hasta el último momento. Hasta ese momento, las colas y los votantes conectados a las redes siguiendo la última hora de la jornada han sido la imágenes más repetidas.
La afluencia de votantes no ha cesado en todo el día, pero ha sido durante la mañana cuando los votantes han acudido en masa a las urnas. Entre las 9,30 y las 13 horas se han registrado colas en muchos centros de votación. En el IES Montserrat Roig, la fila de electores rodeaba la manzana, en el colegio El Vallès sumaba decenas de votantes y en Abat Marcet llegaba a la avenida. El goteo de personas menguó durante el mediodía, aunque no se detuvo ni durante la siesta. A última hora, el flujo continuó, pero a menor ritmo, reduciendo la ventaja que la participación había acumulado a las 18 horas, cuando superaba en un 18 puntos la de las últimas generales. Finalmente la diferencia de quedó en 12 puntos.
En los colegios, el despliegue de compromisarios y apoderados de los partidos volvió a ser muy importante. La novedad de Vox se dejó notar en forma de pequeños roces, exigencias a las mesas y algunas amenazas de denuncias.
Fue el caso de Miereia Comas, denunciada por exhibir una camiseta con el eslógan “llibertat pressos polítics” y del alcaldable de ERC Isaac Albert, que fue increpado por un apoderado de Vox a su entrada como apoderado al colegio Abat Marcet. El político portaba un lazo amarillo y el representnte de Vox lo amenazó con denunciarlo. “Le respondí en su mismo tono que lo hiciera y me dijo que lo haría”, comentó ayer Albert . Éste acabó retirando el lazo amarillo de su americana al salir del colegio. “Ni me había dado cuenta, la cogí sin percatarme de que lo llevaba”, puntualizó.
Una resolución de la Junta Electoral Central del pasado 26 de abril prohibía la exhibicion de “camisetas”, “lazos amarillos” o “simbolos partidistas” tanto a los miembros de las mesas, a quienes exigía neutralidad, como a los apoderados, que sólo podían mostrar el logo de su partido. A raíz del incidente en el colegio Abat Marcet, la policía distribuyó por la tarde el dictamen de la Junta Electoral entre los miembros de las mesas y entre los apoderados.
La jornada también deparó algunos episodios que no tuvieron respuesta, como el protagonizado por unos jovenes que irrumpieron a gritos y con una bandera de España en el casal cívico de Les Arenes, otro grupo que abandonó el IES Blanxart al grito de “Viva España” o el comentario racista de una electora en el centro cívico President Macià, que dejó el colegio con la siguiente frase: “Qué vergüenza, qué vergüenza, una mora de presidenta de mesa”.

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